Expectativas desmesuradas

 

 

Lo mejor de la democracia es que nos da a cada

votante la ocasión de hacer algo estúpido.

                          Art Spandler

José Fonseca

Hay un sector de la sociedad, influyente por su ilustración y su presencia mediática, empeñado en convencernos al resto de los mexicanos que lo que vivimos en 2015 no es una democracia.

Se dicen desencantados de los partidos, cuando en realidad están desencantados en la política practicada en esta democracia nuestra. Quizá se ilusionaron demasiado con sus propias teorías, olvidando el consejo de Manuel Gómez Morin: no hay que ilusionarse, para que no haya desilusionados.

Esas prédicas le apuestan a la desmemoria de toda una generación, porque desde hace 18 años el voto de los mexicanos cuenta y es bien contado, a pesar de los pesares.

Y hace quince años que por primera vez en la historia de México un partido dejó pacíficamente el poder que otro partido ganó en las urnas.

Los desencantados de la política hasta pretender haber olvidado que la transición democrática fue por la fortaleza institucional que, pese a las sucesivas crisis, tiene México.

Algunos pretenden ilusionarnos con lo que fantasiosamente llaman “el poder ciudadano”, como si la política en la democracia representativa no fuera la expresión del poder de los ciudadanos.

Pretenden extrapolar México con el surgimiento de agrupaciones políticas como Podemos, organización de izquierda que ha logrado capitalizar el descontento provocado en la sociedad española por el shock económico y social causado por la brutal crisis financiera de 2008, crisis financiera que alejó a grandes núcleos de españoles del mundo de prosperidad que disfrutaron durante casi treinta años.

Ese influyente sector de la opinión pública pretende contagiarnos a todos de su decepción de la política, sin explicarnos que ellos, ese influyente sector de la opinión pública, se crearon expectativas desmesuradas, porque como explican algunos filósofos europeos: no han entendido la lógica de la política ni sus limitaciones.

Olvidan que esas formaciones políticas que han ganado el tercer lugar en las votaciones españolas tendrán que hacer política, negociar con otros, y negociar significa ceder algo.

Valdría atender el consejo de Daniel Innerarity para enfrentar la decepción: “Creo que lo mejor es partir de una constatación muy liberadora: la política es una actividad limitada, mediocre y frustrante, porque así es la vida”.

                                          jfonseca@cafepolitico.com

@cafepolitico