Se trata de la sustancia oleiletanolamida

René Anaya

El problema del alcoholismo posiblemente se originó hace diez millones de años, pero hasta hace poco tiempo se encontró la forma en que el organismo intenta contrarrestar algunos de sus efectos nocivos y, probablemente, un remedio eficaz contra su adicción.

Lo grave del alcoholismo es que no se limita a causar daño en la persona que lo ingiere, también afecta a quienes lo rodean y a la sociedad en general, ya que disminuye la productividad laboral, causa un gran número de accidentes automovilísticos y de trabajo y, además, es el principal factor de riesgo de muerte entre los jóvenes. Por esa razón, adquiere gran importancia el trabajo de un grupo de científicos españoles.

 

Una sustancia neuroprotectora

En 2001, un grupo de investigadores de la Universidad de California, de Estados Unidos y de la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Hospital Carlos Haya, de España, descubrió una sustancia presente en el intestino delgado como reguladora de la saciedad, que informa al cerebro que ya está satisfecho, se trata de la oleiletanolamida (OEA, para abreviar), por lo que en principio se consideró que podría ayudar a combatir la obesidad.

Probablemente sí tenga ese efecto, pero también se ha descubierto una acción protectora del cerebro, según investigaciones dirigidas por Laura Orío, de la Complutense, quien realizó una serie de experimentos durante la ingesta de alcohol.

A un grupo de ratas les administró el equivalente al consumo de cinco copas en tres horas, que normalmente se toman en una reunión. Se encontró que poco después de empezar a beber, el sistema inmune se activa y comienza un proceso inflamatorio en el cerebro, que provoca daños en las neuronas.

Laura Orío, experta en biología molecular, administró a las ratas el alcohol mezclado con OEA y encontró que los daños neuronales y la inflamación se reducen. “Lo que veíamos en las ratas con niveles de alcohol es que se comportaban como si estuvieran enfermas, con decaimiento general. En este trabajo también hemos observado que la molécula mejoraba un poco su estado general”, ha afirmado la investigadora.

También se encontró que el consumo de alcohol aumenta la liberación de OEA, por lo que se considera que el propio organismo intenta protegerse de los efectos del alcohol. Actualmente se realiza un estudio con 50 estudiantes de la Complutense para averiguar si la OEA tiene los mismos efectos que en los animales de laboratorio.

Por su parte, el doctor Fernando Rodríguez Fonseca, uno de los descubridores de la OEA, se ha enfocado a estudiar esta sustancia como posible tratamiento contra las adicciones, ya que considera que el intestino la secreta como una señal de alarma al cerebro para que se detenga el consumo de alcohol.

 

La antigua historia del alcoholismo

Por ahora solamente se tienen estos primeros resultados que deberán repetirse para confirmar la acción protectora y antiadictiva de la OEA; asimismo, se ha planteado que también podría ser útil para combatir los efectos del día siguiente, lo cual podría contribuir de manera indirecta a aumentar el consumo de alcohol, pues ya no habría el riesgo de la resaca o cruda.

Lo cierto es que la historia del alcohol y el ser humano se remonta más allá de su aparición en el planeta, según Matthew Carrigan, investigador del Santa Fe College, de Estados Unidos, quien dirigió un estudio en el que se encontró que hace diez millones de años, poco después que se separaron los orangutanes de los gorilas y los chimpancés, en estos primates mutó una enzima que permite metabolizar el alcohol o etanol.

“Ya que las frutas encontradas en el suelo de la selva están generalmente más maduras y más fermentadas que las que están en el árbol, las futas con etanol pudieron ser un elemento importante en la dieta de nuestros ancestros cuando empezaron a caminar”, ha aventurado Carrigan.

De esa ventaja evolutiva, la metabolización del etanol, se ha pasado actualmente a un grave problema social, pues la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el consumo de alcohol contribuye con más de 200 enfermedades y lesiones, como la cirrosis hepática y algunos cánceres.

Asimismo, Marisela Monteiro, asesora en abuso de sustancias y alcohol de la OMS, ha advertido que “el alcohol no sólo afecta a quien lo bebe, aumenta los episodios de violencia, también los accidentes de tráfico, baja la productividad del país por culpa no sólo de ausencias al trabajo sino por lo que se conoce como depresentismo, es decir, personas que acuden a su puesto de trabajo sin fuerzas”.

Por esas razones, los efectos recién descubiertos de la OEA como neuroprotector y, probablemente, como auxiliar en el combate a las adicciones abren la posibilidad de reducir el alcoholismo.

reneanaya2000@gmail.com

f/René Anaya Periodista Científico