BERNARDO GONZÁLEZ SOLANO

En 275 días Estados Unidos de América (EUA) elegirá al  cuadragésimo quinto presidente de la república federal constitucional. Quien resulte ganador sustituirá a Barack Hussein Obama, el primer afroamericano en su historia en acceder a la titularidad del poder ejecutivo estadounidense. El martes 8 de noviembre próximo, “cuando ya se levantaron todas las cosechas del año”, la democracia del vecino del norte, una de las más viejas del mundo contemporáneo, cerrará su periodo electoral –que celebra cada cuatro años– y dará a conocer a todo el mundo el nombre del nuevo residente de la Casa Blanca en Washington. El 20 de enero de 2017 el recién elegido jurará el cargo poniendo su mano sobre una vieja Biblia que perteneció al histórico presidente Abraham Lincoln, el mandatario que fue asesinado después de la Guerra Civil y que terminó con la esclavitud en la Unión Americana.

En tanto, el lunes 1 de febrero los estadounidenses dieron el primer campanazo al iniciar los caucuses y las primarias en el pequeño estado de Iowa. Los primeros ganadores no pueden todavía lanzar las campanas en vuelo, faltan nueve meses –lo que dura la gestación de un ser humano–, para que el triunfador pueda hacerlo. Esto apenas empieza. Parodiando a los viejos cronistas de béisbol: esto termina hasta el último out. Falta mucho para que se cante.

Los resultados del lunes 1 de febrero en Iowa no fueron los que anunciaban las encuestas. La primera sorpresa corrió a cargo del republicano senador Ted Cruz –que nació en Canadá, se crió en Texas, hijo de un inmigrante cubano y que muchos de sus compañeros de partido le toman por un “pájaro loco”–, abanderado de la ultraconservadora facción Tea Party y la derecha religiosa. A la chita callando Cruz remontó los pronósticos de los últimos días y propinó un derechazo al magnate inmobiliario Donald Trump que desde que empezó la contienda electoral en junio último ha sido el favorito de las filas republicanas pese a sus desplantes en contra de propios y extraños. Cruz obtuvo 27.7% de los votos (51,496), lo que le representa 8 delegados; Trump, 24.3% (45,315), 7 delegados; y, en un tercer lugar, el senador por Florida, Marco Rubio, también de origen cubano, con 23.1% (42,938), 6 delegados.

En tercero y cuarto sitio, quedaron el neurocirujano Ben Carson, con el 9.3% (17,341), dos delegados; y el senador por Kentucky, Rand Paul, 4.5% (8,430), 1 delegado. El resto de los aspirantes republicanos obtuvieron menos del 2% de los votos. Llama la atención el caso de Jeb Bush, ex gobernador de Florida y hermano e hijo de dos presidentes de EUA que según se sabe es el que más dinero ha colectado para su campaña.

La nota de la noche (las votaciones empezaron a partir de las 19 horas, tiempo local de Iowa) fue la caída de Donald Trump, el showman neoyorquino que sin duda ha “revolucionado” la política en EUA –a nivel nacional y dentro del propio Partido Republicano– por su retórica agresiva y sus exabruptos xenófobos. Este golpe le demuestra al magnate que pese a su dinero puede caer. Que en la política no siempre se puede ganar como él afirma. Por lo menos, en la noche del lunes 1 de febrero, en Iowa, perdió, pese a que el boquiflojo estaba convencido de que su victoria sería contundente.

Lo sucedido en Iowa ofrece una de las paradojas que siempre llaman la atención en la Unión Americana. Este pequeño estado agrícola, con más de un 90% de población blanca no hispana facilita que el Partido Republicano –que es por antonomasia el de los White Anglo Saxon Protestant: Blancos Anglosajones Protestantes– de la victoria real y moral a dos descendientes de inmigrantes cubanos que además son partidarios de la política de mano dura con la inmigración.

Aunque todo mundo sabe que el caucus de Iowa apenas es el principio de la competencia  electoral en EUA, el golpe hizo trastabillar a Donald Trump que ya había preparado su “triunfo” en el hotel West des Moines, cerca de la capital estatal.  El discurso –si así se le puede llamar–, que pronunció en el lugar no se pareció en nada a los que tiene costumbre: increíblemente breve, sin insultos para nadie. No obstante, reafirmó su “amor” por el pequeño estado del medio oeste de la Unión, y dijo “volveré muchas veces, de hecho, creo que me compraré una granja en Iowa”, como el clásico Rico Mac Pato.

A su vez, el abogado Cruz, de 45 años de edad, con corta experiencia como senador, que los demócratas consideran un “demagogo peligroso”, a los propios republicanos de mayor edad ha logrado enfurecer por su completa falta de obediencia y respeto por los líderes tradicionales del viejo partido. Buen orador, Ted insistió al festejar su inicial triunfo reafirmando que el gobierno de Obama ha destruído la economía, limitado las libertades religiosas, que ha dejado los derechos constitucionales bajo asalto y que aplasta a los estadounidenses con mayores impuestos y, el colmo, desea quitarles sus armas.

La celebridad de Ted Cruz es muy reciente, a partir de septiembre de 2013 cuando pronunció un discurso de 21 horas de duración para bloquear al Senado e impedir que se discutiera una ley sobre gastos públicos. Esto tuvo como consecuencia el cierre de la administración Obama por falta de un presupuesto legalmente aprobado. Razón por la cual el propio senador John McCain –que en 2008 fue candidato presidencial por el partido del elefante– llamó a Ted Cruz y a otros de sus compinches del Tea Party “los loquitos de la derecha”.

A su vez, las palabras de Marco Rubio fueron las de un vencedor, aunque quedó en tercer lugar. Con tono esperanzado y patriótico, luciendo su biografía como un programa de gobierno, hizo que muchos periodistas recordaran el discurso del entonces senador Barack Obama después que derrotara a Hillary Clinton en los caucus de Iowa en enero de 2008, victoria que lo propulsó a la nominación demócrata y posteriormente a la Casa Blanca.

Hay que aclarar que de estos caucus no surge un favorito único en el Partido Republicano. El triunfo del también virulento Ted Cruz no lo convierte en el abanderado principal.

Por lo que respecta a los resultados del caucus del Partido Demócrata en Iowa los números indican que Hillary Clinton y Bernard “Bernie” Sanders cerraron con un empate técnico. La ex primera dama, ex senadora por Nueva York y ex jefa del Departamento de Estado, obtuvo 49.9% de la votación y 21 delegados. En tanto, el Senador independiente por Vermont, Bernie Sanders –el antiguo hippie y luchador de causas difíciles como el del matrimonio entre parejas homosexuales y, según Barack Obama, “fumador de marihuana”–, obtuvo 49.6% de los votos y también 21 delegados. Y, el ex gobernador de Maryland, Martín O´Malley, solo el 0.6% de los votos, con 0 delegados.

Sin duda Iowa no ha sido el mejor de los lugares para Hillary Clinton. Su apretado triunfo recuerda que en 2008 saltaron los demonios electorales cuando un casi desconocido senador afroamericano de Illinois la relegaba a un tercer puesto en el ranquin de votos. La noche de los caucus en Iowa fue anómala para los demócratas. Después del revolcón de Cruz a Trump se esperaba que los aspirantes del partido del burro dieran un resultado impactante para cuadrar balance, con algo de leyenda entre vencedores y vencidos. Al fin de cuentas, Hillary ha estado como favorita tanto para los demócratas como para los republicanos. Sin embargo, no sucedió así.

A semejanza de Trump que sin aceptarlo acusó el golpe que le propinó Cruz, la madre de Chelsea, al agradecer a sus votantes no las tenía todas consigo. Su comparecencia fue extraña, como si no estuviera consciente de que ya estaba en la noche de los caucus. Sus palabras eran las mismas que ha dicho en campaña. “Soy una progresista que logra que las cosas se hagan”.

Aunque la diferencia de edad entre Hillary y Bernie apenas es de cinco años, poco a poco el lenguaje de ambos se ha hecho muy diferente. El del senador independiente que se ha enfrentado a adversarios aparentemente muy poderosos y los ha vencido en su ya larga carrera política, por lo que ha pedido a los demócratas que no lo subestimen, es más fresco, más juvenil,  que llama la atención de las nuevas filas demócratas.

Tras conocer los resultados de esa noche, Sanders felicitó a Hillary y a su organización por “su vigorosa campaña”, así como al ex gobernador O´Malley que abandonó la competencia esa misma noche al obtener menos del 1% de apoyos. “Nunca es fácil perder” dijo el senador en referencia a la retirada de su adversario. Sin embargo, pase lo que pase de ahora en adelante, el experimentado socialista ya ha ganado. Lo cierto es que Bernie no ceja en sus propósitos: “Cuando pienso en lo que ocurrió esta noche, pienso en que la gente de Iowa mandó un mensaje muy profundo al establishment político, económico y mediático. Es muy tarde para la política y la economía del establishment”.

La próxima cita de las primarias será el martes 9 en el estado de New Hampshire. Entonces se verá cómo sigue el juego. VALE.