Entrevistas con Stephan Sberro, Jean Meyer y Birgit Lamm

Gerardo Yong

Las recientes elecciones en Francia han dado un nuevo giro a las perspectivas políticas actuales. Tras la aprobación del brexit y la cuestionada victoria de Donald Trump del año pasado, se esperaba que un nuevo corte ultraderechista se impusiera en los comicios galos, lo que hubiera desangrado aún más las venas de la Unión Europea.

A lo largo de más de dos siglos, Francia fue el país visionario que dio origen a muchas corrientes políticas e ideológicas como el despotismo, el absolutismo; la Ilustración dio como consecuencia un movimiento republicano donde el pueblo sería el principal gobernante basado en un movimiento de plena racionalidad.

El pensamiento francés acuñó conceptos que siguen siendo usados en los discursos políticos tales como coup de Etat (golpe de Estado), socialité (sociedad), bureau (despacho), lutte sociale (lucha social) y otros. El simple hecho de pensar en política nos lleva por antonomasia a las teorías de los librepensadores franceses, sobre cuyas ideas y propuestas se construyen las actuales.

En este contexto, resulta lógico que la comunidad internacional estuviera pendiente del desarrollo de unas elecciones galas que no solo mostraban una importancia nacional, sino continental y hasta mundial. Tres días antes de los comicios, los candidatos tradicionales comenzaron a sentir que su desempeño electoral ya estaba superado por una tendencia política que buscaba cortar con los partidos tradicionales.

Los dos contendientes

Las encuestas ubicaban a Emmanuel Macron, un empresario liberal proeuropeo, y a Marine Le Pen, ultraderechista y antieuropea, como los dos principales contendientes. Tal y como se predijo, el día de la elección los aspirantes de los partidos tradicionales se quedaron atrás, sin la posibilidad de competir y con la impresión de que el pueblo ya está hastiado de un sistema partidario.

La victoria de Macron vino a refrescar no sólo a un pueblo cansado de las promesas electorales, sino que unificó un sistema político con miras a un futuro nacional e internacional. Este hombre de negocios, joven, poco carismático, pero hábil y culto se erigió como la nueva esperanza de una Francia aburrida y una Europa inmóvil.  Para las ocho de la noche del domingo 23 de abril, los resultados daban como ganador al exministro de Finanzas, Industria y Tecnología, por encima de la candidata del Frente Nacional, Le Pen, cuya propuesta es cerrada y proteccionista, de acuerdo con el estilo que se ha manejado con la salida británica y el estatismo trumpiano; lo que significaría un grave retroceso en el liderazgo mostrado a lo largo de la historia contemporánea de la humanidad.

Tal vez una de las cosas que no se menciona sobre Macron es que es filósofo de carrera. En 2001 obtuvo el título correspondiente en la Universidad de París-Nanterre, con una tesis sobre Hegel, el pensador más representativo de la filosofía clásica alemana. La mayoría de los políticos tienen un sustento básico en la administración pública o en la economía, pero muy pocos suelen provenir de una carrera reflexiva como filosofía, cuya visión permite considerar desde el plano más general hasta el particular, además de tomar decisiones con mayor profundidad y determinación.

Tres puntos de vista

A fin de conocer un poco más del fenómeno francés que, a diferencia de la salida británica, busca una amplitud de horizontes políticos, Siempre! entrevistó a tres expertos europeístas a fin de conocer las interpretaciones particulares sobre este fenómeno electoral que vino a dar la calma que necesitaban los mercados y un respiro a la tendencia globalizadora y a renovar las estructuras políticas de una Europa que, a todas luces, necesita cambiar para prevalecer.

Stephan Sberro, catedrático del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), piensa que el fenómeno Macron fue un éxito porque, curiosamente, no despuntó mediáticamente sino por un perfil intachable que lo presentó como un hombre ajeno a los intereses partidarios tradicionales y con una plena convicción de apertura hemisférica.

Jean Meyer, doctor en historia y profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), quien considera a su vez a Macron como el “caballo negro” que se convirtió en la opción de última hora de un pueblo que no sabía por quién votar, y Birgit Lamm, directora regional para América Latina de la Fundación Friedrich Naumann, para quien la tendencia liberal de Macron lograría nivelar la situación actual que permanece amenazada por el resurgimiento de una tendencia ultraconservadora, que solo busca replegar la economía hacia planteamientos proteccionistas.

Macron ganó por la crisis de partidos: Stephan Sberro

La victoria de Macron se puede interpretar como una crisis de partidos, pues tanto el candidato de derecha como el de izquierda no estuvieron a la altura. En el caso de François Fillon, que era el aspirante de la derecha —actualmente en el poder— no pudo llegar debido a los escándalos de corrupción y al final solo pudo colarse a un difícil tercer lugar. En este caso, Macron halló circunstancias excepcionales, como la deslegitimación del candidato derechista, del que las encuestas decían que iba a ganar.

Es el fracaso de los partidos políticos tradicionales, porque alguien como Macron, que no pertenecía a estos, pese a que ostentaba el cargo de ministro de Finanzas dentro del Partido Socialista Francés, captó la atención porque estaba con ellos, pero sin ser precisamente socialista.

Su popularidad se debió a que estaba fuera del sistema, ni siquiera fue por su carisma, fue porque era una opción diferente, alguien que gustó porque se brincó a los partidos tradicionales. Los otros candidatos tradicionales de los dos partidos grandes de la derecha y la izquierda sí eran muy carismáticos, pero su error fue que eran muy corruptos.

Francia es el primer país ahora que está estrenando la preferencia por los movimientos sociales en lugar del sistema de partidos con tanto éxito. Algo así se esperaba de España, pero no logró colocarse a ese nivel, por lo que estas elecciones marcan un parte aguas, ya que  Macron fue el único candidato que se manifestó profundamente proeuropeo. No está de moda decir que se está en contra de la Unión Europea como pasó en Países Bajos, y ya vimos que el candidato ultraderechista perdió en esa ocasión. El haberse proclamado proeuropeo es también un cambio en las elecciones francesas, será como un virus que acaba de inyectar Francia a todo el continente.

Si Macron gana las elecciones, aunque todavía no es seguro, habrá más acercamiento por parte de Alemania con Francia. Esto conllevaría a impulsar un nuevo proyecto europeo en el que se juntarán Bélgica, Países Bajos y España, con miras a un relanzamiento de la Unión Europea.

Le Pen en este momento no tiene posibilidades de ganar, aunque por supuesto es una elección y siempre hay sorpresas. Esto quiere decir que no hay nada seguro, pues todo depende de otros factores, como el hecho de que le comprueben algo, aunque Macron no sea un político consumado. También si hay algún atentado en Francia, entonces la extrema derecha se vería muy fortalecida. Un ataque podría cambiar las cosas y seguramente los islamistas van a intentar hacerlo.

El triunfo de Macron oxigenó a los europeístas: Jean Meyer

Todo es excepcional, tanto el momento mundial, europeo, francés, como las elecciones mismas. En la quinta república, todos los presidentes han intentado la reelección. Ahora no, por el desprestigio absoluto, inédito, de François Hollande. Las elecciones primarias dieron una sorpresa total, tanto a la derecha como a la izquierda, con la derrota del favorito. Y surgió el caballo negro Macron. A la víspera del voto, la tercera parte de los franceses no sabían cómo iban a votar. ¡Increíble!

Respecto a que hubo una convergencia casi total en favor de Macron, tras la primera vuelta, incluyendo al actual presidente, que también llamó a dar el voto a su exministro de Finanzas, esto último no lo creo, porque nunca el presidente en ejercicio ha dicho por quién votar. Además esto puede resultar contraproducente, ya que parecería confirmar la hipótesis del “complot”, a saber, que Macron es el hombre presentable del impresentable Hollande.

Esto solo redundaría en que podría aumentar el número de abstenciones en la segunda vuelta, lo que fortalecería a Marine Le Pen que tiene un electorado muy decidido y estable.

Por otra parte, la victoria de Macron en la primera vuelta le dio mucho oxígeno a los partidarios de Europa, a Ángela Merkel, al euro y a las bolsas. Macron, como presidente, y Merkel, confirmada como canciller para el otoño, piden reconstruir el eje franco alemán que es la base de la Unión Europea.

Birgit Lamm | Directora de la Fundaciòn Friedrich Naumann para la Libertad

Los comicios en Francia mostraron desprestigio de partidos y deseo de un cambio: Birgit Lamm

Macron presenta un programa que incluye algunos elementos liberales, tales como su enfoque en la integración regional, el fortalecimiento de la economía de mercado y su visión de una sociedad abierta y republicana. Además, también incluye una sólida visión respecto del Estado de bienestar, más cercano a la socialdemocracia.

En este aspecto, Macron tiene un enfoque sano respecto de la relevancia del mercado europeo para Francia. Su experiencia como secretario de Economía le ha mostrado que Francia solo puede prosperar manteniendo su economía integrada al mercado europeo en el proyecto de la Unión Europea.

Una victoria de Macron representaría una fuerte señal para el futuro del proyecto europeo; algo que el viejo continente necesita atender con urgencia. Las elecciones en Francia han enviado una firme señal al mundo: por un lado muestran claramente el desprestigio de los partidos establecidos y al mismo tiempo muestran también que los votantes franceses quieren un cambio en su sistema político al dar su preferencia a un candidato con ideas frescas y posiciones equilibradas. Eso contrasta fuertemente con los candidatos populistas antisistema a quienes vemos con frecuencia en América Latina y en otros países europeos.

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