Revela estudio de la Facultad de Economía de la UNAM

Magdalena Galindo

Hace dos semanas, en el número 3334 de Siempre!, me referí a un riguroso estudio elaborado por el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la UNAM, en el que se documenta que entre diciembre de 1987 y octubre de 2016, los salarios mínimos han perdido un 79.55 por ciento de su valor real, esto es, que en esos 29 años, los trabajadores que ganan un salario mínimo apenas pueden comprar un 20 por ciento de lo que compraban en 1987. Comenté entonces que esa caída drástica había sido posible por el establecimiento de la política de topes salariales que cosiste en que los aumentos fijados cada año, siempre se coloquen por abajo del porcentaje de aumento de los precios. También señalé que la caída de sus ingresos no afecta únicamente a los 8 millones de trabajadores de salario mínimo, sino a todos los asalariados, pues los topes se han aplicado al conjunto desde 1977 hasta este 2017.

Obviamente, los topes salariales y la consecuente caída de los ingresos de todos los trabajadores del país se han visto reflejados en el reparto del ingreso. El promedio histórico de 1970 a 1982 de la parte del PIB que recibían los trabajadores es de 37.1 por ciento, mientras empresarios, gobierno y acreedores se quedaron con el 62.9 por ciento. Esa proporción ya de por sí muestra una enorme desigualdad, ya que los trabajadores son la inmensa mayoría de la población y apenas alcanzaban el 37 por ciento del PIB. Pues bien, esa situación empeoró notablemente, pues entre 1983 y 2015 el promedio de la parte del PIB que correspondió a los trabajadores, fue del 29.4 por ciento, es decir, bajó un 8 por ciento en estos 32 años, a pesar del aumento del número de trabajadores en el país.

Sobre el monto total que supone este despojo, los compañeros del CAM hicieron un ejercicio interesante. Enlistaron el PIB de cada año y calcularon el importe de lo que les hubiera correspondido a los trabajadores si la distribución del ingreso hubiera permanecido en el 37.1 por ciento del PIB que recibían en los años setenta. Las cifras son impresionantes. La pérdida de los asalariados por la disminución de su participación en el PIB y que se transfiere a empresarios, acreedores y gobierno, es de 15 billones (millones de millones) 612 mil 859 millones de pesos y calculado en dólares, al tipo de cambio de cada año, es de un billón 471 mil 200 millones de dólares.

En verdad que cuando se observan estos datos duros en que se registra la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y el aumento notable de la desigualdad en el país, que ha llevado a un despojo ultra millonario de los ingresos de los trabajadores, se explica que las protestas se manifiesten en todos los estados de la república y las protagonicen todos los sectores sociales. Realmente sorprende que no se haya registrado un estallido social de mayores proporciones.

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