En medio de los puestos que rodean la iglesia de San Francisco de Asís, en el corazón del barrio bravo, se encuentra a un costado la legendaria Cancha del Maracaná, que a lo largo de más de cinco décadas de historia ha visto crecer a grandes futbolistas profesionales como Bernardo Hernández, El Manolete y Cuauhtémoc Blanco. Este lugar es el escenario donde cada 4 de octubre, desde hace 28 años aproximadamente, se juega el tradicional partido entre Las Gardenias y el Ebraye, partido que tiene la peculiaridad de que los integrantes de Las Gardenias son futbolistas homosexuales y transexuales. Desde entonces, este encuentro deportivo es parte del folklor de las fiestas en honor a San Francisco de Asís.

A partir del primer partido organizado por la Señora Bárbara, fundadora y creadora del equipo, se buscó la igualdad y el respeto de la gente con preferencias sexuales diferentes a los habitantes del barrio, pues cualquiera que sea su orientación no implica que sean gente “mala, violenta o distinta”; cada una de ellas al igual que los demás tepiteños se dedican al comercio, son gente trabajadora de nacimiento por lo cual en los festejos de San Pancho, como le dicen ellas, salen a dar un espectáculo de risa y alegría para los habitantes y asistentes al Maracaná.

Vicky, un transexual del barrio de Tepito, lleva más de 20 años de estilista, en este trabajo encontró su pasión y forma de vida. Actualmente, pertenece al equipo de futbol de Las Gardenias.

Manuel o Manuela, uno de los integrantes del equipo de Las Gardenias de Tepito, es de los jugadores que iniciaron cuando doña Bárbara fundó el equipo como una medida para apoyar la lucha por la igualdad en el barrio bravo.

La Jonathan, como es mejor conocida por sus amigos, lleva más de 10 años jugando la noche del 4 de octubre.

Doña Barbará fue asesinada, en agosto de 2015, al salir de la cancha del Maracaná. Además de ser la fundadora del equipo, se encargaba de patrocinar los uniformes del equipo y ayudaba en los problemas personales a sus integrantes, por ello logró ser una persona muy querida y apreciada en el lugar. Yoana (izquierda al frente), hija de doña Bárbara, es una de las encargadas de seguir realizando el tradicional encuentro anual de futbol.