En el arranque de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), en voz de su director José Luis de la Cruz Gallegos, señala que “México deberá mostrar que la experiencia adquirida en la firma de acuerdos con casi medio centenar de países podrá sobreponerse a la expectativa de Donald Trump de imponer un nuevo marco legal más propicio para favorecer sus intereses”.

“Sin lugar a dudas que la tarea no será fácil, particularmente porque la visión del gobierno norteamericano va más allá de la parte comercial, involucra los componentes laborales, energéticos, de gobierno, medioambiente, de prosperidad intelectual, pequeñas y medianas empresas y de compras de gobierno, por citar los más relevantes”, destaca el IDIC.

A unas horas de que en Washington arrancara la primera ronda de negociaciones del TLCAN entre Estados Unidos, México y Canadá, José Luis de la Cruz comenta a Siempre! que “de acuerdo con los objetivos que publicó Estados Unidos, hace alrededor de un mes, queda claro que existirá presión para tratar de que el marco legal tanto en términos comerciales como en términos laborales, de corrupción, entre otros, sean más apegados hacia el sistema legal norteamericano”.

Esa presión existe y México llega con una postura en donde tratará de hacer alianzas o ha tratado de hacer alianzas con las grandes empresas norteamericanas, con el propio gobierno canadiense para tratar de frenar esta primer ola de presión por parte del gobierno de Estados Unidos. El desafío es que se pueda contener esa presión, generar un escenario más propositivo para encontrar salidas que beneficien a los tres países de América del Norte.

 

El experto en economía y finanzas advierte que la directriz del gobierno de Trump es clara, no solo respecto a la renegociación del TLCAN, sino en todo  lo que comprende el comercio internacional. “Si se observa la agenda de 2017, la directriz de la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos (USTR)  esboza cuatro pilares que están siguiendo: el primero es soberanía. Estados Unidos busca recuperar la soberanía o defender lo que ellos consideran su soberanía. Dos, hacer prevalecer los intereses norteamericanos de sus productos; solo estos dos puntos nos dejan claro que la renegociación, no nada más del Tratado de Libre Comercio,  sino en general, irá o tratará de versar sobre el interés de Estados Unidos. Ellos tratarán de hacer  prevalecer ese interés”.

Afirma que esto genera un escenario en donde pareciera ser que al menos los primeros capítulos serán de presión, en donde se busca desaparecer, por ejemplo, el  Capítulo 19, porque es de alguna manera una salida y genera cierta equidad entre los tres países con economías distintas. Hay una asimetría en donde este capítulo permite generar un marco de mayor equidad para resolver las diferencias comerciales; su desaparición implicaría, si no hay otro que lo sustituya, que México y Canadá terminen cediendo mucho ante su socio comercial más fuerte.

Por eso “no debe ser negociable que desaparezca, probablemente se busquen nuevos mecanismos, hacerle algunos ajustes, pero en esencia se necesita un marco legal que permita la defensa de los intereses de las tres naciones”, asegura el doctor en ciencias financieras.

En cuanto al polémico déficit comercial, De la Cruz explica que hay una mala interpretación, ya que “el déficit se genera por el intercambio de empresas privadas, muchas de las cuales son norteamericanas que ven en México un lugar para producir y para exportar hacia su país y en ocasiones también esto implica triangular mercancías de Asia.

“El que en la renegociación se pongan objetivos de disminuir déficit comerciales implicaría intentar incidir sobre la manera en la que las empresas están colocando sus producciones; ¿cómo están comercializando? Y esto implicaría, por supuesto, tener que elevar el contenido regional y nacional de lo que se produce en América del Norte, que en principio no está mal, lo único que tiene que garantizarse es una visión en donde se busque incrementar la productividad y la competitividad de toda la región para que tanto Estados Unidos, México y Canadá puedan mejorar sus balanzas comerciales, sus resultados comerciales, no nada más entre ellos, sino también frente a Asia que, en realidad, el Pacífico asiático ha sido el gran ganador en América del Norte”.

Por tanto, “hay aspectos que son delicados y que será muy complicado que la negociación pueda terminar exitosamente con la profundidad debida en diciembre o enero del año que entra”, afirma.

Sobre todo, en medio de una sucesión presidencial en México, “efectivamente, los tiempos políticos son un elemento que no es lo deseable, pero no se puede modificar, veremos cómo esto termina encausando la negociación”.

En este sentido, el director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico apunta: “es deseable que en los primeros meses se llegue a acuerdos en lo básico, en los que se puedan lograr consensos, pero incorporar otros temas como energía, medio ambiente, laboral, por citar algunos de los más relevantes; como no están en el Tratado de Libre Comercio, hay que construir desde cero y para hacerlo bien se necesita tiempo. Habrá aspectos que tendrán que negociarse a lo largo de los dos siguientes años para tener un nuevo acuerdo que a lo mejor ya va más allá de lo comercial, a lo mejor el tratado deja de ser solo comercial y va hacia una integración productiva más de fondo”.

“Terminar antes —advierte— sería  correr demasiado rápido en temas que son muy sensibles para los tres países y todavía en la mesa de negociación no está lo de fondo, que es cómo se genera una región de América del Norte más productiva, más competitiva, que depende menos de los insumos de Asia, que, reitero, son los que han causado estos desequilibrios en materia laboral y comercial”.