Los sistemas democráticos contemporáneos parecen sufrir una muy profunda crisis, aún en algunos países en los que la democracia parecía consolidada. Se vive una regresión autoritaria en países ubicados en distintas regiones en el mundo. Para México, en este momento, son particularmente significativas las crisis político democráticas en Estados Unidos y en Venezuela.

En el caso de Estados Unidos, a raíz del triunfo en las elecciones presidenciales de Donald Trump, en noviembre pasado, quedó nuevamente de manifiesto la obsolescencia del sistema electoral de ese país. Trump le ganó la elección a Hillary Clinton, por amplio margen en el voto electoral pero perdió en el conteo de votos individuales. Es la segunda ocasión que esto sucede en el pasado reciente. Una situación similar llevó al poder a George W. Bush quien de esta forma “derrotó” a Al Gore.

De igual forma, Trump durante su campaña electoral y en los primeros seis meses de su gobierno ha dejado de lado un conjunto de valores que se consideraban inherentes a las democracias liberales contemporáneas como la tolerancia, el respeto a la libertad de expresión y el apego al marco institucional. La gestión de Trump está teniendo graves repercusiones negativas tanto en Estados Unidos como en el ámbito mundial. Para México, plantea retos inéditos al tener que negociar una agenda fundamental para nuestro país con una Casa Blanca desordenada y descontrolada.

El otro caso que afecta directamente a México es el de Venezuela. Después de 18 años del régimen chavista, ahora presidido por Nicolás Maduro, una minoría incompetente y corrupta ha destruido la economía, la sociedad y las instituciones políticas venezolanas. Un torpe gobierno trajo la miseria y la crisis humanitaria a uno de los países más ricos del mundo, en términos de su riqueza petrolera. El gobierno de Maduro celebró el pasado domingo 30 de julio la ilegal elección a una Asamblea Constituyente espuria y fraudulenta. De esta forma, busca desaparecer la Asamblea Nacional dominada por la oposición, pretende instaurar una dictadura de corte cubano y acabar con lo que queda de los derechos y libertades en Venezuela.

A pesar del repudio de muy amplios sectores de la población venezolana y del rechazo de buena parte de la comunidad internacional, Maduro sigue adelante y recrudece la represión. Ahora ha llevado nuevamente a prisión a los líderes opositores Leopoldo López y Antonio Ledezma que se encontraban bajo arresto domiciliario. En pleno siglo XXI estamos presenciando el descarado proceso de una minoría de oprimir y masacrar a un pueblo. Es obligación de la comunidad internacional impedir que continúe este proceso dictatorial. Debe restaurarse la democracia y el Estado de derecho en Venezuela.

Sin embargo, a pesar de todas las arbitrariedades del gobierno de Maduro estas no han merecido la condena y el rechazo de algunos sectores de la izquierda en México. Ante esa situación cabe preguntarse si consideran que la forma de solucionar la problemática económica y social del país es a través de los métodos dictatoriales empleados por Venezuela. Asimismo, habría que cuestionarles si los reclamos sobre las violaciones de derechos son solo un medio para ayudarse a ganar el poder pero una vez que lo obtuvieran, ¿se transformarían en gobiernos dictatoriales?

Es claro que México enfrenta profundos problemas económicos, sociales y políticos. Es también muy perceptible un enorme descrédito del sistema político mexicano. Tanto los políticos, como los partidos y las instituciones electorales tienen una muy baja calificación por parte de la opinión pública. Sin embargo, también es determinante que la voluntad de la sociedad mexicana, expresada y ratificada en las últimas décadas, es la de lograr el desarrollo y el bienestar a través de las instituciones fortaleciendo el Estado de derecho, combatiendo el cáncer de la corrupción y la impunidad y con el pleno respeto a los derechos y las libertades fundamentales de todos. La construcción de soluciones a la problemática de México y de su inserción en la globalidad, debe efectuarse en el marco del derecho y con pleno respeto a la dignidad de las personas.