En este 2017 se cumplieron 150 años de la publicación del primer tomo de El capital, de Carlos Marx, que es sin duda la obra más importante de la ciencia económica. Al contrario de lo que afirman sus detractores, no se ha vuelto obsoleta por los nuevos fenómenos que han surgido a lo largo de siglo y medio, sino que mantiene plena vigencia, debido a que su calado es tan hondo que descubrió los mecanismos esenciales del funcionamiento del capitalismo y, por lo tanto, siempre se puede partir de esos principios para desarrollar el análisis de los nuevos fenómenos.

Por supuesto el centro del pensamiento marxista es la teoría del valor que toma de David Ricardo, otro clásico de la ciencia económica, que señala que lo único que crea nuevo valor es el trabajo humano, pues las máquinas y las materias primas solo transmiten su propio valor, sin modificación, repartido entre las mercancías que se producen. Y esa transmisión, por cierto, también solo se realiza por medio del trabajo.

Si ese es el planteamiento central, Marx amplía su estudio mostrando cómo el capitalista se apropia de ese plusvalor, y no solo eso, sino también las múltiples contradicciones del sistema que conducen a las crisis económicas. Además, desde luego, de las consecuencias sociales y políticas que determina la economía, así como planteamientos de carácter filosófico como el que atañe al trabajo enajenado que experimentan los asalariados en el capitalismo.

Aunque la vigencia de la teoría marxista puede señalarse en casi todos los temas abordados por Marx tanto en El capital, como en sus otras obras, como El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, El manifiesto comunista o La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850, en este breve espacio solo quiero referirme a la crisis actual, que la verdad, solo puede explicarse a través de los planteamientos marxistas.