México se encuentra en el proceso de revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Estados Unidos y Canadá. El proceso de negociación parece extremadamente complejo en virtud de la beligerante actitud del presidente Trump. Desde mi punto de vista, el TLCAN ha sido sumamente benéfico no solo para México, sino para toda la región. Es claro que puede renovarse, mejorarse y actualizarse. A través del mismo, se podría avanzar en la construcción de América del Norte como la región más competitiva y próspera del planeta. Sin embargo, el presidente Trump tiene un enfoque diferente. Sus recientes declaraciones en Arizona, el 22 de agosto, así como mensajes y tuits posteriores, en el sentido de que la negociación del tratado puede conducir a su cancelación, son sumamente delicadas para México y para toda la región. Esas afirmaciones pueden ser parte de una negociación, pero también existe la posibilidad real de que eso suceda. Trump parece dispuesto a dañar a México, un socio estratégico en todos los órdenes para Estados Unidos, con tal de satisfacer a un sector de su base electoral. Desde mi perspectiva es difícil cancelar el tratado por todos los intereses involucrados, así como por las complejas consecuencias jurídicas, pero con Trump nunca se sabe. En todo caso, México debe contemplar diversos escenarios al respecto. El TLCAN ha traído importantes beneficios al país, pero es solo un instrumento más de la política económica. México no puede depender de una sola relación económica por importante que sea.

Con independencia de cuál sea el destino del TLCAN, México debe explorar con seriedad y profundidad su relación económica con otras regiones en el mundo. En primer término, destaca desde luego el caso de China y, en general, del área Asia-Pacífico, la región más próspera y poblada del planeta, así como la de más acelerado crecimiento económico en las últimas décadas. Asimismo, debe fortalecer su relación con la Unión Europea con la que nuestro país tiene importantes intereses complementarios. De igual forma, México ha estado muy ausente en la relación con África que será la región con mayor crecimiento demográfico en el mundo en el siglo XXI.

Pero, sin duda, una relación natural para nuestro país que debe fortalecerse es la de América Latina. La relación de México con los países latinoamericanos siempre ha sido muy estrecha por razones históricas, culturales, políticas y económicas. América Latina es una vasta región con diferencias muy importantes pero también con muchos rasgos comunes. México a lo largo de su historia ha desarrollado importantes capítulos con todos y cada uno de los países latinoamericanos.

Destaca desde luego la relación bilateral de México con Cuba, con los países de América Central, con Colombia y Venezuela, así como con Perú, Chile, Argentina y Brasil por mencionar solo algunos.

En lo cultural, los lazos son enormes y muy sólidos, en la literatura, la música, las artes plásticas, la arquitectura y el cine. Los vínculos ideológicos y políticos también siempre han sido muy intensos, así como los económicos y comerciales en muy diversos ámbitos.

Cabe mencionar el importante papel que ha tenido México como receptor de asilados y refugiados en las diversas situaciones convulsas en los países de la región. México se ha enriquecido profundamente por la migración latinoamericana en busca de asilo y refugio, como sucedió con el exilio español durante la Guerra Civil de 1936–39 que tuvo un fuerte impacto en los espacios económico, cultural y profesional de nuestro país.

En este espacio quiero referir dos importantes experiencias para el desarrollo latinoamericano. La primera de ellas fue el caso de Latinequip, S. A. Este proyecto fue diseñado por Helio Jaguaribe, sociólogo brasileño e instrumentado por los presidentes de México, Argentina y Brasil en la década de los ochenta del siglo XX, Miguel de la Madrid, Raúl Alfonsín y José Sarney.

Latinequip, S. A. fue constituida por Nacional Financiera, el Banco de la Provincia de Buenos Aires y el Banco del Estado de Sao Paulo. Su objeto fue promover y financiar proyectos industriales, en especial de bienes de capital, entre los países latinoamericanos. Se trató de una asociación estratégica entre México, Argentina y Brasil para promover sus sectores industriales en los mercados latinoamericanos. Tuve el honor de ser director general-presidente de Latinequip. Sin embargo, a finales de los años ochenta y principios de los noventa toda la atención de las autoridades mexicanas estaba volcada en el proyecto económico hacia el norte y se veía con enorme desinterés el vínculo económico hacia Latinoamérica. Fue un error estratégico de nuestro país.

El otro proyecto fue el de Mexpetrol. Esta empresa fue creada por iniciativa de Pemex y se integró por la misma con el Instituto Mexicano del Petróleo y el Banco Nacional de Comercio Exterior, con un grupo de cinco empresas mexicanas privadas líderes en los sectores de la ingeniería y la construcción. Mexpetrol promovió numerosos proyectos industriales en diversas regiones en el mundo. Pero los más importantes se desarrollaron en América Latina, entre los que destacan el desarrollo de un campo petrolero en Argentina, que fue sumamente productivo. De igual forma, se desarrollaron campos petroleros en Perú y Guatemala. Mexpetrol fue una asociación público privada entre empresas y organismos mexicanos que se asoció, a través de alianzas estratégicas, con empresas extranjeras. Este proyecto fue un éxito comercial. En Mexpetrol tuve la oportunidad de participar primero como director adjunto de José Mario Cobo y después como director general. Estas dos experiencias dan la pauta del enorme potencial de la relación económica entre los países latinoamericanos. En este punto es importante precisar que no basta la promoción económica gubernamental, sino que es necesario establecer los mecanismos público privados que permitan consolidar las relaciones económicas entre México y los países latinoamericanos.