La reciente visita de cuatro días a Moscú del rey Salman Ibn Abdelaziz Al Saud, no solo es altamente simbólica por ser la primera ocasión en la historia, en que un monarca saudita visita a Rusia, sino porque marca una nueva etapa en la relación política bilateral y es muestra de visiones muy pragmáticas por las dos partes.

Los intercambios y firmas de acuerdos, se dirigieron a la coordinación de políticas petroleras, buscar nuevos enfoques para temas candentes de política regional del Medio Oriente, incrementar intercambios económicos e inversiones, e incluso, acordar algunas transacciones militares.

La joven Unión Soviética fue el primer país en reconocer la creación del Reino del Hijaz y el Nejd en 1926, el que posteriormente se conformaría como Reino de Arabia Saudita en 1932. No obstante, luego de las purgas estalinistas de sus principales funcionarios diplomáticos en el reino, el rey fundador Abdelaziz Ibn Saud decidió romper relaciones diplomáticas en 1938.

A partir de entonces se vivieron décadas de sospechas y acusaciones mutuas. Mientras Riad veía a la Unión Soviética como la principal impulsora de la “penetración comunista” en la región que apoyaba a los movimientos nacionalistas, revolucionarios y antimonárquicos, para Moscú, la dinastía saudita era parte esencial del campo de las “fuerzas reaccionarias” en la zona, aliada del imperialismo occidental y pilar básico para las tensiones regionales durante la guerra fría. Episodios como el de las guerras en Afganistán, Chechenia y Daguestán, serían grandes ejemplos del enfrentamiento entre las partes.

Luego de la desintegración de la Unión Soviética, ambas partes decidieron reanudar relaciones diplomáticas y han ido explorándose bilateralmente de forma lenta. La visita a Rusia del entonces príncipe heredero Abdullah Ibn Abdelaziz en el 2003, la del presidente Vladimir Putin a Riad en el 2007, y la del príncipe heredero Mohammed Ibn Salman a Moscú en el 2015, fueron importantes antecedentes. En este año 2017, los intercambios de visitas de Ibn Salman y del canciller ruso Serguéi Lavrov, sirvieron para avanzar en la agenda y afinar los detalles para la visita del rey Salman.

Los últimos tiempos no han sido fáciles para la relación Riad-Moscú; especialmente el conflicto en Siria es visto con enfoques muy distintos y acciones antagónicas en el terreno entre las dos partes. Además, el tema de las relaciones con la República Islámica de Irán, su desarrollo militar y los temas ligados a su programa nuclear, también han alineado de manera contradictoria a rusos y sauditas.

Para cualquier observador, estas incompatibilidades serían insalvables. No obstante, la política y el cálculo pragmático, propicia el actual diálogo directo y algunas importantes concertaciones bilaterales.

Mientras que para Rusia los grandes capitales sauditas son muy atractivos en materia de inversión y ventas diversas, para el reino, tener este acercamiento con Rusia le ayuda a completar su agenda en favor de desarrollar buenos canales de comunicación con las potencias más importantes de hoy en día. La relación con varios países asiáticos como Japón, Malasia, Indonesia, y especialmente con China, recibió un nuevo impulso en febrero y marzo de este año durante la gira regional del rey Salman; mientras que la tradicional relación estratégica con los Estados Unidos acaba de ser reactivada durante la visita de Donald Trump al reino en septiembre pasado.

Arabia Saudita reconoce en la práctica el papel creciente de Rusia en el Medio Oriente, por lo que podrá intentar avanzar con un mayor grado de concertación bilateral en la transformación del conflicto sirio. Es muy factible que el reino también pretenda que Rusia desarrolle algún papel de mediador regional aprovechando sus excelentes relaciones con Irán, pero con conocimiento más profundo de las percepciones de amenaza de seguridad sauditas. Rusia no solo podría trabajar en la rehabilitación de los contactos Teherán-Riad, sino en aras de que Irán redimensione su política de influencias en varios conflictos de la zona como Iraq, Siria, Yemen, Líbano, y considere las preocupaciones en materia de política interna de otras monarquías de la zona.

Para Arabia Saudita y Rusia, también es clave en la actual coyuntura, aumentar la coordinación respecto al mercado petrolero internacional, mantener los recortes productivos y conservar los precios algo más elevados. De hecho, durante la visita, acordaron trabajar con la OPEP para mantener los precios actuales del petróleo, al menos hasta fines de marzo del 2018.

Se firmaron 15 acuerdos en varias esferas por miles de millones de dólares. Uno de ellos tiene el propósito de crear un fondo de mil millones de dólares en proyectos energéticos, que, según el canciller ruso, no solo se dedicará a energías tradicionales, sino también a energía nuclear.

El Fondo de Inversión Directa Ruso y el Fondo Saudita de Inversión Pública, aprobaron inversiones en petroquímica, logística, tecnología, electrónica, infraestructura, transporte ferroviario, agroindustria y exploración espacial.

Uno de los acuerdos se dedicó a materia militar, incluyendo tanto adquisiciones de equipo bélico ruso, como traspaso de este tipo de tecnología al reino. Se firmó un documento para la adquisición saudita de los sistemas misilísticos de defensa aérea tipo S-400, reconocido como el sistema de intercepción aérea más avanzado que se fabrica en la actualidad, ya presente en territorio sirio e iraní. El acuerdo por más de 3 mil millones de dólares se reconfirmará en las próximas semanas y podrá dar paso a futuras adquisiciones de aviones de combate y helicópteros de fabricación rusa.

La compañía estatal saudita de la industria militar (SAMI) mostró su satisfacción al haberse firmado otro acuerdo preliminar con la empresa rusa Rosoboronexport, para otorgar licencias de producción de sistemas de misiles guiados antitanques tipo Kornet, lanzacohetes múltiples, lanzagranadas automáticos, y del fusil de asalto avanzado Kalashnikov AK-103 con sus municiones. La transferencia tecnológica para la producción local de armas, es un tema que aparece recogido en la “Visión Saudita 2030”, la cual pretende que, en el futuro cercano, la mitad del presupuesto militar del reino, se aplique dentro del país, y no en compras bélicas tradicionales.

De cualquier manera, el monto actual de transacciones e inversiones globales entre sauditas y rusos, sigue siendo muy bajo si se compara con otros actores que han sido prioritarios para el reino, como los Estados Unidos y algunos países europeos. Pero no hay dudas que el pragmatismo mostrado por ambas partes, permite contar con una nueva plataforma sobre la cual continuar trabajando en el futuro.