Aunque el proceso independentista de la Cataluña contemporánea comienza desde 1980, con la aprobación de un Estatuto de Autonomía para esa comunidad autónoma, formulado durante el gobierno de Jordi Pujol, es en 2012 cuando el movimiento comenzó a manifestar su fuerza política. Ese año, durante la fiesta del 11 de septiembre, realizada en Barcelona, se llevó a cabo la manifestación Catalunya, nou Estat d´Europa (Cataluña, nuevo Estado de Europa), con una clara tendencia separatista del gobierno central español que reunió en su momento a más de dos millones de seguidores.

En 2014, las autoridades autonómicas realizaron la Consulta sobre el futuro político de Cataluña, una consulta popular no vinculante que permitiría sondear la tendencia independentista del pueblo catalán. La medida fue suspendida por el Superior de Justicia de esa región argumentando delitos de prevaricación y desobediencia por parte del entonces presidente Artur Mas y su equipo de gobierno. Tres años más tarde, el primero de octubre, el referéndum se llevó a cabo aunque de manera ilegal y sin cumplir con los estándares internacionales que implicarían el reconocimiento al proceso.

Pese a esto, más de dos millones de votantes aprobaron la separación del Estado español y puso al presidente Carles Puidemont al filo de decretar la independencia catalana. La acción fue inmediatamente desaprobada por el gobierno español, que no dudó en enviar a sus fuerzas policiales para tratar de deshacer el movimiento de consulta, el cual fue considerado por el rey Felipe VI como “una deslealtad inadmisible”.

Si hablamos económicamente, Cataluña aparentemente no pierde nada si se independiza de España. Por el contrario, es Madrid la que se preocuparía por una cuestión semejante, pues corre el riesgo de golpear su actual recuperación económica, la cual viene acarreando desde la crisis de 2008. La balanza comercial también se vería afectada directamente, pues más de una cuarta parte de las exportaciones españolas provienen de esa comunidad autónoma.

En opinión de Carlos Aznárez, director del periódico y de la plataforma comunicacional Resumen Latinoamericano, no hay vuelta atrás: la independencia va con todas sus consecuencias. Para el analista de la política catalana, España perdió desde hace mucho tiempo su oportunidad de construir una federación inclusiva, por el contrario, se ha enfrascado cada vez más en consolidar un sistema político férreo y de control que ha impedido a comunidades no solo como la catalana, sino la vasca, gallega e incluso a los andaluces, gozar de sus tradiciones, expresarse en su propia lengua, vivir bajo sus propias culturas tradicionales. Esta es la entrevista que concedió a Siempre! vía correo electrónico.

Independencia a toda costa

¿En qué situación se llevó a cabo la consulta sobre la independencia de Catalunya?

La consulta se llevó a cabo como consecuencia de la decisión del gobierno catalán integrado por dos núcleos importantes de partidos que abogan por la independencia, rompiendo así la dependencia económica y política con el Estado español.  En esa posición están, la coalición Junts pel Si (que agrupa a la centro derecha de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Demócratas de Cataluña y Moviment d’Esquerres), y también,  la izquierda popular revolucionaria representada por la Candidatura de Unidad Popular.

Ambas han tenido la valentía y la audacia de enfrentar con un referéndum democrático a un poder autoritario de características fascistas y por lo tanto represivas y retrógradas representado por el gobierno de Mariano Rajoy. Y no solo él, sino que la votación por el desafía al propio rey continuador del dictador Francisco Franco y a partidos como el PSOE, que siguen reivindicando la falacia de una España unida territorialmente.

Si se es sincero con la historia, España no existe, sino que se trata de que, en su momento, una franja de los castellanos se lanzaron a conquistar con violencia diversos reinos de Europa. Lo mismo que hicieron a la vez llegando a América para saquear, robar y generar un holocausto de 90 millones de víctimas entre los habitantes originarios del continente.

Carlos Aznárez.

¿En su opinión cuáles son los lineamientos centrales de esta consulta y qué esperan de ella?

Antes que nada hay que decir que los catalanes reivindican el derecho de autodeterminación desde el mismo momento en que fueron invadidos y ocupados por las tropas borbónicas en 1714. Un hecho que significó la posterior supresión de las instituciones catalanas y la prohibición de su lengua mediante decretos impuestos manu militari y promulgados por Felipe V entre 1707 y 1716. En dos oportunidades a la de este 1 de octubre, Catalunya intentó independizarse. La primera de ellas fue en 1873 a pocos días de proclamarse la Primera República, que resultó rápidamente frustrada por parte de apoyo, y la segunda en 1931 a pocos días de instalarse la II República, este intento fue ahogado en sangre por el gobierno de Madrid, dejando un saldo de 40 muertos y 3000 heridos.

Es en función de esta historia como nación oprimida que, para una gran franja del pueblo catalán, la independencia ha sido siempre un objetivo ineludible. El mayor argumento yace en un tema cultural. Los catalanes sostienen que la independencia les permitirá preservar su cultura, la cual forma parte de su pasado histórico, como lo es el uso de su propia lengua.

Algo similar plantean los vascos, gallegos y andaluces independentistas. Por otra parte, desde el punto de vista económico, como Estado independiente Catalunya tendría soberanía fiscal para recaudar la totalidad de sus impuestos y para administrarlos e invertirlos de la forma en que ellos estimen conveniente. No como hasta ahora, en que el gobierno unionista madrileño se queda con la mayor parte de la torta.

Asimismo, muchos catalanes declaran no sentirse identificados con la nación española y están convencidos de que una separación les otorgaría un mayor autogobierno, al contar con una soberanía propia para decidir sobre las necesidades propias del pueblo catalán.

España odia a los catalanes: Aznárez

Según políticos como Alfredo Pérez Rubalcaba del PSOE, urge una reforma en la carta magna que permita una mayor inclusión de las comunidades autónomas, a fin de mantener la unidad federal, ¿qué piensa de esto? ¿Es  posible?

Sinceramente creo que la única solución es que el gobierno español acepte la independencia. Ya no hay ni tiempo ni deseos del pueblo catalán y vasco de seguir enredándose en planteos autonómicos.

Lo ocurrido el 1 de octubre es una clara demostración de lo que es el gobierno español, no sólo el de ahora sino todos los que le precedieron, sean de derecha o socialdemócratas. No toleran en nombre de “su” democracia, la decisión de los pueblos de naciones sin Estado de liberarse. Y por eso, como lo han hecho desde siempre, han aplicado todo el rigor de la represión.

La Guardia Civil, que estos días vuelve a invadir Catalunya, tiene en su haber miles de muertos, torturados y encarcelados a lo largo de su historia de terror franquista. Son una fuerza que representa el brazo armado del continuismo fascista y odian a catalanes y vascos muy especialmente.

¿Por qué? Porque siempre les plantaron cara y no se arrodillaron ante su poder represivo. Lo mismo ocurre con la policía española que actúa como gendarme de colonias. Entre ambas fuerzas sembraron el terror contra un pueblo pacífico y desarmado. Hombres, mujeres y niños que pusieron el cuerpo y lograron una enorme victoria de votar contra viento y marea. Los dos millones de votos obtenidos hablan de una decisión que no admite retorno y son, además, el producto de la unidad de todo un pueblo. Un requisito fundamental para enfrentar a un enemigo de tal magnitud como es el que reside en Madrid.

¿Qué reacciones desencadenará la declaración de independencia de Cataluña en el ámbito internacional?

A escala internacional hay todo tipo de reacciones. Por un lado, están los amanuenses del régimen franquista actual, que coinciden ideológicamente con los Rajoy y su mafia, pero además cuidan su propio patio para que no les ocurra lo mismo con sus pueblos. Pero también, a partir de los hechos violentos protagonizados por la policía, hay reacciones inesperadas como las de la prensa de Estados Unidos, cuyos medios critican la represión indiscriminada que el mundo entero pudo ver en sus pantallas el domingo pasado.

Sin embargo, lo más importante es que para los pueblos, tanto de Europa como de Latinoamérica, la hazaña lograda por el pueblo en el referéndum es visto con adhesión y entusiasmo. Siempre que una sociedad quiere sacudir o romper sus cadenas de opresión, sus iguales en cada rincón del planeta habrán de sentirlo como una causa propia. De allí que esta independencia que viene avanzando es un hecho auspicioso y totalmente reivindicable.