México enfrenta enormes riesgos y desafíos tanto en el corto como en el largo plazo. Muchos de estos peligros son inéditos.

El contexto global se ha vuelto mucho más inestable en los últimos años. Al brexit en Reino Unido y el triunfo de Trump en Estados Unidos ha seguido la emergencia de grupos de ultraderecha en numerosos países europeos, incluyendo Alemania y Austria a pesar de su dramático pasado. De igual forma, existe una regresión autoritaria en numerosos países. En Rusia parece consolidarse una dictadura que ejerce una amenaza creciente sobre Europa, una clara involución democrática en Turquía, la inestabilidad en Oriente Medio tanto en Siria como en Israel y Palestina, por citar solo algunos ejemplos. A esto hay que añadir la compleja problemática que enfrenta España con el asunto de Cataluña.

De igual forma, el gobierno de Trump y Corea del Norte han escalado el conflicto, reviviendo el riesgo del uso de armas nucleares, lo cual podría tener consecuencias desastrosas en la región y afectar severamente a todo el planeta. Asimismo, Estados Unidos e Irán también han estado incrementando la tensión.

En el caso de México, nuestro país está siendo objeto de una hostilidad sin precedentes en los últimos años por parte del gobierno de Estados Unidos. A la difícil negociación del TLCAN se suma la insistencia de Trump del muro fronterizo, así como el atropello, la hostilidad y el trato arbitrario a los migrantes.

A este panorama se añade lo que parece ser la muy descarada consolidación de la dictadura venezolana. Es la culminación del proceso de la más impune destrucción de los derechos y las libertades fundamentales en ese país. Se trata de la consolidación de un narco Estado dictatorial; además, la creciente inestabilidad de varios países centroamericanos.

En ese contexto, México inicia un proceso electoral particularmente trascendente en 2018. Es necesario que la sociedad mexicana actúe con madurez para corregir lo que está mal, pero sin destruir mucho de lo que se ha construido en las últimas décadas.

México necesita estimular su crecimiento económico, así como su desarrollo social con pleno respeto de la sustentabilidad ambiental, pero sobre la base de las leyes y las instituciones.

El progreso y el bienestar al que aspira el país solo se puede construir sobre bases institucionales. No bastan las denuncias y las ocurrencias. Se requieren políticas públicas basadas en instituciones fuertes. Lo urgente es reconstruir y fortalecer un Estado democrático de derecho.

México suscribió los objetivos del desarrollo sostenible de Naciones Unidas para el año 2030. Entre ellos está la erradicación de la pobreza extrema y del hambre; la cobertura universal en materia de salud, así como educación de calidad; el avance sustancial en materia de igualdad de género; el crecimiento económico con salarios dignos; la promoción de la infraestructura, así como de la innovación científica y tecnológica; el combate al cambio climático; la preservación de la naturaleza y el ambiente.

Pero más aún, el país deberá enfrentarse a la problemática derivada de las tendencias globales que afectan también a México, como el acelerado incremento de la población tanto en el mundo, como en el ámbito nacional, con un sensible envejecimiento de la misma. La creciente urbanización, una economía cada vez más globalizada tanto en el comercio, la inversión y las finanzas con los peligros de nuevas crisis que esto último implica. Pero, sobre todo, una cada vez más dinámica innovación científica y tecnológica.

En este contexto, uno de los riesgos más graves que enfrenta el mundo es el acelerado proceso de destrucción de la naturaleza que está poniendo en riesgo la vida humana en el planeta, del cual el cambio climático es solo una expresión.

En cuanto a los riesgos de desastres, México es un país de muy alta vulnerabilidad internacional. Además del riesgo sísmico y del vulcanismo, el país enfrenta los efectos del cambio climático por huracanes y ciclones cada vez más frecuentes e intensos, tanto en el Golfo de México y el Caribe, como en el Pacífico. De igual forma, se ve afectado por intensas sequías en el norte del país. El problema de la escasez de agua va a ser cada vez más crítico en el país y en el mundo.

Esto es, México debe prepararse para enfrentar riesgos inéditos políticos, económicos y de riesgos de desastres. Debemos plantear correctamente los problemas para encontrar las soluciones adecuadas sin caer en espejismos milagrosos. Tanto la ciencia y la tecnología como una nueva ética global y un sistema jurídico eficaz nos permitirán superar los riesgos y desafíos que debemos enfrentar.