De cara a los comicios del domingo 1 de julio de 2018, el PRI se encuentra en una situación complicada; las encuestas presidenciales, publicadas por los medios, muestran que el tricolor tiene más negativos que positivos; que por lo menos al cierre de este año y los primeros meses del próximo se enfrentará una situación económica complicada junto a la incertidumbre de qué ocurrirá con el Tratado de Libre Comercio. Si se llegará a un arreglo o  finalmente el presidente de Estados Unidos decidirá ya no seguir en el tratado, si se renueva o no, si sus perspectivas impactarán tanto a las inversiones como al tipo de cambio.

“La percepción que hay dentro del país más la situación económica hace más complicada la perspectiva electoral del candidato presidencial del Revolucionario Institucional”, asegura Ricardo Espinoza Toledo, profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.

En estos momentos —dice— “el PRI no puede ganar solo, desde luego que en los últimos tiempos lo han acompañado partidos como el Verde Ecologista, Nueva Alianza, y muy probablemente seguirán con él. De hecho, si tomamos en cuenta que la competencia será tripartita, no entre tres partidos, sino entre tres partes, tal como está ahora la ubicación de las fuerzas políticas no requiere de grandes aliados para poder no solo dar una buena batalla, sino en ciertas condiciones tener incluso muchas posibilidades de triunfo, que en este momento no se ven, pero sus probables aliados serían estos partidos”.

El experto en temas de procesos legislativos, gobierno y partidos políticos y relación Ejecutivo-Legislativo; considera que para que el Revolucionario Institucional llegue fortalecido a la elección presidencial tiene que elegir un candidato con un perfil eminentemente político, no técnico, porque las decisiones que tendrá que tomar requieren de aliados, en caso de ganar.

Explica que “tiene que verse en la lógica de los tipos de retos que afrontará, los cuales tienen que ver con nutrir y hacer muy  fluida la relación con su partido, así como también requerirá de gobernar con el concurso de las oposiciones, es decir, por muy bueno que sea el candidato difícilmente podrá ganar la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, lo más probable es que siga esta tripartición, este tripartidismo predominante en el Legislativo, y si es así, el nuevo presidente necesitará de aliados para que se aprueben sus iniciativas”, plantea Espinoza.

 

Perfil exitoso

Por eso, advierte, “el perfil del candidato, para ser exitoso, no puede ser eminentemente técnico, no puede ser el perfil de alguien que conoce muy bien los números y sabe cuadrar las cifras, es necesario, pero no suficiente. El candidato debe saber sumar, pero no únicamente eso, debe saber ante todo hacer política, cuando digo hacer política me refiero a que tiene que convencer, en primer lugar a su partido, a los militantes, dirigentes y simpatizantes priistas”.

“Tener los elementos, las herramientas, la formación, la capacidad y la disposición de trabajar conjuntamente con la oposición. Las mayores posibilidades del candidato del PRI estarían en esta línea”, agrega.

El doctor en ciencia política por la Universidad de París, La Sorbona, precisa que “estas tendrían que ser algunas de las fortalezas del candidato, porque efectivamente, como comenté, el PRI necesita de aliados para ganar: solo la tiene muy difícil, acompañado no es garantía de triunfo, pero tiene más posibilidades, y en caso de ganar necesita de otro tipo de aliados que le permitan procesar sus iniciativas en el Congreso y esos solo pueden ser los partidos, la tradicional oposición al Revolucionario Institucional”.

En este sentido, coincide con las opiniones que señalan que el candidato del PRI debe mantener “sana distancia” del presidente de la república, porque “desde elecciones anteriores, en particular las de 2015, quedó claro que la falta de popularidad del Ejecutivo es un lastre, una carga, para el partido, especialmente para sus candidatos. Si un candidato, como corresponde, aspira a ganar, tiene que persuadir y convencer a sus seguidores reales o posibles de que él no le dará continuidad a esta línea descendente que lleva el presidente actual”.

El politólogo de la UAM advierte: “si el candidato no logra presentar y transmitir que su programa es distinto, que su acción es, en el mejor de los casos, correctiva, que está consciente de los errores cometidos y que no piensa repetirlos, al contrario que pondrá en marcha una ruta que corrija estos errores, está condenado al fracaso”.

Por tanto, para que esté en mejores posibilidades de triunfo, lo primero que tiene que hacer es mostrar su diferencia, mostrar que quiere y puede hacer algo diferente en beneficio de las mayorías, del empleo, de la seguridad, de la paz, del mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos, y para ello tiene que encontrar una manera inteligente de desmarcarse de lo que se ha hecho en esta administración, del presidente Enrique Peña Nieto, y en ese deslinde podría encontrar otro elemento fundamental que contribuiría al éxito de ese candidato presidencial”.

Imposición o democracia

El Consejo Político Nacional del PRI aprobó, el pasado 20 de octubre, que la Convención de Delegados será el método para la selección del candidato priista, sin embargo, señala Ricardo Espinoza,  “ocurre que el presidente Peña Nieto dijo con todas sus letras que hay una liturgia en la relación del presidente con el PRI, la cual establece que el presidente le adivine el pensamiento al partido y viceversa, pero en realidad lo que el primer mandatario está declarando con esto es que la decisión a final de cuentas es discrecional”.

“La decisión —afirma— quedaría en manos del propio presidente y eso, de  ser así, de no rectificarse, de no superar la vieja tradición del tapadismo, puede fracturar el partido, una fractura que no se haría pública, pero que significaría la exclusión de sectores importantes del Revolucionario Institucional que no estarían de acuerdo con esta forma de decidir quién será el candidato presidencial”.

Dicho de otra manera, “el presidente tiene muchos mecanismos para influir en la decisión de los consejeros, eso es cierto, pero eso puede hacerle mucho daño al tricolor, sobre todo en un proceso que es decisivo”.

Agrega que “imponer al candidato del presidente sería un gran riesgo para el partido, porque ese dedazo por más que incline la balanza haría mucho daño hacia dentro. Una acción de esa naturaleza sí daña, sí fractura al tricolor, y de manera inevitable conduciría a la derrota de ese candidato presidencial, porque una ruptura interna, digamos no declarada, soterrada, nadie se querrá enfrentar al presidente, pues él tiene muchos recursos de poder, provocaría que no lo siguieran en la elección”.

Ricardo Espinoza Toledo.

De suceder esto —asegura— “sería suficiente para derrotar al candidato del Revolucionario Institucional, porque se enfrentará a dos candidatos fuertes, tal vez al del Frente Ciudadano por México y, sin duda, al candidato de Morena. Si no se enfrenta a dos por lo menos a uno sí, Andrés Manuel López Obrador, entonces una fractura interna derivada de esa imposición presidencial sería el anuncio de la inevitable derrota del candidato del PRI”.

Ricardo Espinoza señala que los priistas saben muy bien que necesitan  unidad y disciplina, pero estas “no se logran por imposición, por dedazo, ese es un asunto que el presidente y los dirigentes tienen que valorar. La unidad se ha dado en razón de que todos ganan, es decir, están unidos porque todos obtienen espacios, obtienen certeza de que si no les toca ahora les tocará más adelante. La unidad se logra, porque el procedimiento de designación o de elección es incluyente, pero si es el dedazo, el resultado es la fractura”.

Para llevar a cabo un verdadero método democrático, “tendrían que utilizar un método que le dé al Revolucionario Institucional el espacio que le corresponde, esto es, el presidente nacional del PRI, él solo no es el partido, es el dirigente nacional, el partido es un conjunto de corrientes, de  grupos, de organizaciones, de fuerzas, de agrupaciones muy diversas, y quien puede llevar al triunfo al candidato no es ni el dirigente nacional ni el presidente, es este conjunto de fuerzas diversas,  variadas, múltiples que están presentes a lo largo y ancho de la república”, en ellas debe recaer la decisión, explica el académico de la UAM.

Apunta que estas fuerzas son las que conforman no solo el corazón, sino los brazos y la estructura del partido para trabajar en favor del candidato. Ellas tienen que ser y  tomar parte del proceso de decisión; suena difícil, pero es la manera más eficaz de asegurar la cohesión de un partido que es el que soportará, conducirá, hará los trabajos de base. El que no solo votará por el candidato, sino convencerá a otros de que lo haga.

Por eso, “hacer algo que atente en contra de las fuerzas vivas, de los grupos reales que lo integran, es sentar las bases de la derrota, puede que en estas circunstancias se antoje complicado, pero no hacerse cargo de esto es, como decía, poner el primer escalón rumbo a la derrota del PRI”.

 

Quién será el elegido

De los nombres que se mencionan para ser el candidato presidencial del PRI, Aurelio Nuño, Miguel Ángel Osorio Chong, José Narro, José Antonio Meade, Espinoza Toledo considera que “estos perfiles en realidad son del círculo íntimo del Presidente, pero no son precisamente los perfiles políticos del Revolucionario Institucional, y ahí sí hay un problema, pues estamos ante una situación complicada, porque si el candidato es alguno de ellos, la decisión del presidente solo está mirando su propio interés, pero no el interés del partido”.

Agrega que “el PRI no se fundó en 2012, ni en 2009, sus liderazgos tienen una trayectoria muy larga, los que sostuvieron al partido con vida durante los 12 años  de oposición no son estos que se mencionan ahora. Mirar solo ese estrecho círculo sería un agravio a lo que el PRI y sus liderazgos han sido”.

En opinión del analista, el tricolor tiene “muchos liderazgos, primero diría, Meade ni siquiera es del PRI; Nuño tal vez se afilió recientemente; Narro tiene una formación académica muy buena, pero no ha sido un líder; Osorio Chong tiene mayor tradición, puede decirse que se acerca más a los que tienen un liderazgo priista, pero no parece ser el favorito del presidente”.

“Hay muchos más personajes, más líderes  que han destacado, no solo en las buenas épocas del partido, sino sobre todo en las épocas muy difíciles, como Manlio Fabio Beltrones, por mencionar solo un nombre, no es el único”, sostiene.

En esa dirección —dice— la caballada no está flaca, “son los caballos del corral del presidente los que están muy famélicos. El tiempo corre, el PRI se está viendo lento y esto desde luego que no le ayuda al que será el candidato. Si eso es una táctica dilatoria, si es algo deliberado como parece ser para finalmente designar a uno de estos caballos flacos, pues tampoco es de ninguna ayuda ni para el partido ni para el candidato”.

Ricardo Espinoza va más allá, “efectivamente, quitar los candados para elegir al candidato presidencial fue un indicador de que muy probablemente el ungido por el dedo presidencial puede ser José Antonio Meade, sin embargo, como no es posible adivinarle el pensamiento al presidente, no se le puede dar por sentado”.