Elena Garro (1916-1998) con la novela Reecuentro de personajes (1982) plantea una historia burguesa, muy influida por el novelista estadounidense Evelyn Waugh (1903-1966) quien en 1945 publica Reencuentro con Bradeshead (de ahí el título tomado por Garro, en que se aborda con claridad la condición homosexual), también traducida como Retorno a Breadeshead.

En su novela, Garro va tejiendo, a través de su eterno y obsesionante tema del escape y la huída, la relación complicada entre un hombre, en apariencia homosexual, pues prefiere la compañía de su amigo, a la de su esposa, a quien continuamente encierra y abandona. Nuevamente la marginación (tema preferente en la novelística de Garro), y en este caso, la automarginación, se hacen presentes, sólo que en este contexto es la automarginación del marido la que opera el drama expuesto por la autora, y que triangula el encierro de la mujer como esposa de un homosexual no asumido, que ha de vivir —escondiéndose— una vida alterna, oscura y asfixiante.

Como subtrama, los protagonistas Verónica y Frank se ven envueltos por una alegórica fantasmagoría de corte policial que evoca continuamente a Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) y sus novelas El gran Gatsby (1925) y Suave es la noche (1934), así como la tortuosa relación del escritor con su esposa Zelda Fitzgerald (1900-1948), en una narración imbricada pero apasionante, teniendo como escenario varias ciudades europeas, siendo París la más importante.

Novela que encuentra vasos comunicantes con Rito de iniciación (1996) de Rosario Castellanos (1925-1974) y aún con el relato “A la víbora de la mar” (1964) de Carlos Fuentes (1928-2012), tocando el drama existencial de la bisexualidad “necesaria” de ciertos homosexuales de altos estratos sociales que, para no faltar a las normas establecidas y verse destinados al rechazo, son “obligados” por las circunstancias a vivir así y no terminar destruidos moral, material y hasta espiritualmente como los personajes de Inés Arredondo (1928-1989) en su novela “Opus 123” (1983), Reencuentro de personajes es un prodigio en el manejo del tiempo en espirales y una atribulada disertación en torno a la homosexualidad.

El homosexual hermoso, maldito y amenazador

Reencuentro de personajes de Elena Garro es una novela donde la homosexualidad se expone como una amenaza para la mujer. Absorta entre la lectura de Fitzgerald y Waugh, el planteamiento de Garro sobre la homosexualidad llega a ser exasperadamente homofóbico al relacionar esta orientación sexual con los manierismos de la decadencia moral (moralista) emanados ante todo del protagonista Sebastian (de la novela de Waugh), ejemplo perfecto del homosexual diletante de principios del siglo XX, orillado a la doble moral victoriana, e integrando a un gran cuadro de características criminales a la homosexualidad vista como patología, ante todo por la deliberada acción de Frank de tomar como “tapadera” social a Verónica (lo cual lo convierte en reflejo exacto del Sebastian de Waugh, un personaje entregado a los excesos, al hedonismo y a la sexualidad descarnada).

Hay un frenesí narrativo en la novela, en el que Garro parece querer “denunciar” los males de la homosexualidad, sus “perversiones” y condenarlas moral y arquetípicamente, a través de la ansiedad de Verónica; ansiedad que se vuelve esquizofrenia al zambullirse en los libros de los escritores mencionados y condenarlos inopinadamente: “Los escritores fatídicos, ellos escribieron mi destino… No pidieron mi opinión”, resolución argumental que bien puede ser adjudicada como rasgo autobiográfico de Garro quien, de la misma manera, se expresaba de la “fatalidad de su destino”, en relación a su matrimonio con Octavio Paz (1914-1998).

No obstante, Reencuentro de personajes, pese a lo polémica de su estructura discursiva, logra imantar al lector pues, paradójicamente, sus confluencias paraliterarias (la presencia como personajes reales de Fitzgerald y Zelda su mujer, la delirante abstracción de la protagonista por las novelas y personajes de Waugh y Fitzgerald) resultan fascinantes, tanto como sus descripciones de atmósfera y recreaciones de época, que traen a la mente también otra gran novela de Fitzgerald que retrataría a perfección el reencuentro de personajes concitado en esta novela de Elena Garro, intensa y perturbadora: Hermosos y malditos. Hermosos homosexuales, pero también malditos por ser tal y destinados al castigo, como la misma protagonista; y es que, señala la narradora: “Waugh también había condenado a Sebastián a un final terrible…”, frase que nos hace recordar el no menos fatídico final de otro Sebastian: el personaje de Tennesse Williams (1911-1983) en la extraordinaria obra De repente en el verano (1957), Sebastian Venable, cuya homosexualidad lo conduce a una muerte pavorosa siendo devorado vivo por aldeanos hambrientos.

Entre su abundante obra narrativa, y en especial en la novelística, Reencuentro de personajes de Garro tiene un lugar acaso muy especial, estética y literariamente hablando; su estructura novelística es impresionante y perfecta, siempre manteniendo en vilo al lector. El mismo esquema habita en otras novelas de Garro, no con tanto acierto: Testimonios sobre Mariana (publicada un año antes, 1981) y en La casa junto al río (publicada un año después, 1982). Pero es Reencuentro de personajes la mejor novela de la segunda etapa creativa de Elena Garro, aquella en que abandona los mexicanismos imperantes en su obra dramatúrgica y que encuentran una expresión sublime en Recuerdos del porvenir (1963).

Veinte años después, en Reencuentro de personajes, Garro alcanza la maestría de Waugh y de Fitzgerald. Explora con ahínco un impulso cosmopolita, muy semejante al vuelo narrativo de William Somerset Maugham (1874-1965) en novelas como Un extraño en París (1939) o El filo de la navaja (1944) y hace, a través de sus creaturas, un retrato demoledor de una pequeña burguesía  decadente, sumida en la mentira, la autroflagelación y la violencia psicológica. Reencuentro de personajes es, además, una autobiografía bien calzada por la ficción, cosa que imperará en la obra total de Garro.

A 35 años de su publicación, Reencuentro de personajes ha encontrado su justo lugar en la obra de Elena Garro, como una de las mejores novelas mexicanas del siglo XX.