Considerado el padre de la pintura barroca, Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610), fue un genio del lienzo, en donde su obra magistral se une a una vida intensa y polémica, pues fue un artista incomprendido, un irascible gamberro de la historia del arte que irrumpió en la Roma de la última década del siglo XVI y electrizó al mundo artístico con su carácter pendenciero y sus cuadros no convencionales.

Entre ese profundo universo de Caravaggio, se encuentra La Buona Ventura, pintura realizada en 1595, estimada como pieza clave para comprender el desarrollo inicial del artista y su primer acercamiento hacia el claroscuro. Es así que, para seguir en esa línea discursiva, el Museo Nacional de Arte en colaboración con los Museos Capitolios de Roma, Italia, la integran a la exposición, Caravaggio. Una obra, un legado.

“La pieza de Caravaggio va a funcionar como un punto de inflexión que nos va a permitir entender cómo es que construyó nuestro legado y cómo una obra temprana puede aportar elementos iconográficos que vemos presentes en el arte de la Nueva España”, aseveró Sara Baz, directora del MUNAL, en entrevista con el diario Reforma, quien además dio detalles de la muestra que estará vigente hasta el 1 de julio.

Aseguró que esta muestra es una oportunidad para el público mexicano, pues la última vez que una pintura del artista se exhibió en un museo de la Ciudad de México, fue hace 42 años, en el Museo de Arte Moderno, con la pieza El laudista. De modo que este acontecimiento marca el regreso de la obra de Caravaggio a México.

“La Buona Ventura dará pie a un diálogo singular con algunas de las piezas maestras de la colección del Museo Nacional de Arte, el Museo Nacional de San Carlos y la Colección Pérez Simón, que se vieron influidas por el estilo claroscuro propuesto por Caravaggio”.

Entre las piezas que acompañan la obra cumbre, destacan los óleos de Francisco de Zurbarán y de exponentes novohispanos, como Baltasar de Echave Rioja, Sebastián López de Arteaga y Cristóbal de Villalpando, quienes aseguran, recibieron influencias del italiano.

“La obra de Caravaggio es como una bisagra entre los últimos momentos del Renacimiento y los inicios del Barroco, coincidiendo con la Contrarreforma, la respuesta de la Iglesia católica ante el cisma de los luteranos. Fue entonces cuando el Vaticano pidió que todo el arte habrá de enfocarse a conmover el alma”.