Un acervo de cien títulos de economía publicados entre 1953 y 1971, destinados a su destrucción, tienen nueva vida gracias al escritor y diseñador gráfico Alejandro Magallanes (1971), quien para darles vigencia los transformó en una colección de dibujos, nombrada Libros fósiles, una obra considerada por el autor como un juego de libro “porque en realidad es el cascarón de un libro al que le estoy poniendo dibujos, se fotografían y aparece en una colección, me parece una paradoja, un fósil que nos da señales de lo que fueron y ya no serán”.

Algunos de estos ejemplares jamás habían sido abiertos. Ni por su diseño, ni por sus hermosos materiales y acabados, ni por sus textos, estos libros encontraron lectores interesados en ellos. Habían permanecido en la librería a través del espejo y estaban por ser desechados. “Libros sin lectores”, narra en entrevista para el diario Excélsior el ganador de la medalla Josef Mroszczak en la XVI Bienal del Cartel en Varsovia, por sus carteles a favor de ecología.

Añadió que la idea nació después de mirar un fósil del caracol en un viaje a Oaxaca, pues se preguntaba esa impronta de alguna materia, que se ha quedado esculpida en otra materia: “esto me sirvió para reflexionar sobre el libro como objeto artístico y de culto, como una escultura que puede provocar la imaginación del lector a partir de un dibujo”.

Fue entonces que Magallanes decidió sumergir estos cien volúmenes en pintura blanca y dibujar sobre ellos, respetando su estructura: portada, lomos y contraportada.

“Deseaba transformarlos en esculturas, plasmar y reflexionar acerca de la sensación y la censura del placer, la apariencia y la culpa, el concepto de obras completas, el best-seller, el amor y el mundo del like, entre muchos otros temas que rodean a la humanidad”.

Mencionó que los ejemplares de diferentes tendencias económicas que utilizó tenían acabados espectaculares, así como las telas que los envolvían y los papeles que hacían las guardas, la tipografía, y en general el cariño con el que estaban diseñados.

Editado bajo el sello editorial de Almadía, Libros fósiles será lanzado con dos mil ejemplares, a decir de Magallanes, cada lector tiene la tarea de imaginar el contenido a partir de la sugerencia de la portada y la contraportada: la historia en cada uno de ellos es una condición de posibilidad. Este ejemplar es “provocador por sí mismo, una alegoría al comienzo de toda historia: la hoja en blanco”, apuntó.

El autor aseveró que es un libro de artista, pero también lo es de sentido del humor, por lo que considera que encontrará a sus lectores sin que por ello pueda definir el público al que está dirigido, aunque compartió que lo han ojeado desde niños hasta personas mayores, cuyas reacciones han sido diferentes.

“No se trata de un acto destructivo del libro, como algunos lo han criticado, sino de un libro creado por un performance, que los convirtió en una especie de obra de arte, que pueden tener lectores, y entonces así, devolverles la vida”.