Han comenzado las campañas electorales en México para la Presidencia de la República. Se trata de la elección más grande, compleja y competida. Por una parte, en esta elección se eligen numerosos cargos a escala federal, estatal y municipal. Además, será la elección con el mayor padrón de la historia del país y se tomarán decisiones fundamentales para el futuro de México. Esto ocurrirá en un contexto global particularmente complejo que es importante tomar en cuenta, ya que la situación actual en el mundo es de extrema inestabilidad y aun volatilidad, a pesar de los innumerables progresos de la humanidad en diversos ámbitos.

La presidencia de Donald Trump ha provocado crecientes tensiones políticas y económicas en el mundo entero. De igual forma, el enfrentamiento interno en la sociedad estadounidense no se había visto en décadas. También es persistente su agresividad hacia México. Asimismo, los cambios políticos en China que consolidan el poder del presidente Xi Jinping y le otorgan el poder en forma indefinida plantea importantes interrogantes a la sociedad internacional. Además, se registra claramente una involución autoritaria en diversas regiones en el mundo, como la permanencia en el poder de Vladimir Putin y su continua intervención en áreas de tensión como Siria, así como la presunta participación rusa en diversos procesos electorales en Estados Unidos y en Europa occidental. De igual forma, la persistencia de dictaduras como la de Corea del Norte, la permanencia de los regímenes autoritarios de Irán, las monarquías petroleras árabes, o los casos de Turquía, Siria y Egipto por mencionar solo algunos casos de nuevos o persistentes sistemas de esta naturaleza.

Asimismo, en la región latinoamericana además de la consolidación de la dictadura venezolana y de los sistemas autoritarios en Bolivia y Nicaragua, se vive una etapa de crisis e inestabilidad política en Brasil, Colombia, Perú y Argentina.

Pero más allá de este somero panorama político, si bien es cierto que la humanidad ha registrado avances sin precedentes en muchos campos, debido en buena medida al avance científico y tecnológico y a una dinámica economía, al mismo tiempo vivimos de cara a profundas desigualdades sociales, Estados fallidos, guerras civiles, desempleo y migraciones masivas que han dejado a millones de personas en un estado de temor y desesperación.

Desde un enfoque más profundo, se da la problemática de la destrucción de la naturaleza y de la degradación del ambiente que puede agravar mucho más la problemática de la humanidad. Los esquemas de crecimiento económico actuales nos conducen a una colisión masiva con los límites naturales del planeta.

Sin embargo, a pesar de la acelerada destrucción de la naturaleza, aún se puede construir un mundo con prosperidad para todos, pero es necesario no esperar más para actuar apropiadamente.

La agenda 2030 de Naciones Unidas trata de encarar algunos de estos retos. Las 17 metas que se plantea dicha agenda van desde erradicar la pobreza y el hambre, hasta diversas metas de carácter ecológico. Pero es necesario precisar que debemos cambiar profundamente la forma actual de actuar en la economía global ya que el logro de los 11 objetivos socioeconómicos pueden obstaculizar el cumplimiento de las tres metas ecológicas que se proponen en los objetivos del desarrollo sostenible, como estabilizar el clima, restaurar los océanos y detener la pérdida de la biodiversidad. La única respuesta posible es adoptar un enfoque integral de políticas para un cambio estructural que evite la degradación del ambiente y la destrucción del planeta. Es necesario buscar nuevos balances entre el corto y el largo plazo; entre el interés general y el interés particular, así como entre el ser humano y la naturaleza.

En un contexto global complejo tanto por la acelerada destrucción del planeta, como por la inestabilidad política y económica global, México debe buscar elevar su crecimiento económico con estabilidad, con una mucha mayor inclusión social pero sobre todo con el cuidado de la naturaleza y el ambiente.

Este proceso debe efectuarse, insisto una vez más, en el marco de la consolidación del Estado democrático de derecho en México con el más pleno respeto de los derechos y las libertades fundamentales.