En el marco de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el pasado 27 de agosto, México y Estados Unidos —dejando a Canadá a un lado— lograron pactar un acuerdo comercial en el “que pareciera, a reserva de tener toda la información de los detalles del contenido del texto, que hay cambios sustantivos en algunos aspectos de los sectores automotriz, textil, de la industria farmacéutica y del transporte”.

Además de que “el hecho de que no se hayan quitado los aranceles al aluminio y al acero es una situación delicada”, señala José Luis de la Cruz Gallegos, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y Crecimiento Económico (IDIC).

Especialista en materia comercial, asegura que este acuerdo es un gran logro que “marca el inicio de una nueva relación entre ambas naciones, en donde cambian los esquemas de cooperación no solo en ese ámbito, sino en el de seguridad y migración”.

De la Cruz advierte que “si bien se eliminó la incertidumbre que existía respecto al acuerdo, la economía mexicana tendrá nuevas reglas de convivencia con Estados Unidos, las cuales son más restrictivas, lo que implica implementar una verdadera política industrial para elevar la productividad, sobre todo en el sector automotriz en donde los esquemas serán más restringidos”.

En opinión del maestro en economía por El Colegio de México y
doctor en administración por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, “no necesariamente las nuevas reglas, que son más restrictivas, perjudican a México, pero dependerá de que nuestro país aplique una política industrial integral, porque si no lo hace se corre el riesgo de la salida de algunas inversiones, por eso México tendrá que definir esto en los próximos meses”.

“Si nuestro país implementa una política de incremento en productividad, en competitividad, en mejorar su innovación tecnológica, podría recibir más inversiones para elaborar los insumos intermedios”, dice el experto en materia económica y comercial.

Durante las rondas de negociación del TLCAN, el capítulo del sector automotriz fue uno de los más controvertidos debido a las distintas posturas de los países miembro —México, Estados Unidos, Canadá— y a las afectaciones que ello implicaba para una industria ampliamente integrada entre los tres países.

Según lo publicado por los diarios, pese a que el gobierno norteamericano no logró imponer su primera y muy agresiva demanda sobre el contenido regional en este sector, sí logró que este pasara de 62 a 75 por ciento. Un incremento considerable si se toma en cuenta que los 12 meses que duró la negociación el sector automotriz exigió que este apartado se mantuviera sin cambios.

Además de que en este nuevo acuerdo se incluyó la parte salarial: a partir del 1 de enero de 2020, cuando entre en vigor el acuerdo, 40 por ciento del total de los automóviles que se fabriquen en la región deberá hacerse en una zona de altos salarios con el objetivo de incrementar el contenido regional y seguir gozando de libre arancel.

La propuesta del vecino país para el salario en estas zonas es de 15 dólares por hora, un nivel considerado “inalcanzable en el corto plazo”, de acuerdo con Ildefonso Guajardo, secretario de Economía.

Mayor productividad y competitividad

En este sentido, De la Cruz Gallegos afirma que “son las empresas las que tendrán que acabar cumpliendo estas normas, estos acuerdos entre gobiernos, aunque existe el riesgo de que si no se hace con mayor productividad, con mayor competitividad, si no se eliminan algunos de los aspectos que ahorita restringen la evolución de ese sector económico, como la inseguridad, si no se mejora la competitividad del sector energético, si no se disminuyen los costos del transporte, por citar algunos elementos, podría impactar en perdida de empleo”.

Por lo mismo, “para darle cumplimiento a esos acuerdos, se tendrá que implementar una política de desarrollo industrial, que esté en capacidad de evitar que lo que se firmó dañe la planta productiva del sector automotriz”, afirma el académico del Tecnológico de Monterrey.

José Luis de la Cruz expresa que “sin lugar a dudas el objetivo de Donald Trump era tratar de generar un esquema en donde parte de lo que habían ganado México y Canadá, porque también la negociación incluye a Canadá sin lugar a dudas, era tratar de recapturar esos procesos. México, como tenía que hacerlo, buscó el mejor arreglo posible, en donde la estrategia se equivocó, porque desde el inicio se tuvo que generar una propuesta mucho más propositiva que fuera más allá de intentar conservar lo que existía en el TLCAN, y genera un nuevo acuerdo que implicará mayor complementación e integración productiva”.

Explica que “como no sucedió así y pretendió evitar o tratar de que no existieran muchos cambios en el TLCAN, lo que estamos viendo ahorita es que algunos de estos cambios pueden afectar la planta productiva del sector automotriz y evidentemente esto puede acabar generando menor crecimiento”.

Aunque advierte que esto, en el corto plazo, no causará ningún tipo de movimiento o presión social en el sector, “porque existe el margen de poder aplicar políticas complementarias que en un momento dado ayuden a evitar una afectación, pero el desafío será atenuar esas afectaciones, ahí sí, solo con una política industrial integral se podrá lograr”.

El director del IDIC asegura que sigue latente el riesgo de que las renegociaciones del TLCAN queden divididas en dos acuerdos bilaterales: México-Estados Unidos y Estados Unidos-Canadá, “es un escenario posible, porque en principio es lo que Donald Trump buscaba, todavía falta saber qué decisión tomará su Congreso y los canadienses, pero es algo que está flotando en el ambiente con mayor fuerza”.

Por eso, dice, lo primero “en estos días, semanas, es esperar para saber si Canadá se suma o no, si se integra al acuerdo, porque su decisión es muy importante ya que cualquiera que sea esta cambiará un tanto la ruta del acuerdo que se determinará. A partir de ahí, el contenido del acuerdo se empezará a conocer en el Congreso estadounidense, se hará público antes de que lo voten, porque ahí la transparencia es muy importante”.

El experto en materia comercial confía en que una primera lectura de lo que se mande al Congreso de Estados Unidos se haga con 30 días de anticipación, antes de que venza el plazo para que lo aprueben o no los legisladores norteamericanos. Probablemente en noviembre ya se tenga alguna lectura completa del texto y a partir de eso hacer unos ejercicios de evaluación de qué tan positivo o negativo es lo que se está acordando.

Ante los comentarios de la opinión pública de que el equipo de transición del nuevo gobierno que encabeza el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, que se integró a la mesa de negociaciones influyó para concretar este acuerdo comercial entre México y su principal socio comercial, el doctor José Luis de la Cruz asegura que aunque “la participación del equipo de transición que realmente existió, sí influyó, ellos mismos lo dijeron, sobre todo en temas como el energético, en este sentido la responsabilidad del acuerdo, bueno o malo, es del actual gobierno porque legalmente le corresponde la responsabilidad, la facultad, de hacer la negociación, la parte de transición influyó, pero no tenía las potestades como para determinar que se iba o no a aprobar”.

Hay que esperar a conocer el contenido total del acuerdo para poder evaluarlo, porque ahorita lo que se tiene son puras especulaciones y lo que los propios actores nos dan a conocer. “Hay sectores que justo las semana pasada empezaron a hacer públicas algunas de sus diferencias, lo cual acabará determinando qué ocurra, aunque reitero, eso no tardará mucho en definirse porque Canadá en estas semanas próximas acabará definiendo qué hacer”.

Sin embargo, “hay un escenario por ahí que señala que esto podría llegar hasta fines de septiembre que sería el límite que tendrían para lograr la definición, las siguientes días tendremos claro que tanto avanzan los canadienses y los norteamericanos en su negociación”, dice.

Aunque dice que debido a que en Estados Unidos habrá elecciones intermedias en noviembre, “al presidente Donald Trump le conviene que esto concluya lo antes posible, lo que quieren es presentar ya que se logró un acuerdo y que ese acuerdo fue positivo para los intereses de su país, sería favorable políticamente para él, algo con lo que estará jugando”.

La industria automotriz global

  1. Según la Organización Internacional de Constructores de Automóviles (OICA, por sus siglas en francés), en 2017 la producción mundial de automóviles ascendió a 97 millones 302.5 mil unidades.
  2. El año pasado, México fue el séptimo productor de automóviles a escala mundial con 4 millones 068,415 unidades, el 4.2 por ciento del total mundial.
  3. China es el principal fabricante de automóviles en el mundo, su producción representa 29.8 por ciento del total mundial.
  4. Estados Unidos ocupó el segundo lugar como productor mundial de automóviles con 11.5 por ciento.
  5. El tercer lugar es para Japón con 10.0 por ciento.
  6. Alemania se queda con 5.8 por ciento
  7. México se encuentra dentro de los diez principales exportadores mundiales de automóviles, ocupó en 2016 el cuarto lugar.
  8. En relación con las importaciones, México tiene el décimo lugar como comprador, con 37.2 millones de dólares.

Fuente: Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados.