Ricardo Muñoz Munguía

Si no se dispara el humo, se habrá de disparar un humor que nadie aguante. Esta es la ley, la verdadera ley que se redacta con olor a cigarro a lo largo de las páginas a las que convocó Eusebio Ruvalcaba (Guadalajara, 1954-Ciudad de México, 2017). Prohibido fumar. Cuentos contra la represión (Lectorum, Colección Marea Alta, México, 2018; 150 pp.) sin línea alguna, como lo afirma en el Prólogo el autor de la gran novela Un hilito de sangre, quien además se ha encargado de la selección, es un libro de donde el escenario, por lo regular, tiene el efecto de espejo o, más bien, panoramas paralelos se estructuran. Uno: con los efectos que golpeó la ley cuando se prohibió el cigarro en aviones, restaurantes…, lugares cerrados y públicos, lo que provocó en la gran mayoría un desacuerdo que se afianzó en el pretexto para despotricar contra todo y contra todos por lo que se consideraba un derecho, pero que los autores que se agrupan en el volumen que hoy nos ocupa le dan forma, presencia, razón… a el cigarro. Dos: los escritores le ponen los acentos necesarios y justos a lo que ven del otro lado, que paradójicamente es como también se les ve, donde la sociedad los enmarca y en gran medida los aísla.

Es así que el recorrido que hacemos en Prohibido fumar, es penetrar hasta donde llega la nicotina, la que ha provocado al escritor a usar sus herramientas para, de algún modo, también hacer comprender pero quizás eso sea lo más lejano, porque la palabra convertida en cuentos que van por todo estilo, tienen el unísono del desacuerdo y que se logra para disfrutarse, sobre todo —lo digo desde el sitio del no fumador—, porque el humo —o no humo— es el excelente pretexto para mostrar el humor, las sensaciones, el sentir…, de cada uno de los autores de lo que ven en la sociedad y de cómo se ven así mismos. Aunque hartos, bien vale la pena mencionarlos: Marcial Fernández, Claudia Guillén, Carlos Martín Briceño, Rogelio Flores, Adrián Román, Fedro Carlos Guillén, Jorge Borja, Carlos Bortoni E., René Roquet, María Esther Núñez, Leo Mendoza, Gabriel Rodríguez Liceaga, Amélie Olaiz, Víctor Pavón, Ernesto Guzmán Lechuga, Diana Violeta Solares Pineda, Humberto Ramón Levet, Mariví Cerisola, Ester Ortega y Eugenio Partida. Todos ellos, lo maravilloso y algo que ya era parte de Eusebio Ruvalcaba, es que fueron seleccionados por atributos particulares que en el Prólogo justifica Ruvalcaba para integrarlos a estas páginas de Prohibido fumar, algo que no tuvo que ver con currículums abultados sino con la valiosa mirada del escritor tapatío. Justificación precisa que, por otro lado, nos convoca a asomarnos al trabajo de algunos de ellos que no han tenido tanta promoción.

Prohibido fumar. Cuentos contra la represión, como recordamos cuando se llevó a cabo esta ley, “cuánta polémica —afirma Ruvalcaba para desatar la pregunta que da esencia al volumen— ha desatado la ley sobre la prohibición de fumar. Hay quien la aprueba, hay quien se opone. Hay quien se siente protegido por su aplicación, hay quien se siente desde luego agraviado./ Pero, ¿qué tienen que decir los escritores a este respecto?”.

Veamos las respuestas en estos cuentos contra la represión de fumar.