Con una lectura que bien podría ser recomendada especialmente para los adolescentes, es parte de lo mucho que ofrece la escritora zimbabuense, NoViolet Bulawayo, en su novela Necesitamos nombres nuevos, basada en una conmovedora y atractiva historia que proyecta una imagen compleja de África, de los africanos y del hecho migratorio, una visión de las múltiples caras de un prisma, muchas de las cuales no se corresponden con los discursos más habituales.

Bastardo, Chipo, Sabediós, Sbho y Stina forman el grupo de amigos en Darling, la protagonista y narradora de la historia, todos ellos habitantes de un poblado de chabolas con un evocador nombre, Paraíso. A este grupo de infantes, a decir de la autora en una entrevista para el diario El País, les dio voz para entender el mundo desde otra perspectiva: “Los niños también son piezas de este puzzle que compone la vida, pero la viven a través del mundo que construyen los adultos”.

Agregó que tocar temas como la violencia, los abusos o el suicidio visto a través de los menores, es una forma de colocar a los adultos en un punto incómodo, en un punto distinto, para que reflexione sobre estos problemas, y se pregunte qué pueden hacer para que ya no sucedan.

“La generación actual vive en un país con una disfuncionalidad extrema. Aunque los detalles son diferentes, es la historia de mis sobrinos y sobrinas. Pero no hay que olvidar que hay muchas historias en el mismo país y también hay niños privilegiados que jamás han experimentado historias como las de Darling”.

Darling habla de sus amigos, de su madre, de sus vecinos, de sus juegos, de lo que le rodea. De vez en cuando, se va con su abuela a la capilla. Habla de la presencia de los chinos, que están trabajando y dirigiendo algunas obras en la ciudad. Con su ingenua pero experimentada mirada, Darling describe muchas experiencias difíciles, como las que vivió la propia NoViolet, pues ambas comparten la migración a otro país, el cruzar fronteras: “cuando Darling llega a EE UU, nuestras historias se vuelven más íntimas y se acercan más. Las dos hemos estado intentando encontrar nuestra voz, buscando nuestro lugar, sintiéndonos desplazadas. Pero Darling se ha quedado en un limbo en el que el hogar no es en realidad el hogar… También tenemos en común la voz: hablamos igual, sonamos igual y las dos somos tremendamente divertidas”.

En libro editado por Salamandra, Noviolet Bulawayo muestra luces y sombras de los dos estilos de vida: en África hay pobreza, pero están su madre, su familia, sus amigos, etc. En Estados Unidos no pasa hambre, pero vive con escasas expectativas, condenada a asimilar una cultura con la que no se identifica y que le provoca traumas.

“Darling es un excelente personaje que encarna estas ambigüedades y, sobre todo, la nostalgia que siente de haber perdido definitivamente su mundo y sus raíces”, señaló la galardonada por el Premio Caine para la Escritura Africana por su cuento Hitting Budapest, en la que narra las idas y venidas de una banda callejera de jóvenes en un slum de Zimbabwe, una historia más, dice Noviolet, “de esas que normalmente no se cuentan”.