Irene Selser

No transcurrió una semana desde el triunfo electoral del militar en retiro Jair Messias Bolsonaro cuando el teólogo, filósofo y escritor brasileño Leonardo Boff advirtió sobre el clima de violencia y odio creado por el próximo presidente de Brasil, con un aumento exponencial en las últimas semanas de las amenazas de secuestro y muerte a quienes votaron por el Partido de los Trabajadores (PT) del dos veces ex presidente Lula da Silva, preso por “corrupción pasiva”.

A sus 79 años, el ex sacerdote franciscano, icono del pensamiento social religioso desde mediados del siglo XX y uno de los fundadores de la Teología de la Liberación junto al sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, calificó de “una especie de guerra civil no declarada” la nueva coyuntura política que se abre en el gigante sudamericano con el impensable triunfo del “mesías” Bolsonaro, cuya proyección hace honor a su nombre.

Autor de más 60 libros de teología, espiritualidad, filosofía, antropología y mística, el también ecologista Leonardo Boff se enfrentó en los años ’80 a la larga era de Juan Pablo II. La cruzada contra de la Teología de la Liberación del papa polaco explica en buena parte la avasallante penetración de las iglesias evangélicas con matriz estadunidense en la región, cuando paralelo al desmonte del Concilio Vaticano II, el republicano Ronald Reagan impuso desde la Casa Blanca un nuevo paradigma neoliberal. Y si bien los teólogos liberacionistas buscaron llevar “el don del reino de Dios” hasta barrios y fábricas, su persecución despejó el camino a las denominaciones protestantes; un fenómeno que el papa argentino Francisco intenta revertir sin éxito.

No es casualidad que en su primer encuentro con las multitudes como pontífice, hace cinco años, Francisco exhortara a miles de peregrinos reunidos en la playa de Copacabana para la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, a “armar lío en las diócesis” y “lanzarse a las calles para propagar la fe”. “Quiero ver que la Iglesia se acerque a la gente, quiero que nos despojemos del clericalismo, lo mundano, el estar encerrados en nosotros mismos, en nuestras parroquias, colegios o estructuras, porque ellas son para salir”, dijo el flamante pontífice en Copacabana tomando prestado el discurso liberacionista.

Desde entonces su mensaje –y su gestión– ha estado dirigido a intentar revertir la declinación en la cantidad de católicos en casi toda América Latina ante el avance de las congregaciones pentecostales y evangélicas, que han sabido ganarse “las almas” ayudando a la gente a mejorar su día a día en temas tan acuciantes como el alcoholismo o la violencia intrafamiliar, aunque desde una perspectiva mayormente conservadora.

En su artículo “Persecución política y clima de odio” (Página 12, 5-XI), Boff alude precisamente a la articulación en Brasil entre la extrema derecha y el fundamentalismo evangélico extremo, “que son muy fuertes porque tienen el segundo canal de televisión”. Agregó que Bolsonaro “ganó con mentiras, con millones y millones de fake news, de noticias falsas que varios empresarios pagaron”. Un símil a lo ocurrido en Colombia, donde el evangelismo conservador se alió con la ultraderecha del ex presidente Álvaro Uribe para boicotear el acuerdo de paz suscrito entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC tras cuatro años de arduas negociaciones.

Para Boff, el clima de violencia en Brasil “es sólo el comienzo”. “Después vendrá un golpe dentro del golpe. Varios ministros son generales muy violentos y hay una diferencia que apuntar”, destacó. Añadió que Argentina, que conoció feroces dictaduras militares “ha juzgado a sus torturados”, pero en Brasil “se ha hecho un pacto de perdón y los torturadores están todos en el ejército. Ahora salen, están en activo comandando grupos de represión”, alentados por Bolsonaro.

No obstante, el autor de libros como La irrupción del espíritu en la evolución y en la historia y Una ética de la Madre Tierra –una reflexión teológica espiritual sobre la Tierra y el ser humano, que propone una “ecoteología” para vivir en armonía con la naturaleza según las premisas del desarrollo sustentable– hace una distinción entre las distintas corrientes evangélicas y la influencia de los pastores en el resultado de la elección del 28 de octubre, que dio la victoria al ex capitán de ejército de 63 años. A nombre del Partido Social Liberal, Bolsonaro, quien asumirá el 1 de enero, va a comandar un país dividido tras derrotar al candidato de Lula, Fernando Haddad. Quien será el 42 presidente de Brasil y el octavo desde la dictadura militar de 1960-1985, se impuso por más de 55 por ciento de los votos a Haddad (casi 45 por ciento) y dirigirá la mayor economía de América Latina, la segunda de toda América y la sexta a nivel mundial bajo el lema nacional religioso que tanto sedujo a casi 60 millones de brasileños: “Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos”.

No obstante, destaca Boff, es necesario distinguir entre los evangélicos históricos que están más bien en la línea de la defensa de los derechos humanos y “otra línea de influencia estadunidense que son los neopentecosales”, como la Iglesia Universal del Reino de Dios. “Tienen canales de televisión que arrean a millares y millares de personas todos los días”, enfatizó.

Según la consultora Latinobarómetro, en 2017 casi 19 por ciento de los latinoamericanos eran protestantes y sus temáticas preferidas, cada vez más presentes en el debate público, se centran en la defensa de la familia tradicional y contra el aborto, ejes de la agenda de Bolsonaro.

Según Andrew Chesnut, director de Estudios Católicos en la Virginia Commonwealth University de Estados Unidos, “en Brasil el crecimiento de los pentecostales, una de las corrientes de los evangélicos, ha sido tan fuerte que el país tiene hoy la mayor población pentecostal del planeta. ¡Por encima incluso de Estados Unidos!”.

Para William Beltrán, experto en religión y profesor de la Universidad Nacional de Colombia, “las iglesias evangélicas han logrado responder mejor a las necesidades de las nuevas generaciones de latinoamericanos, en especial en contextos de un cambio social acelerado, caracterizado por una urbanización y una globalización acelerada. Todos estos procesos han dejado a grandes sectores de la población excluidos, o con muy escasas oportunidades”.

En cuanto al sesgo ideológico de las urnas, Gaspard Estrada, experto en América Latina en el Instituto de Estudios Políticos (Sciences Po) de París, considera que más que “un corrimiento hacia la derecha”, lo que se está viendo en la región es ” una victoria de la alternancia”.