Por Adrián Sanmartín

 

“Las Décadas Púrpura… Si no las hubiésemos vivido, no las creeríamos posibles. Empiezan a parecer ya muy lejanas. Por suerte, tenemos a Tom Wolfe para recordárnoslas. Por suerte, los futuros historiadores, los buscadores de curiosidades y los amantes de las letras, dispondrán, si recurren a Tom Wolfe, de un retrato definitivo, global y correctamente sintonizado de nuestra época”, apunta Joe David Bellamy en el prólogo a Las Décadas Púrpura, recopilación de las crónicas sobre los años sesenta y setenta que escribió el gran autor norteamericano y que ahora con acierto recupera Anagrama.

En efecto, Tom Wolfe es el excelso retratista de esos años, con fenómenos y personajes tan sorprendentes que parecen inventados pero no lo son “todo esto ha ocurrido en la realidad”, certifica el propio Wolfe en su obra canónica El Nuevo Periodismo, que da carta de naturaleza a un movimiento rompedor que aúna literatura y periodismo y que tiene en Tom Wolfe a su impulsor y uno de sus principales representantes, junto a, entre otros, Truman Capote, Gay Talese. Con el membrete de nuevo periodismo, nace en Estados Unidos en los sesenta, pero no está de más recordar mucho antes pioneros ejemplos de este nuevo estilo en cronistas españoles de los años treinta, reivindicados en Un país en crisis (Edhasa), donde precisamente su compilador, Sergi Doria, señala esa condición pionera.

La fusión entre literatura y periodismo la practicó Ryszard Kapuściński, y ahora mismo Svetlana Alexiévich, en quien con la concesión del Nobel de Literatura se reconoció la excelencia y pujanza del género, sin olvidar en el ámbito hispano, a nombres como el de Martín Caparrós, Leila Guerriero, y Alma Guillermoprieto, que se alzó este año que ahora termina con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

De ella es sin duda maestro Tom Wolfe en sus crónicas y artículos e, igualmente, al aplicarla, de alguna manera después, cuando comience su faceta como narrador, desplegada en las novelas La hoguera de las vanidadesTodo un hombreSoy Charlotte Simmons y Bloody MiamiPorque en Wolfe siempre está presente la superación de lo que llamó el “tono beis pálido” para referirse a los escritos periodísticos convencionales.

Nada de “tono beis pálido” hay en los veintiún textos incluidos en Las Décadas Púrpura, seleccionados por el propio Wolfe y que se acompañan de los dibujos y viñetas realizados por él que son un plus al libro. Textos (“Bob y Spike”, “El autobús”, “La mujer que lo tiene todo”, “La chica del año”, “El hombre dividido por el Atlántico”…) donde hay piezas maestras y de enorme influencia en la batalla contra la inquisitorial corrección política que se va extendiendo cada vez más. Así, por ejemplo, “Mau-mauando al parachoques”, sobre el programa de ayuda contra la pobreza desarrollado por una burocracia a la que era fácil engañar, o el célebre “La Izquierda Exquisita”, en torno a la fascinación de la esnobista élite neoyorquina hacia los radicales, en este caso los Panteras Negras. Curioso lo que ya en ese momento se consigna por boca de uno de los personajes de la pieza: “Dos amigos míos -confía ella al teléfono-, dos amigos míos, que da la casualidad de que son… no blancos… eso es lo que odio de los tiempos en que vivimos, la importancia de los términos…bueno, han aceptado hacer de camarero y de doncella… ¡y yo misma tendré que hacer de doncella también!”.

Tom Wolfe derrocha sátira y sentido del humor, pero bien señala Joe David Bellamy, “como toda comedia horaciana, se propone reformar a través de una risa que nunca es vengativa o meramente personal, sino que revela una gran amplitud de miras”. Una perspectiva que puede comprender, que no justificar o amparar, la tendencia de la naturaleza humana a la estupidez y la vanidad. De ahí que Wolfe no sermonee. Observa con inteligencia y nos transmite sus observaciones. Lo que es mucho más eficaz.