En el mes de agosto de 2018 se dio a conocer una medida novedosa para apoyar en especial el desarrollo local del ejido San Nicolás Totolapan, localizado en la alcaldía Magdalena Contreras en Ciudad de México, información que tal vez por el fragor político que se vivió en esas fechas en todo el país pasó a un segundo plano en la cobertura de los medios de comunicación, y pensamos que es oportuno comentarlo.

Se trató de la colocación de los primeros Bonos de Carbono en la Bolsa Mexicana de Valores, con el propósito de la conservación del ejido ya mencionado. Esa estrategia se llevó a cabo por parte del entonces gobierno de Ciudad de México. En total se colocaron 3,909 bonos, cada uno con un costo de 12 dólares, los cuales adquirieron seis consorcios por un monto de casi 46,908 dólares.

El 100 por ciento de los recursos serían integrados al Fondo Ambiental de Cambio Climático de la Ciudad de México, etiquetados para los trabajos de reforestación y mantenimiento del ejido, ubicado en los límites de las demarcaciones Tlalpan y Magdalena Contreras, el cual es propiedad de 339 ejidatarios, quienes, a su vez, asumieron el compromiso de preservación y cuidado de la zona durante un periodo de 30 años. Cabe añadir que San Nicolás Totolapan tiene una extensión total de 2,274 hectáreas, de las cuales 1,985 conforman un bosque de pino, encino y oyamel, que fue incorporado al mercado de los Bonos de Carbono colocados en la Bolsa Mexicana de Valores.

La entonces secretaria de Medio Ambiente de la ciudad, Tanya Müller, informó que para acceder a este mecanismo financiero fue necesario que se registraran todos los beneficios ambientales del bosque en una plataforma internacional, particularmente en lo referente a la captación de carbono. Esa plataforma fue Climate Action Reserve (CAR), localizada en el estado de California en Estados Unidos, que es considerada la más estricta en este ramo.

Según Müller, de diciembre de 2017 a julio de 2018 se capturaron en ese bosque 10,235 toneladas de bióxido de carbono de la atmósfera, mitigación que equivalía a las emisiones de bióxido de carbono generadas por 3,239 autos particulares durante un año. Añadió también que durante los próximos cinco años se capturarán en ese bosque 72,603 toneladas de carbono, las cuales también se podrán comercializar en los mercados.

En su oportunidad, durante la presentación de este innovador mecanismo financiero, el entonces presidente del Consejo de Administración de la Bolsa Mexicana de Valores, Jaime Ruiz Sacristán, destacó que Ciudad de México se convertía de esta manera en la primera urbe de América Latina que colocaba un bono de este tipo.

Hasta ahí todo bien, pues la colocación de esos bonos de carbono fue para beneficiar el desarrollo de un ejido en la demarcación Magdalena Contreras. Sin embargo, cabe plantear dos preguntas: la primera es saber ¿qué seguimiento se le ha dado a esa estrategia financiera y los beneficios concretos para la comunidad? La segunda es conocer si el gobierno capitalino actual, ¿tiene el propósito de continuar con la colocación en la Bolsa Mexicana de Valores de este tipo de instrumentos bursátiles? Esto, para el beneficio de otras zonas boscosas de Ciudad de México. Tal vez, los propios ejidatarios de San Nicolás Totolapan, a través de sus comentarios, orienten la pertinencia de continuar o no con la medida. Será cuestión de escucharlos con atención.

Secretario General del Partido Verde

Ecologista en la Ciudad de México.