Por Jorge Alonso Espíritu

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]E[/su_dropcap]l Centro Histórico de la Ciudad de México es un infierno con muchos pedazos de paraíso escondidos, lo mismo en los ámbitos urbanísticos, culturales, gastronómicos y acústicos. Al interior de un viejo edificio de la calle de Bolivar #67, en uno de los sectores más ruidosos de la capital, se encuentra un refugio para los melómanos: Venas Rotas, una tienda de vinilos especializada en rock, en donde lo mismo se puede encontrar material de clásicos como The Smiths, Iggy and The Stooges, The Clash, Bruce Springsteen o Patti Smith, que discos de punk, gótico y de grupos emergentes, pero con propuestas de alta calidad sonora. Además, en este local concebido como un punto de encuentro, el interesado puede descubrir sonidos nuevos, sentarse a tomar un café o una cerveza, y encontrar libros, fanzines y cassettes. Siempre! conversó con Víctor García Zapata y Gustavo Abascal, administradores de este sitio under, que a pocos meses de su apertura se ha convertido en un espacio indispensable para los amantes del rock & roll.

Venas Rotas Discos

-¿Qué es lo que hace diferente a Venas Rotas de otras tiendas de vinilos?

Gustavo Abascal: No es que sea distinto a algún lugar, creo que no hay diferencia. Tal vez la única, el público es lo que nos comenta, es la selección de material que hay. Hemos llegado a eso sin que sea nuestra dirección original. Se dio así, sin pretensiones.

Víctor García Zapata: No queremos diferenciarnos de ninguna tienda; nos parecen muy bien todos los locales que existen en el circuito de vinilos, de música alternativa y de rock. Lo que pasa es que nosotros juntamos nuestras colecciones y gustos musicales, y eso representa a una comunidad de la que hemos sido parte, la comunidad del metal, del rock y de un montón de otros géneros. Ahora mismo hay un movimiento muy importante de post metal, y eso representa los gustos de la comunidad de la que somos parte.

-¿Cómo nació la idea de crear este espacio?

Víctor: Desde hace muchos años hemos venido compartiendo el gusto por la música, por los conciertos, por todos los materiales, los stickers, los botones, todo eso que representa la comunidad de música alternativa, y hemos construido nuestro catálogo. De pronto, alguien nos ofreció vendernos una colección más amplia, la tomamos y dijimos: “va, pues de aquí nos agarramos”; creamos un espacio que sí sea una tienda, sin mayor pretensión, pero también un lugar para generar encuentros, diálogos, para potenciar todo este gusto por la música como una caja de resonancia vital.

Gustavo Abascal y Víctor García Zapata.

-¿Qué quieren decir con el nombre “Venas Rotas”? 

Victor: Tiene dos vertientes: una, es un reconocimiento por lo que implica Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano; y es también una traducción emocional de una juventud y comunidades que han buscado formas de expresión en un contexto donde es difícil, donde justo las lógicas neoliberales acaban con las voces disidentes, y aquí hay una montón de voces disidentes. Es una expresión que tiene su reflejo social, pero también un reflejo emocional: son gritos por hacerse escuchar, por hacerse ver, por existir en un contexto donde es difícil existir.

-¿Qué tanto esta música tiene que ver con un contenido social, y qué tanto es un contenido estético?

Víctor: Lo que pasa es que lo estético también interactúa con lo social, y luego el contenido social no se refleja solamente con letras explícitas, panfletarias, sino con formas de hacer las cosas, con formas de construir, con formas de decir. Incluso, el contexto político, económico, social, se siente mucho en las emociones.

Gustavo: Los subgéneros permiten que sea inclusivo. A un artista no es que no le interese que lo vean, pero no deja de mantenerse en un nicho, y ese nicho puede ser interpretado como un subgénero. A nosotros nos interesa justo que la gente escuche propuestas musicales, no es como que tengamos algo y no queramos vender, sino al contrario: ven, óyelo, ponlo y adóptalo. Así estamos haciendo esa labor. Al final es no hablar solamente de la filosofía de las bandas y los géneros, sino también de la filosofía de la contemporaneidad social que estamos viviendo. Es decir, no nos podemos dar ciertos lujos como enclaustrarnos.

-¿Cómo han cambiado las dinámicas de este tipo de música con los medios digitales?

Víctor: Lo que nosotros vivimos es que hay mucho mayor alcance de la música. Se puede transversalizar más, se impactan los nichos. Es decir, nosotros podemos hacer un espacio donde hay mucha música punk, que no sólo sea para punks. Porque a partir de la digitalización mucha gente puede escuchar esa música que antes sólo pasaba de mano en mano, por los colectivos de los países que mandaban fanzines y cassettes a los colectivos de acá, y eso propiciaba que se fuera encapsulando en comunidades. También nos regresa a ciertos procesos creativos: lo que implica 10 canciones en donde cada una tiene que tener lógica o conexión con las otras, donde cada lado del vinil tiene un principio y un final, que también tiene que trazar cierta coherencia dónde dejas un lado, dónde empieza el otro lado, pero tampoco estoy seguro que eso sea una lógica nueva, porque cuando en los cincuenta nació el rock and roll también componían de canción en canción, sencillos. En términos de proceso creativo los formatos impactan mucho. No es lo mismo si piensas una canción que va a correr en redes, o en Spotify, que si va a correr en un circuito de coleccionistas que van a escuchar la obra completa.

-¿Cómo se encuentra el rock hecho en México?

Gustavo: Pienso que los formatos están bien hechos, bien definidos, pero la infraestructura no. Claro, no estamos hablando de un Vive Latino, ni de un festival grande, estamos hablando de agujeros donde se hacen las tocadas, o lugares ya establecidos. Lo que creo es que sí tiene que ver mucho la experiencia. Por ejemplo, festivales como Los Grises, que en su momento lo que hacían era sacar todo el catálogo de bandas nuevas de punk, hardcore, metal, con una selección especial y un showcase muy bien hecho, pero creo que la infraestructura no está tan bien lograda o no permite tener una opinión muy congruente. Porque si tú vas y estás cuatro horas esperando a que llegue un carnal con el equipo y no aparece, pues huyes.

Víctor: Hay circuitos que han encontrado su forma de sobrevivir, como el rock urbano, el ska, cierto punk muy clásico y está bien que lo hagan, encontraron su nicho. Y luego está todo esto que alguna vez el periodista Juan Pablo Proal calificó como la “generación Zoé”, que son grupos que encontraron su forma de sobrevivir, que desafiaron de alguna forma las formas de producir, pero no necesariamente los contenidos, ni los circuitos. Pero, efectivamente, hay un circuito de agujeros fonky, o lugares como El Under, el Centro de Salud, el Gato Calavera, el Circo Volador, donde vas a encontrar géneros distintos, con bandas muy potentes, con poca infraestructura para persistir, pero con muchas influencias que están llegando de distintos lados. Hay una vida interesante en este circuito, lo que pasa es que sí es vertiginoso y lo tienes que andar rastreando a partir de acudir a los toquines.

-Además de vinilos, ¿qué podemos encontrar en “Venas Rotas”?

Víctor: Nos gustan mucho los fanzines, estamos iniciando una colección de ellos. Hay algunos clásicos como el Comunidad Punk, Máximo Rock and Roll, tenemos el fanzine de Martin Crudo, de fotografía; tenemos libros y una gran variedad de cassettes… Yo hasta que estuve acá me di cuenta que el cassette se está revalorando y se están produciendo cosas interesantes. Sí nos interesa que sea material bastante bien seleccionado, no queremos acumularnos de libros, cassettes y CDs, sino tener cosas que hagan coherencia, en parte por el espacio y por dinero, en parte por identidad, pero quien venga puede pasarse un buen rato hurgando estas cosas interesantes.

>Recomendaciones de la tienda:

1. Obediencia

2. Agrimonia

3. The Great Sadness

4. Luna Honey

5. Toundra

>Bandas mexicanas:

1. Riña

2. Colectivo Caótico

3. Era del vacío

>Venas Rotas Discos se encuentra en Bolívar 67, segundo piso, Despacho 41, Ciudad de México.