Entrevista a Rosalío Hernández | Presidente del Centro de Asesoría Jurídica y Sindical Valentín Campa

 

En medio de una gran polémica, posiciones encontradas, descalificaciones y acusaciones tanto de actores políticos como de líderes sindicales, el pasado 13 de febrero, quedó oficialmente constituida la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), una agrupación de sindicatos nacionales de industria estratégica (SINE), encabezada por el senador morenista y líder sindical de los mineros, Napoleón Gómez Urrutia.

Entre quienes expresaron su posición está el Sindicato Minero Metalúrgico, frente que aseguró que la Confederación busca originar un movimiento clientelar a favor de Morena; el Grupo Parlamentario del PAN en la Cámara de Diputados señaló que Gómez Urrutia no tiene credibilidad para crear una nueva central sindical; el coordinador de Morena en San Lázaro, Mario Delgado, apuntó que su fracción apoyará la democracia sindical; el senador y líder de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), Pedro Haces, dijo que respeta la creación de la CIT, pero no se sumará; el líder nacional de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), Joel Ayala Almeida, dijo que respetan la decisión de Gómez Urrutia de crear la confederación sindical, entre otras voces a favor y en contra del proyecto obrero del morenista Gómez Urrutia.

Durante la presentación de la Confederación Internacional de Trabajadores, el líder sindical afirmó que no son “una agencia ni del gobierno ni del grupo político Morena, somos coincidentes con este gran proyecto de transformación”. Además, pidió dejar atrás las prácticas y vicios que “destruyeron y rezagaron” el movimiento obrero”, y se refirió al charrismo sindical como “la escoria” que han vivido los trabajadores.

La Confederación Internacional de Trabajadores que se asegura agrupa a 150 sindicatos y 10 confederaciones sindicales tiene como objetivos: unificar los esfuerzos de los trabajadores mexicanos para defender sus derechos e impulsar su bienestar; así como ser una organización democrática, independiente y con fuerza para influir en las decisiones trascendentales del país.

Rosalío Hernández Beltrán, fundador y presidente del Centro de Asesoría Jurídica y Sindical Valentín Campa, y uno de los involucrados en la creación de la CIT, rechaza las acusaciones que señalan que es Morena quien impulsa esta organización, pues a través de ella pretende liderar a los trabajadores mexicanos, el sindicalismo de la cuarta transformación.

“La filiación política o el sentir religioso de las personas, desde el punto de vista ideológico, es algo que tiene que ver exclusivamente con cada uno de los integrantes de esta organización sindical,  tenemos absoluto respeto. No somos una correa de transmisión de ningún partido político, por supuesto que tenemos coincidencias en muchas de las políticas públicas implementadas por el actual presidente de la república, pero cada quien en su ámbito de acción”, asegura.

 

No son “una agencia ni del gobierno ni del grupo político Morena, somos coincidentes con este gran proyecto de transformación”.

 

Afirma que la relación con el Ejecutivo federal será totalmente independiente, autónoma y respetuosa, aunque en “aquellas políticas públicas en las cuales estemos de acuerdo vamos a coadyuvar para que se implementen, para que cristalicen, para que cobren vida, pero también si consideramos que alguna acción lastima los derechos y los intereses de los trabajadores con la misma voluntad y respeto lo haremos saber”, menciona Hernández.

Por eso, la Confederación Internacional de Trabajadores lo que ofrece a los trabajadores es apoyarlos a que se respeten sus derechos laborales, asimismo acompañar a las distintas organizaciones sindicales a que hagan respetar estos derechos e intereses laborales. “Lo que nos interesa es que sean los trabajadores de manera libre y democrática quienes tomen las decisiones fundamentales en el quehacer sindical y laboral”, sostiene.

Esto es, “que en cada revisión salarial y contractual participen los trabajadores; en las comisiones mixtas de higiene y seguridad; en las comisiones mixtas de capacitación y productividad; y en las comisiones mixtas del reparto de utilidades, en todo ello deben ser los trabajadores quienes de manera libre y democrática tomen las decisiones fundamentales, eso es lo que se llama democracia sindical, no que sean los dirigentes quienes tomen ese tipo de acuerdos”.

Hernández Beltrán asegura que el propósito de esta confederación no es terminar con el viejo sindicalismo priista, sino atender a los trabajadores que carecen de un instrumento sindical para apoyarlos. “El 70 por ciento de los asalariados mexicanos no están sindicalizados, la gran masa de trabajadores en este país no está sindicalizada, y si lo está, no conoce a sus dirigentes, ni los contratos colectivos de trabajo respectivos”.

Por ejemplo, agrega, “no debe haber ningún trabajador en las gasolineras, en los estacionamientos públicos y demás centros de trabajo donde se desconoce el mundo o la práctica sindical, que no esté sindicalizado, todos deben estarlo”.

De acuerdo con la Estructura Ejecutiva Nacional de la nueva central de trabajadores, “los trabajadores, en particular, no pedimos dádivas, solo exigiremos que se respete por fin nuestra libertad de deshacernos del control corporativo, de los charros corruptos, de los sindicatos de protección y que no se obstaculice nuestro derecho de organizarnos en sindicatos auténticos. Que se incrementen no solo los salarios mínimos, sino los profesionales y, sobre todo, que se acabe con el ignominioso tope salarial”.

En el documento se hace un llamado “a la constitución de un poderoso polo social que exija al nuevo gobierno el cumplimiento de sus compromisos hechos en campaña; que contrapese los poderes económicos, políticos y mediáticos de siempre que buscarán mantener el país bajo su control o desestabilizarlo como lo han hecho en otros países; que empuje por llevar a la nación a una verdadera transformación democrática y social”, se plantea en la estrutrua de la nueva central de trabajadores.

 

El origen, un grupo de sindicalistas

El presidente del Centro de Asesoría Jurídica y Sindical Valentín Campa comparte cómo surgió la idea de crear esta Confederación Internacional de Trabajadores, que no fue idea del senador Napoleón Gómez Urrutia, sino de un “grupo de sindicalistas que después del proceso electoral federal del 1 de julio pasado nos reunimos para analizar la nueva circunstancia sociopolítica, en particular en relación con los derechos e intereses de los asalariados mexicanos”.

Apunta que también se observó “la conducta de la dirección nacional del Sindicato Minero en cuanto a la defensa de los derechos e intereses de sus agremiados y la lucha que estaba librando en contra de un grupo de empresarios, muy bien ubicados, interesados en que Napoleón Gómez Urrutia no fuera su dirigente, sobre todo a partir de lo ocurrido en Pasta de Conchos, Coahuila”, en donde el líder sindical los acusó de homicidio industrial.

Además, también estaba la acusación “de fraude por 55 millones de dólares que tuvo que pagar Grupo México por una cláusula suscrita, que hasta ahora se ha demostrado ante distintos tribunales que es infundada”.

Rosalío Hernández expresa que al seguir de cerca ambos hechos se dieron cuenta de que “se había luchado con mucha disposición, voluntad, coraje, dignidad, no obstante que hubo muertos en el camino, asesinatos de obreros, como los ocurridos en la Siderúrgica Lázaro Cárdenas, en Cananea y otros más, además de secuestros, por supuesto, que este hombre tuvo que huir a Canadá, como todos sabemos”

Posteriormente, se vio que Napoleón Gómez Urrutia “dado el número de votos en la elección de julio sería senador de la república y que muy probablemente ocuparía la presidencia de la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara de Senadores como finalmente ocurrió, eso por un lado”.

Por el otro, continúa “consideramos, guardando las proporciones históricas, que tenemos un momento similar a lo que ocurrió cuando asumió la presidencia de la república el general Lázaro Cárdenas, en donde se comprometió a respetar en particular el derecho de huelga”.

Además de que fue impulsor de la constitución de la central obrera más importante que tuvimos en el siglo pasado, la Confederación de Trabajadores de México (CTM), donde destacaron importantes dirigentes históricos del sindicalismo mexicano como Vicente Lombardo Toledano, Valentín Campa Salazar, como lo fueron, en aquel momento muy jóvenes, los llamados cinco lobitos, los dirigentes sindicales de electricistas, ferrocarrileros, mineros, encabezados por Fidel Velázquez”.

Ellos, “fueron capaces de aprovechar la circunstancia histórica de aquel momento y olvidándose de dónde venían confluyeron en la Confederación de Trabajadores de México (CTM) aquel 24 de febrero de 1936”, señala.

Ante estos hechos y la posición del actual presidente de la república, “que ha dicho en varias ocasiones que no está de acuerdo con el charrismo sindical, con los contratos colectivos de protección, con la violación a los derechos de los trabajadores para elegir libre y democráticamente a sus dirigentes sindicales y está consciente del deterioro salarial histórico que se tiene en el país”, el grupo de sindicalistas que trabajó en propuesta de la CIT consideró importante hablar con el senador Napoleón Gómez Urrutia.

 

 

 

 

La suma de los liderazgos

“Para fortuna nuestra —expresa—, a este grupo de sindicatos que se reunió en un principio en el Centro de Asesoría Jurídica y Sindical Valentín Campa, de donde soy el presidente, se sumaron otras federaciones sindicales de la CTM de Sonora, de Guerrero, de Michoacán, también se acercaron algunas federaciones sindicales desprendidas de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), algunos sindicatos nacionales y de empresa de distintas ramas”.

De tal manera que “nos encontramos en el camino, se platicó con el senador, se convenció, y ahí está ya el primer paso, la creación de la

Confederación Internacional de Trabajadores. La idea es que después de constituida esa cúpula convocar a otras confederaciones y federaciones del país para tratar de construir una, llamémosle, cúpula del movimiento obrero, donde puedan estar las organizaciones sindicales congruentes con los intereses  y derechos de sus agremiados, independientemente de que vengan de las centrales oficialistas”, expone.

“Lo importante —dice— es que al asumir una  responsabilidad en este nuevo proyecto sindical tendrán que ajustarse al programa de acción que tiene que ver con las cosas y las prácticas que hay que eliminar, lo que el pueblo de México denomina como charrismo sindical”.

Menciona los sindicatos que están con la CIT, además de los ya nombrados, “de la construcción, del transporte, de hospitales, incluso sindicatos de presidencias o alcaldías  municipales, de la costura, del vestido, de algunas dependencias gubernamentales. Hay una presencia importante de organizaciones, la mayoría constituidas con su respectiva toma de nota o acta de nacimiento que otorga la Secretaría del Trabajo, pero también hay grupos que están intentando democratizar sus organizaciones sindicales, como es el caso de los ferrocarrileros o de los petroleros”.

El ex legislador acepta que también se aprovecharán las relaciones que hizo Napoleón Gómez Urrutia durante su estancia en Canadá para entablar relaciones internacionales, “hay plena conciencia, en particular de la dirección del Sindicato Minero, de que la lucha que han librado tiene éxito gracias a la unidad y la organización de sus agremiados, pero también a la solidaridad de varias organizaciones sindicales de nuestro país, así como de Canadá, de Estados Unidos y de Gran Bretaña, en particular de la industria minero-metalúrgica”.

Por eso, “la propuesta es que sea una confederación cuyo nombre lleve la palabra internacional, que esté más allá de nuestras fronteras, obviamente respetando las leyes laborales de cada país, pero los lazos de solidaridad nadie los podría evitar cuando hay voluntad para hacerlo”.

El autor de Secretos del quehacer sindical; y de tres novelas históricas sobre la vida de los dirigentes sindicales que marcaron la política en el siglo pasado: Vicente Lombardo Toledano, Fidel Velázquez y Valentín Campa, comenta que una vez constituida esta confederación, el segundo paso es “trabajar para construir una coordinación nacional de confederaciones y federaciones para atender problemas propios como: la reforma a la ley laboral; el asunto del outsourcing;  del 1 de mayo; el derechos de los trabajadores al reparto de utilidades, que ya ni se entregan, es letra muerta; y por supuesto el asunto de la democracia sindical”.