CONSTRUIR EL FUTURO

 

El mundo vive un profundo cambio de época en todos sentidos. La inestabilidad política internacional, el crecimiento demográfico global, la nueva composición de la población con el envejecimiento de la misma, la cuarta transformación tecnológico industrial que modificará muchos aspectos de la vida económica y social, la acelerada destrucción de la naturaleza y el ambiente, del cual el cambio climático es una expresión, y el agotamiento de los recursos naturales en un mundo finito son algunas de sus manifestaciones.

La elaboración del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 debe tomar en cuenta las nuevas realidades y su perspectiva.

La inestabilidad política internacional está relacionada con el hecho de que de la actual población mundial, que llega a casi 7,700 millones de personas, alrededor de 4 mil millones, esto es, más de la mitad, viven en situaciones extremas de diverso tipo, incluidos conflictos bélicos, tiranías, sequías, inundaciones, hambre y pobreza absoluta.

Asimismo, el mundo enfrenta crecientes problemas por el cambio climático, la escasez de suelo fértil y la extinción masiva de especies. Al respecto, conviene precisar que durante los últimos 150 años, casi la mitad del suelo fértil de la tierra ha desaparecido, cerca de 90 por ciento de los bancos de peces están sobreexplotados o ya no existen, y la estabilidad climática está en peligro. Además de la ambiental, existe una crisis social, política, cultural y moral.

Frente a estos desafíos, las Naciones Unidas aprobaron por unanimidad la Agenda 2030, los Objetivos del Desarrollo Sostenible. De igual forma, diversos grupos como el Club de Roma y el Foro Global de Mercados Emergentes han elaborado estudios prospectivos hacia 2050, que debemos conocer para tomar decisiones con visión de largo plazo.

Desde mi perspectiva, quiero resaltar el tema del cambio climático, ya que me parece que es uno de los temas que mayor peligro entraña para el futuro de la humanidad porque no solo está en curso, sino que ha sufrido un proceso de rápida aceleración.  Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) están teniendo graves consecuencias en materia de terremotos, huracanes y sequias.  Los GEI se producen principalmente por el uso de combustibles fósiles, como los hidrocarburos. El Acuerdo de París propone evitar que la temperatura del planeta aumente más de 2°C y de preferencia que se mantenga por debajo de 1.5°C en relación con los niveles preindustriales.

Sin embargo, la comunidad científica reconoce que aun logrando estos objetivos, los cambios son muy profundos en muchas regiones del planeta. Por otro parte, diversas proyecciones señalan que el aumento de la temperatura podría llegar a 3°C o aún más, a 6°, 7°C. Se considera que de llegar a 4°C la vida social y económica mundial seria inmanejable como la conocemos.

Por otro lado, es necesario bajar a 50 por ciento, en 10 años, la emisión de gases de efecto invernadero y a cero en 2040.

Esta situación obliga a impulsar una más rápida transición energética, que conlleva una profunda transformación en todos los ámbitos de la vida económica y social, desde la movilidad y el transporte, la industria, la agricultura hasta la vida doméstica. Esto también implica el uso creciente de la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la robotización inteligente.  Este proceso de cambio requiere también un uso más racional de los recursos naturales. Esto es, no podemos seguir organizados en torno a una economía del desperdicio. El proceso de transición energética y de innovación tecnológica enfrenta la creciente escasez de materias primas críticas, debemos cambiar nuestros patrones de consumo. El exceso en el consumo aunado al todavía acelerado crecimiento demográfico que nos llevará probablemente a tener una población mundial de 10 mil millones de personas en 2050, nos va exigir el desarrollo de una economía circular en la que el reciclaje tiene un papel fundamental.

México es un país en una acelerada transformación.  Pasamos de una población de 13 millones de habitantes en 1900 a cerca de 127 millones actualmente y seremos alrededor de 160 millones de personas en 2050.  Somos también un país especialmente vulnerable al cambio climático con la perspectiva de fuertes y prolongadas sequias en el norte y la vulnerabilidad de huracanes y ciclones cada vez más frecuentes e intensos en el sureste de México.  Estos temas, el cambio climático, la preservación de la naturaleza, el ciudado de los recursos naturales, la nueva composición demográfica deben ser transversales a todas las políticas públicas. Es el mismo caso que el respeto a los derechos humanos.