TOQUE CRÍTICO

 

Cuando en 1974 la entonces Escuela Nacional de Agronomía —fundada en 1854— se transformó en la Universidad Autónoma de Chapingo, su objetivo principal fue dotar al país de los agrónomos que necesitaba el medio rural para consolidar nuestra soberanía alimentaria, elevando los niveles de producción y aprovechamiento de cultivos como el maíz, el arroz y el frijol, pero también dotando de nuevas técnicas al sector agropecuario en su conjunto, a través de sus diversas ramas de investigación.

A la llegada de los gobiernos neoliberales, el desarrollo de los pequeños productores del campo nacional pasó a un segundo plano, cediendo el potencial del sector a empresas trasnacionales y poderosos consorcios que con la entrada en vigor del TLCAN, hace 25 años, terminaron por controlar buena parte de la producción de granos e insumos para sus productos, como los casos de Bimbo, Cargill, Nestlé, Sukarne, Monsanto y Bachoco, por mencionar algunos.

El pasado 22 de febrero, el Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad Autónoma de Chapingo (STAUACh) se unió al reclamo por mejores condiciones laborales de otras tres instituciones públicas de educación superior del país, y estalló su movimiento de huelga ante la negativa de las autoridades por atender su petición de incremento salarial de 15 por ciento, “basificación” de profesores, revisión del contrato colectivo, así como el cumplimiento de acuerdos pactados en el emplazamiento del pasado año, entre otras demandas.

Ante la negativa de las autoridades, el movimiento ha seguido adelante paralizando las actividades académicas de 11 mil alumnos y unos 3,500 trabajadores administrativos distribuidos en las instalaciones de la propia universidad, dos centros de investigación y 10 centros regionales.

Los legisladores y funcionarios del sector deben sentarse a analizar la forma de reasignar mayores recursos presupuestales a una institución educativa que deberá ser el punto de apoyo de la nueva política agropecuaria del país. Los profesores e investigadores de la UACh han planteado nuevas alternativas de producción en el campo para que México produzca el 70 por ciento de los alimentos que consume su población.

 

Buscar una salida razonable y consensuada para mejorar las condiciones laborales de un centro de estudios que requerirá de mayores recursos para sacar adelante el desolado campo mexicano.

 

Ahora que se habla de aumentar los productos de la canasta básica y acercar paquetes alimentarios a bajo precio, es necesario recordar a quienes tienen en sus manos destinar mayores recursos a la UACh que debe tomarse en cuenta el acervo científico y académico de este centro de estudios para contribuir en la tarea por abatir la pobreza alimentaria que padecen 27 millones de mexicanos, haciendo más productivo y rentable el campo, sobre todo en favor de los pequeños productores.

La huelga del STAUACh, refleja el abandono presupuestal de los gobiernos neoliberales hacia las universidades públicas y apremia a la nueva administración, sus funcionarios y legisladores a buscar una salida razonable y consensuada para mejorar las condiciones laborales de un centro de estudios que requerirá de mayores recursos para sacar adelante el desolado campo mexicano. Los académicos e investigadores de la Universidad de Chapingo están destinados a desempeñar un rol de primer orden en la política agropecuaria del nuevo gobierno y en justicia piden que se atiendan sus rezagos en materia laboral.