En octubre próximo habrá elecciones generales en Argentina, que cerró 2018 con “una economía en la basura”, según palabras de Shannon O’Neill, analista de Bloomberg. Pero pese a la debacle de su administración, que en esencia volvió más pobres a los pobres, el empresario Mauricio Macri se ha dicho listo para repetir en la Casa Rosa si los argentinos creen que “este camino del cambio vale la pena”. Para los mercados financieros, el ingeniero civil de 60 años apenas cumplidos tiene oportunidad de volver a ganar los comicios, como lo hizo en noviembre de 2015 en segunda vuelta, cuando se impuso por 51.40 por ciento de votos contra 48.6 a Daniel Scioli, el candidato de la saliente presidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).

A nombre de su coalición de centro-derecha Cambiemos, el multimillonario Macri, por entonces alcalde de Buenos Aires, puso fin a 12 años de kirchenismo iniciados con el primer gobierno de Néstor Kirchner en 2003, que fueron seguidos por el doble mandato de su esposa, quien a pesar del descrédito que acompañó su segundo periodo por los escándalos de corrupción y su sesgo autoritario, todavía mantiene gran influencia en la política nacional.

A sus 66 años, la abogada y actual senadora nacional por la provincia de Buenos Aires a nombre del frente de centro-izquierda Unidad Ciudadana, es la candidata del peronismo que aparece como puntera en las encuestas. Pero el movimiento fundado por el general Juan Domingo Perón hace 73 años enfrenta una crisis de liderazgo entre sus diversas corrientes, atrapadas según analistas locales en una armadura “clientelista y corporativista”, cada vez menos representativa.

La medida de la crisis la ha dado también la prensa internacional. En los últimos días, diarios como el The Washington Post, el Miami Herald, el portal de noticias People’s Word y la cadena británica BBC resaltaron la difícil situación que atraviesa el país tras el desplome del peso el año pasado, que perdió la mitad de su valor, y el recorte de los subsidios a los servicios y el transporte público, mientras la inflación alcanzó 47.6 por ciento, el pico más alto desde 1991. En el último año el gas aumentó 77 por ciento, la luz 46 por ciento y el agua otro 26 por ciento, según un informe desde Buenos Aires de la agencia de prensa estadunidense Associated Press (AP).

Como recuerda el Post, cuando Macri asumió en 2015 prometió “Pobreza cero” y pidió ser juzgado por su destreza para reducir ese índice. No obstante, según dio a conocer en diciembre pasado el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), el índice de pobreza se disparó 33.6 por ciento en todo el país durante el tercer trimestre de 2018, lo que supone un alza de 19 por ciento respecto de las cifras difundidas por la misma UCA un año antes.

Casi la mitad de los niños del país “sufre al menos una privación en sus derechos básicos y fundamentales”.

 

Con una población total de poco más de 45 millones de habitantes, 33.6 por ciento vive según la UCA por debajo de la línea de la pobreza, mientras 6.1 por ciento se encuentra en la indigencia. Esto da un estimado de más de 13.2 millones de personas en pobreza. Un año antes, la UCA había situado en 28.2 por ciento la población en pobreza.

El reportaje de BBC Mundo, publicado el pasado 2 de abril bajo la firma de Verónica Smink, Pobreza en Argentina: por qué cada vez es más difícil sobrevivir en el país sudamericano  (https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina) es especialmente elocuente a propósito del tamaño de la crisis en un país que, como se mofan tristemente los mismos argentinos, “cuando no está mal, está peor”.

La nota destaca el deterioro creciente del poder adquisitivo de los salarios de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), según el cual una familia tipo de dos adultos y dos niños necesita hoy el equivale a 620 dólares mensuales “para no ser pobres”, igual a más de dos salarios mínimos (US$280).

En el caso de los jubilados, la pensión mínima es de menos de US$240, la suma que cobra el 70 por ciento de los cerca de 8 millones de retirados.

En la tríada devaluación, inflación y recesión, con el cierre de muchas pequeñas y medianas empresas, las principales generadoras de empleo, está la clave del desplome, cuando además el desempleo aumentó casi dos puntos el año pasado para alcanzar  9.1 por ciento, el más elevado desde 2005.

La población infantil también ha sufrido el deterioro de las condiciones de vida. Según Unicef, el impacto del aumento de la pobreza en el país se refleja en un 42 por ciento de niños, niñas y adolescentes que viven ya bajo la línea de pobreza, equivalente a 5.5 millones de personas, en hogares que han debido suprimir del consumo familiar la leche, la carne, las frutas y las legumbres.

En su informe publicado a finales de marzo, el organismo de la ONU añade que 48 por ciento —casi la mitad de los niños del país— “sufre al menos una privación en sus derechos básicos y fundamentales”.

Irónicamente, y como afirma la economista Marina Dal Poggetto, directora de la consultora argentina EcoGo citada por BBC Mundo, es el temor a que Mauricio Macri no logre ser reelegido y que vuelva al poder su antecesora, Cristina Fernández de Kirchner, lo que explica en buena medida la desconfianza que genera el arruinado país suramericano en los mercados internacionales, y que ha profundizado la crisis económica local.

Una crisis que, no obstante, de acuerdo con la revista Forbes, no ha afectado a los empresarios nacionales más ricos cuyo patrimonio se vio beneficiado con la victoria de Cambiemos. Así, para 2017 ya eran siete los argentinos que figuraban en el ranking de mayores riquezas del mundo con fortunas mayores a los mil millones de dólares, monto que el mismo Franco Macri, el recién fallecido padre del presidente, supo igualar según la revista.