Entrevista a Guadalupe Correa-Cabrera | Profesora asociada en la Universidad George Mason

Tras las amenazas del presidente Donald Trump de cerrar la frontera con México, si el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no detiene los flujos migratorios de centroamericanos que cruzan por territorio mexicano para entrar de forma ilegal a Estados Unidos, Guadalupe Correa-Cabrera, profesora asociada en la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad George Mason, afirma que “es una cuestión muy complicada, porque cada quien está jugando su juego político y lo que menos importa en este momento son los migrantes, a nadie le importan”.

Desde que empezaron a salir —en octubre de 2018— las caravanas de migrantes centroamericanos rumbo a los Estados Unidos, “nos dimos cuenta que era un juego de muchos actores, que no es muy claro, pero que hay grupos que mueven a estas personas, estas caravanas, incentivando la petición de asilo, incentivando el transporte, incentivando de muchas maneras”.

La experta en estudios fronterizos, migración y relaciones México-Estados Unidos, asegura que “todo esto es utilizado de manera política, porque cada vez llegan más personas en masa a pedir asilo, como nunca se había visto. A tal grado que parece ser una realidad la crisis en la frontera que Donald Trump presentó durante las elecciones en Estados Unidos, en su campaña rumbo a la presidencia en 2016”.

Antes de que aparecieran las caravanas, explica, que el mandatario vaticinó este escenario, hablaba como si existiera ya, tanto que muchos de los que criticamos este planteamiento lo negamos, “no es cierto, no hay ninguna crisis, no tenemos ningún problema, las cosas están como siempre, por supuesto que había y ha habido una crisis humanitaria, pero no es de ahora, lleva varios años, se manifestó con mucha visibilidad en agosto de 2010 cuando se encontraron muertos a los 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas”, apunta.

 

 

Organizaciones de la Sociedad Civil que operan

“El problema es que con estas caravanas, que las mueven grupos, muchos de ellos no son las personas que se dedicaban hacer el trabajo humanitario de siempre, las que apoyaron siempre, como la Pastoral de Movilidad Humana o los albergues que ayudan, porque la gente se sigue desplazando, pero ahora se desplaza en caravana, muchos de los grupos que están operando para las caravanas tienen un lugar en los Estados Unidos, ellos vienen de allá”.

Señala a “Pueblos sin Fronteras, una organización que no es mexicana, que tiene muchos contactos en México, y las organizaciones, bien identificadas, que trabajan de la mano de ellos, haciendo diferentes cosas, como por ejemplo Diversidad sin Fronteras, muchos grupos que tiene un apellido, sin fronteras. Los abogados de Al Otro Lado, que dan asesorías para cuestiones de asilo, que manejan algunos casos, pero en realidad dan acompañamiento —como ellos le dicen— a cualquiera que pida asilo, sí, pero la mayor parte de esta gente nunca tendrá asilo, porque no cumple con los requisitos que marca la ley”.

“Todos los grupos se benefician, los coyotes que acompañan a la caravana; los grupos que acompañan a migrantes y que quieren donaciones, todas estas OSC, muchas de ellas norteamericanas, que empiezan a salir de la nada, que tienen poco tiempo trabajando en el tema migratorio, que eso quede claro”.

Por tanto, lo que se logró con la primera caravana, es que “Donald Trump dijera: miren, les dije que había una crisis en la frontera y lo que está pasando es que llegan estas personas en masa, las detienen, los encierran, arman un show para mostrar que no hay capacidad en los centros de detención y poder decir, necesitamos más dinero para su detención y necesitamos una frontera”, explica.

 

México en medio de la lucha política

Mientras tanto, “la base de apoyo del presidente Trump cada vez está más enojada, piden un muro, piden que se paren estos flujos migratorios y Donald Trump también lo está pidiendo, cuando es México el que está en medio de todo este conflicto político”, asegura.

Guadalupe Correa-Cabrera | Investigadora de la Universidad de Texas

Guadalupe Correa-Cabrera | Investigadora de la Universidad de Texas

La doctora en Ciencias Políticas, por la New School for Social Research (Nueva York, NY), expresa que “es una cuestión política que Donald Trump está utilizando para presionar a México, vea mi gente, tenemos una crisis, cuántas personas quieren invadir al país voy a cerrar la frontera. ¿Qué pasaría si Donald Trump cierra la frontera? Es imposible que él vaya a cerrar la frontera por más de dos días, de un día o por poco tiempo más, perdería su país muchísimo dinero, simplemente en los trabajos que se perderían, el dinamismo de la frontera es algo que no le conviene parar a los Estados Unidos”.

Indica que “es otra manera de presionar a México, otra manera de consolidar su base política, pero la pregunta es ¿Por qué y quién está trayendo tanta gente?, ¿quién los está alentando a que lleguen a pedir asilo de esa manera? Sabemos que su ubicación es muy complicada, que ellos tienen el sueño americano en la cabeza, que no saben que les espera una pesadilla, pero aquí están lucrando con ellos políticamente los dos partidos de Estados Unidos”.

“En el caso de México —explica la doctora Correa— Estados Unidos le exige parar a los flojos, si no cerrará su frontera sur y sabemos que el día de ayer —lunes 1 de abril— ya se empezaron a ver operaciones importantes para parar el coyotaje, el tráfico humano, camiones detenidos y personas relacionadas con investigaciones detenidas, vinculados a estas operaciones de llevar gente en masa, en caravana”.

Además dice: “Trump presiona de cualquier manera, el programa de protocolos migratorios para quedarse en México lo decide unilateralmente Estados Unidos para que México cargue con el problema y México no hace nada, no detendrá los flujos, pero lo hace, sigue habiendo muchas deportaciones a Centroamérica, eso dicen los números, no cambian mucho con respecto a los últimos años del periodo de Enrique Peña Nieto, de acuerdo a los datos que puso en orden la Universidad de Texas, basados en cifras oficiales de los Estados Unidos”.

Por tanto, sostiene, una cosa es que diga el presidente Andrés Manuel López Obrador que no detendrá a los migrantes y otra lo que vimos tres días después de la amenaza del mandatario republicano. “No sé si México llegó a un acuerdo, que no sea transparente, y que esto solo sea un espectáculo mediático. La participación del presidente de los Estados Unidos, su actuar, nos muestra otro tipo de hacer política a nivel internacional, no con elementos de verdad, sino con exageraciones, falsedades y frases muy acaloradas que sirven también para una cuestión electoral, para una reelección posible y para mantener una base de apoyo”.

Guadalupe Correa-Cabrera afirma que Donald Trump “consigue lo que quiere, tal vez consiguió un acuerdo, sería interesante que los mexicanos se pusieran las pilas. Todos sabemos quiénes mueven gente, que no los agarren, que no detengan esas operaciones, es raro y difícil de comprender, ahí hay alguna política, algún juego”.

“No hablo de la gente, sino de los políticos, de los traficantes de personas, de las fundaciones que ganan mucho dinero haciendo de esto una tragedia y manteniendo la tragedia humana de la migración centroamericana”.

Destaca que “quienes nos dedicamos al estudio de movimientos sociales, sabemos cómo ha sido este movimiento por años, no llegaban así porque hay necesidad de recursos y de organización, aquí se utiliza de manera política, es en el centro de la discusión del debate estadounidense nacional. Hablamos de una emergencia nacional, de un cierre del gobierno de los Estados Unidos a principios de año, el más grande en toda la historia del país, a ellos les conviene mostrar a los migrantes como invasores, a otros como protectores de migrantes, pero al final todos hacen los mismo”.

Incluso, “el gobierno mexicano que está ahorcado también está jugando un juego, el gobierno estadounidense definitivamente, las OSC que están en la rebatinga de dinero y donaciones para “ayudar” a los migrantes; todos hacen dinero de los migrantes para justificar una crisis migratoria que a todo mundo da frutos”, afirma Guadalupe Correa-Cabrera.

“Ellos quieren que México haga el trabajo sucio, ellos no cambian sus leyes, no llegan a un acuerdo, se enfrenta el Partido Republicano con el Partido Demócrata, la verdad no veo una solución a menos que se cambie la línea de Estados Unidos y tenga una política coherente. La gente no migra porque sea mala, invasora y quiera aprovecharse de un sistema ¡claro que no!, llega porque sabe que en el momento  en que cruce, sin estar en un centro de detención o en una cárcel, tendrá un trabajo”.

“No vienen a beneficiarse del sistema, vienen a trabajar, porque no reciben ninguna ayuda, nadie les ayuda, el sistema estadounidense no es de ayuda, es de trabajo, por tanto es un sistema muy, muy, muy hipócrita”, concluye.