El Ejecutivo Federal entregó el Plan Nacional de Desarrollo (PND) que, basado en un diagnóstico, objetivos, estrategias y metas, busca transformar la realidad del País en el marco de sus atribuciones. Analizar el Plan, eje rector de la política pública en México, en un solo artículo resulta inviable y, por ello, aquí compartimos un primer tercio de reflexiones.

En principio, el PND marca el rumbo del próximo sexenio aunque sin abundar en el detalle de los cómos; hay puntos de interés que sobresalen. En principio, en atención a las formas, prevalece la retórica que estila la presente Administración y en esa misma medida, muestra importantes carencias de presentación que imposibilitan la lectura. Dejando de lado estas distracciones, las reflexiones de fondo.

El Plan se compone de un análisis introductorio, tres Ejes transversales (1) Igualdad de género, no discriminación e inclusión, 2) Combate a la corrupción y mejora de la gestión pública, y 3) Territorio y desarrollo sostenible; tres Ejes generales (Justicia y Estado de Derecho, Bienestar y Desarrollo Económico), y concluye con el Sistema Nacional de Planeación Democrática y la alineación a la Agenda 2030 de Naciones Unidas. En esta edición, atendemos brevemente el análisis introductorio y el Eje general de Desarrollo económico.

La introducción resume las políticas fallidas neoliberales aludiendo al insuficiente crecimiento de 2.7% promedio anual del PIB real, y en respuesta, de la promesa de crecer al 4% promedio anual. Si bien, hay coincidencias en crecer a mayores tasas, alertan dos aspectos: la incongruencia entre una economía “heredada en bancarrota” y su potencial para crecer a estas tasas y el traspié de la reciente contracción del 0.2% trimestral y la factura de la cancelación del Aeropuerto y el desabasto de gasolinas. En el mismo apartado, vale decir que la visión de largo plazo no es tan visible, ya que requiere una real ingeniería del futuro.

 

En otro orden de ideas, el Eje de Desarrollo Económico tiene por objetivo, que poco dista del Plan pasado, la productividad, la asignación eficiente de recursos y el crecimiento económico que derive en un desarrollo equilibrado, igualitario, incluyente y generalizado en todo el país. El Eje se compone de diez objetivos, sus estrategias y hasta dos indicadores de seguimiento que, aunque cuestionables algunos, son buen aporte por ser puntuales y más abundantes que en Planes previos. Si bien hay coincidencia en lo general, hay objetivos oportunos y adecuados, otros que deben aclararse y profundizarse y otros más que demandan ajuste inmediato.

Entre los objetivos oportunos están: 1) el impulso al crédito a PyMEs y la inclusión financiera, reto para la Secretaría de Hacienda por la falta de infraestructura y de cultura financiera; 4) la procuración de estabilidad macroeconómica y deuda pública responsable, pendiente de una posible reforma hacendaria; 8) el fortalecimiento del sector primario como factor incluyente en zonas rurales; y 10) el fomento del desarrollo económico sustentable y de adaptación al cambio climático.

Los que deben profundizarse y aclararse son: 3) el fortalecimiento de las cadenas productivas sectoriales que deja pendiente la claridad de una política industrial (tarea para la Secretaría de Economía); 6) la red de comunicaciones y transportes priorizando carreteras y transporte intermodal, pero sin visión holística que incluya el transporte aéreo; y 9) el sector turístico que busca mayor valor mediante la integración de cadenas, pero que no detalla la inclusión de inversión, innovación y tendencias.

Los de ajuste inmediato: 2) la priorización de la formalidad laboral por encima del fomento al trabajo digno, la profesionalización y certificación del trabajador; 5) la política energética que restó importancia a la generación de energías limpias; y 7) una red de telecomunicaciones preocupada por la orientación y la formación de los públicos a quienes va dirigida.

En resumen, el Gobierno Federal presenta un Plan con los retos del País enmarcados en un contexto de volatilidad en el que, más allá de las áreas de oportunidad que deberán afinarse o corregirse en los planes sectoriales y especiales, destaca que la presente Administración deberá contar el soporte económico y financiero ante los agentes económicos para que en conjunto alcancemos un crecimiento que genere desarrollo económico.