Hay que decirlo con todas sus letras. La dimisión del doctor Carlos Manuel Urzúa Macías a la titularidad de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el martes pasado y que viene a ser la renuncia número 14 de funcionarios de la llamada 4T, sacudió varias estructuras (no sólo la política) que lamentablemente desestabilizaron por varias horas a México en el terreno donde más endebles están las cosas en este momento: el económico. Sin embargo, el Presidente Andrés López Obrador reaccionó rápidamente y a botepronto tras la partida del aguascalentense aplicó en cuestión de minutos el torniquete para que el boquete no se agrandara, nombrando a Arturo Herrera Gutiérrez, quien hasta antes del espaldarazo presidencial se desempeñaba como subsecretario de Ingresos en la SHCP y que, dicho sea de paso, para lo anecdótico, se convierte en el primer Secretario de Hacienda en la historia de México emanado de las aulas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Los actores convergentes en el macrocosmos político, económico y financiero de México de inmediato reaccionaron (positivamente, ¡menos mal!) ante el nombramiento de Herrera Gutiérrez, celebrando su nueva encomienda, sobre todo porque consideran que se trata de un funcionario que le sabe muchísimo, y le sabe bien, a los temas hacendarios y además ya está acostumbrado y adaptado al carácter del Presidente López Obrador, pues ha colaborado con él desde que éste fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal a inicios de este siglo y nunca se ha amedrentado cuando el tabasqueño le ha cargado la mano. Aguanta vara pues…

Ciertamente la llegada de Herrera Gutiérrez a la parte más alta del organigrama de la Secretaría de Hacienda genera diversas inquietudes y que definitivamente nos llevan de regreso a analizar los motivos que Urzúa Macías argumentó en su carta de renuncia, porque la mayor preocupación de los mexicanos de cara a su vínculo directo con esta dependencia tienen mucho que ver con la generación de confianza y con la toma de decisiones adecuadas en beneficio de todos.

El palmarés académico del flamante titular de la SHCP es impecable, se trata de un hombre preparado, estudiado y que dentro de la administración pública aparentemente ha sabido conducirse con congruencia y transparencia. Sí, en el papel pareciera que se sacó la rifa del tigre y eso lo va a ubicar permanentemente en el ojo del huracán, pero la percepción general que muchos tienen de él permiten confiar que conducirá apropiadamente los destinos fiscales y su relación con los mercados financieros.

Se entiende que desde el sector empresarial (Coparmex, CCE, Canacintra, Concanaco-Servutyr, etcétera) exista cierta incertidumbre y confusión, pero éstas no son hacia Herrera Gutiérrez, sino que tienen que ver con los problemas al interior del gabinete económico y también con los supuestos casos de conflicto de interés porque suponen que éstos podrían afectar las tomas de decisiones importantes. Y no es para menos, pues no sólo ellos sino todos los mexicanos, estamos al pendiente del futuro inmediato de la economía, el cual depende eminentemente de un manejo responsable de las finanzas públicas.

Y sí, al final del día no existen políticas económicas de izquierda o de derecha, conservadoras o neoliberales; sino políticas económicas correctas e incorrectas. Y Arturo, dado su bagaje, sabrá actuar atingente y asertivamente.

 

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