En días pasados tuvieron lugar dos importantes ceremonias que sacudieron el adormilado espectro de la conciencia nacional. Primeramente, en un acto efectuado el 22 de septiembre de este año en el salón Adolfo López Mateos del Complejo Cultural Los Pinos, Francisco Ornelas y Florencio Lugo recibieron el Premio Nacional “Carlos Montemayor”. Ambos son sobrevivientes del ataque al cuartel militar de Ciudad Madera, Chihuahua, realizado el 23 de septiembre de 1965 por un puñado de jóvenes que impulsaron la lucha campesina contra los terratenientes y cuyos cuerpos masacrados fueron arrojados en viles hoyos acatando la infame consigna del otrora gobernador Práxedes Giner “¡Querían tierra, tráguensela hasta que se harten!”.

Al día siguiente, en las instalaciones del Centro Universitario Cultural Tlatelolco, la Secretaria de Gobernación emitió el siguiente pronunciamiento: “A nombre del Estado Mexicano le ofrezco una disculpa pública por la transgresión a sus derechos en el marco de las violaciones generalizadas y sistemáticas a derechos humanos ocurridas en  un contexto de violencia política del pasado en el período histórico conocido como “guerra sucia”.

La destinataria de la trascendental disculpa pública fue Martha Camacho Loaiza, ex integrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre, quien el 19 de agosto de 1977 fue detenida arbitrariamente y trasladada, conjuntamente con su esposo, a las instalaciones de la Novena Zona Militar, ubicadas en la capital de Sinaloa. Su ilegal aprisionamiento duró 49 días. No obstante su avanzado estado de embarazo, durante  todo ese tiempo fue cruelmente torturada y obligada a presenciar la ejecución de su compañero, cuyo cuerpo jamás le fue entregado. La maldad de los militares e integrantes de la Dirección Federal de Seguridad llegó al extremo de forzarla a parir en condiciones infrahumanas para luego encañonar al bebé con una metralleta a fin de doblegar a la madre.

La  virtual simultaneidad de ambas ceremonias no fue casual o circunstancial. En realidad, obedeció al deseo de visibilizar y traer al presente acontecimientos que dieron forma a un tenebroso capítulo de la historia reciente del país en el que, según la descripción hecha por el Subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, en el acto de la disculpa pública a la ex guerrillera, imperaron “Prácticas de contrainsurgencia, detenciones, desapariciones y torturas a cientos de hombres y mujeres, lo que evidenció a un régimen dispuesto a todo para eliminar cualquier intento de oposición o discrepancia”.

Todo lo anterior pone de manifiesto que el gobierno de la Cuarta Transformación tiene la total voluntad política de romper en forma tajante con el ominoso silencio y las actitudes negacionistas que han rodeado a ese pasado trágico, al que destacados voceros empresariales acaban de referirse de manera virulenta y ayuna de objetividad. Para ello, además del reconocimiento de la responsabilidad del Estado, es preciso llevar a cabo las acciones que permitan transportar a la realidad el círculo virtuoso de la verdad, la justicia, las reparaciones integrales, las garantías de no repetición y la preservación de la memoria de las víctimas. Antes que nada, resulta impostergable someter a proceso penal a los responsables intelectuales, materiales y por cadena de mando de esas atrocidades innombrables, lo que es perfectamente posible ya que estamos en presencia de crímenes de lesa humanidad a los que les es aplicable el atributo excepcional de la imprescriptibilidad.

Este es un primer paso a todas luces significativo y esperanzador. La apuesta por el olvido ha sido derrotada gracias a Martha Camacho y otros dignos luchadores sociales, como los sobrevivientes del asalto al cuartel Madera, los integrantes del Comité Eureka, los miembros del Comité 68 y los abogados aglutinados en la ANAD. La valentía, grandeza de espíritu y absoluta congruencia de la ex militante de la Liga 23 de Septiembre quedaron grabadas para siempre en el mensaje que pronunció en esa memorable ocasión: “Que mi voz resuene y que otras víctimas sean escuchadas. Que la búsqueda de la justicia por la que llevo años luchando haga eco y retumbe en las entrañas de la impunidad”.