Al margen de las victorias pírricas de la oposición y del gobierno actual, de las simpatías que despierte uno y otro bando, la pandemia por el covid-19 nos está dejando a los mexicanos varias lecciones que deberemos aprovechar cuando pase o se aminore el efecto de la enfermedad.

Las enseñanzas no han sido únicamente para nosotros, todo el mundo ha estado aprendiendo de esta enfermedad en todos los campos de actividad, pero nosotros deberemos aprovechar esta crisis para contribuir a modificar nuestras conductas y actitudes.

 

La insoportable vacuidad de ser…

La presencia del virus SARS-Cov-2 en nuestro país ha mostrado a miles (confío en que no sean millones) de mexicanos que, independientemente de la gravedad de la situación, continúan entablando una feroz y estéril batalla en que se disputan la insoportable vacuidad de ser quien más insultos y descalificaciones profiera contra investigadores, científicos, legisladores, servidores públicos, analistas y adversarios comunes y opinantes que defienden o atacan la estrategia gubernamental para enfrentar la pandemia.

Los diarios, revistas y redes sociales —estas principalmente— se saturan de improperios e insultos, en lugar de que todos esos espacios los ocupen quienes puedan analizar y argumentar sólidamente las posiciones en favor o en contra. Todo son opiniones, anécdotas, guerras de números e incluso arengas contra los políticos en el poder, a quienes se les acusa de ocultar o subestimar los datos epidemiológicos.

Si así fuera, sería de más utilidad ahora solicitar a la población que siga las recomendaciones de la OMS de quedarse en casa y extremar las medidas de higiene, que estar despotricando por un número indefinido de enfermos y fallecidos o estar amenazando con un ajuste de cuentas después de la crisis, que tan solo conduce a una irritación social que podría tener consecuencias adversas para todos.

En estos momentos sería de mayor utilidad procurar luchar unidos contra un invasor común: el SARS-Cov-2. Ya después habrá tiempo de analizar y juzgar lo bien o mal planeada estrategia gubernamental. Esta sería una enseñanza valiosa.

Otra más sería la necesidad de las carreras de comunicación de subsanar la deficiente preparación de los alumnos en periodismo, no únicamente para que tengan conocimientos elementales de ciencia, sino también para ser reconocidos como periodistas, pues como acertadamente apuntó Vicente Leñero: “solo el reportero es quien merece a cabalidad el crédito de periodista”. Obviamente un reportaje se elabora con una investigación previa en fuentes confiables y no únicamente con declaraciones y opiniones, como hasta ahora ha sucedido, con honrosas y valiosas excepciones.

Un asomo al quehacer científico

Otra enseñanza más, quizá la más valiosa, podrá ser que la irrupción de este virus haya permitido a la mayoría de la gente vislumbrar en qué consiste el trabajo científico, no porque se haya difundido en términos amplios y accesibles de qué manera se realizan las investigaciones sobre el covid-19, sino porque los numerosos trabajos van dando cuenta de la velocidad de la generación del conocimiento, que forma parte de las características de la ciencia.

El conocimiento científico no es inmutable, por el contrario cambia por la experiencia, pues se verifica a cada momento. Por tal razón, las investigaciones sobre este nuevo virus han permitido conocer mejor sus características, formas de transmisión, maneras en que causan la enfermedad (fisiopatología), ensayar posibilidades de tratamiento y su comportamiento epidemiológico en diferentes países, entre otros aspectos.

Este trabajo de los científicos, que continuamente aporta nuevos conocimientos, ha tenido como resultado la aparición de más de 20 mil artículos científicos en todo el mundo que abarcan diferentes áreas del conocimiento relacionados con el virus y sus impactos epidemiológicos y sociales. Por esa razón, a veces parecen contradictorios los avances sobre tratamientos y vacunas, ya que las investigaciones verifican o descartan ciertos procedimientos.

En la medida en que esta información sea presentada como una generación de conocimiento que va aportando nuevos elementos para el estudio del virus, se podrá entender mejor que el conocimiento científico no está sujeto a dogmas ni a opiniones, por más reputados que sean los científicos que las emitan, sino a la experimentación y verificación de resultados.

De esta forma, la pandemia permitirá asomarse al quehacer científico y contribuir a despertar vocaciones en niños y adolescentes. Por lo tanto, como señaló la revista Cell en su número del pasado 16 de abril: “Todos deberíamos apoyar y alentar públicamente a las personas que se esfuerzan incansablemente por estudiar este virus, luchar contra la información errónea, cuidar a los enfermos y trabajar hacia nuevos tratamientos y vacunas”. Y habría que destacar que deberíamos ser todos.

 

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico