Por Arturo Ponce Urquiza

 

Una de las realidades que este año está dejando, es referente a cómo será el devenir de las naciones tras el paso de la emergencia sanitaria que ha provocado el COVID-19.  A lo largo de los últimos dos trimestres de este año 2020, las noticias internacionales han girado a la situación de la evolución e impacto, que ha tenido el nuevo virus, primero se le tomó como un asunto lejano, que sólo podría afectar a una parte de la población de la República Popular de China (RP de China), en específico en la ciudad de Wuhan, para poco a poco evolucionar en lo que todos sabemos, una pandemia cuyos resultados han sido de un impacto negativo para el desarrollo nacional de los Estados.

Las primeras señales, fueron el cierre de las actividades de transportación, vía aérea, férrea, carretera o marítima, para luego el cierre de fronteras y pasar rápidamente a parar las líneas de producción en todo el mundo. En efecto, este freno súbito de la actividad económica y comercial está afectando de una manera que no se había considerado por ninguno de los centros de investigación a nivel internacional, como ejemplo, el World Economic Forum, en su documento Global Risk que es publicado a finales del mes de enero, estableció que los grandes retos a los cuáles habría que poner atención, giraban entorno a las migraciones, al cambio climático, los derechos humanos y la fragilidad de las naciones para ejercer la democracia, en términos generales.

La realidad está siendo completamente distinta, se está observando una profunda recesión económica global, choques sociales por causa de la NO debida aplicación de los valores de la democracia, como son las libertades humanas y la justa aplicación de la ley, desconcierto por no tener un medicamento eficaz para el control de la epidemia y grandes esfuerzos por darle a la población mundial un poco de aliento de que en los próximos meses habrá una serie de vacunas que habrán de dar la debida certidumbre para recuperar la normalidad en la que vivía la sociedad global hasta el 31 de diciembre de 2019.

El confinamiento trajo consigo incremento de enfermedades, desasosiego e incertidumbre de hacia dónde vamos y cuáles serán los resultados que deberemos encontrarnos en las próximas semanas y meses, el año que parecía normal con las problemáticas ya conocidas, fue desplazado por un año, en el que se vive día a día, no uno en el que se pueda proyectar para la mayoría de las personas, con un futuro tranquilo.

Si bien, en la RP de China, Europa, Japón, Corea del Sur, Canadá y EEUU, están comenzando su reapertura económica y establecer la nueva normalidad, lo cierto es que lo hacen bajo el valor de que es posible nuevos brotes e incluso una nueva ola de contagios, que frene esta tímida apertura económica.

Para muchos especialistas, esta crisis económica y financiera, tendrá mayores repercusiones de las que se sufrió en 1929 o de los efectos que se tuvieron tras la terminación de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, las condicionantes del desarrollo tecnocientífico, son inmensamente superiores a lo que fue la primera parte del siglo XX, los constantes anuncios que en este mismo año estará la vacuna y con ello el debido proceso de grandes jornadas de inoculación para proteger a las sociedades nacionales, son un tema central para definir cómo debe ser la mirada que le deberemos de dar a la segunda mitad de este año y de cómo debe de ser el arranque de año en el 2021.

En efecto son muchas las condicionantes que se fueron quedando rezagadas a causa de la emergencia sanitaria, como la negociación de los tratados de armas nucleares, los foros del cambio climático, la continuación de la Agenda 2030, seguir procurando por la ampliación de las libertades humanas, eficientizar los acuerdos al interior de la Organización Mundial de Comercio, procurar mejores protocolos en materia del combate al crimen organizado transnacional, la conflictividad en buena parte de Medio Oriente y Asia Central, el control marítimo en el Sudeste Asiático, las acciones en contra de los derechos humanos en Venezuela y sumado a todo esto, se encuentra la gran disputa por la hegemonía mundial entre la República popular de China y los EEUU.

Un gran tema que va más allá de la tecnología 5G y la inteligencia artificial, en realidad es la definición de cómo serán cuando menos los próximos 50 años para la vida de la naciones, es decir, por siglos desde la cultura helénica hasta nuestros días, las grandes decisiones a nivel internacional, han provenido desde occidente, primero Europa y luego EEUU, el pensamiento filosófico, la idea de la democracia, las libertades humanas, el liberalismo económico, la configuración de la estructura de los Estados nacionales, en fin, el modo en que vemos el comportamiento de las naciones tiene un gran componente, que no proviene de las culturas asiáticas, por el contrario, occidente ha sabido imponerse y ha definido el rumbo del quehacer histórico de la sociedad global.

Sin embargo, la realidad está comenzando a ser otra; dos geopolíticos clásicos ya consideraban en la primera mitad del siglo XX, que el gran escenario por la disputa de la hegemonía global sería Asia-Pacífico. El primero fue el Almirante en retiro Alfred Thayer Mahan, quien consideró que para qué los EEUU se volvieran una superpotencia y sostuvieran su hegemonía, sería por medio de su capacidad de influencia en esta región del mundo y para ello requería de una armada moderna y poderosa, lo cual se fue concretando en breve tiempo, pues después de la Segunda Guerra Mundial la armada estadounidense se convirtió en la más eficiente y cuyo dominio estaba en cada océano del mundo seguida por la de la Unión Soviética.

El segundo, fue el Teniente General Karl Haushofer, quien también consideró que el escenario de Asia-Pacífico sería el lugar más idóneo para dirimir las diferencias por la hegemonía mundial, entre las potencias del momento, es decir, el quitarle la hegemonía al Imperio Británico, habría de requerir, quitarle el control de sus posesiones coloniales en esta región por parte de la nueva potencia occidental que surgiera de esa disputa.

Pero lo que no previeron (lo que era lógico a causa de los análisis que hicieron a razón de un momento histórico determinado), fue que China de ser una nación atrasada, para principios del siglo XX, en las siguientes décadas pudiera superar la condición de pobreza y aislamiento, para emerger como un serio rival que busca adquirir el predominio mundial. La combinación de los valores culturales, más un régimen férreo, han permitido que esta nación no sólo ha superado las expectativas que se le tenían años atrás, sino que ha demostrado que puede ser superior a EEUU y a  Europa económica y comercialmente, prueba de ello, son los millones de productos que surgen de sus empresas a diario y de la serie de negocios que se han realizado haciendo uso de las líneas financieras de sus principales bancos a nivel internacional como lo es el ICBC (Banco Industrial y Comercial de China) que en nuestros días es el número uno por encima de la banca estadounidense y europea.

Ahí están los retos que el año 2020 aún no ha podido superar a causa de la emergencia sanitaria y que obligan a repensar cómo se les debe de dar una justa negociación, cuando lo importante es salvar vidas a causa de las afectaciones del virus y por otro lado, recuperar en la manera de lo posible millones de empleos para no agudizar más la actual situación económica que atraviesan todas las naciones.

El reto es impresionante, pues se debe de actuar con cautela para no provocar una confrontación que lastime a la seguridad internacional de una manera que sea irreversible y por otro lado, las naciones en conflicto como son EEUU y la República Popular de China, cada uno a su manera, están buscando definir al presente siglo. Algunos autores llegaron a considerar al siglo XXI, el siglo de los EEUU por haber alcanzado la capacidad idónea para establecer un modelo que las naciones siguieran como lo es la globalización, pocas naciones lo habían logrado en el pasado, el imperio Romano y el Imperio Británico, cada uno en su tiempo-espacio, definió las características del Poder Nacional y su debida aplicación para ejercer a plenitud su idea de gobernar.

Por su parte la República Popular de China, tuvo un intento durante la dinastía Ming en el siglo XV, cuando a través de su flota Naval y de comercio, alcanzaron la costa Este de África, el Estrecho de Ormuz y la costa de la India; fue un breve periodo, pero del cual se sienten orgullosos y del cual retomaron la idea del collar de Perlas a través del One Belt, One Road, acercar a Europa y América a sus intereses por medio de su capacidad a gran escala de cualquier producto, de tener injerencia a partir de su sólido sistema financiero.

Esto es la gran situación que está latente en medio de la crisis sanitaria, la definición del modelo que se habrá de ir imponiendo y en dónde los EEUU, no han aceptado que sean los perdedores de este juego geoestratégico que se empieza a observar por medio de declaraciones, acciones económicas y posicionamientos militares. Lo delicado de esta situación, es que la recesión está evidenciando diversas problemáticas en cada una de las naciones en conflicto, ejemplos de ello las manifestaciones en contra de una nueva ley de seguridad nacional en territorio de Hong Kong, para ir eliminando el estatus de autonomía en el cual aún se encuentra la isla, pero por el otro lado, están las diversas manifestaciones que comenzaron en Minneapolis y se han extendido por diversas ciudades de los EEUU. por motivos raciales.

Lo cierto es, que el año 2020 será uno para estudiar con mucha calma en los próximos meses y años, pues estará redefiniendo los procesos de la organización política de los gobiernos nacionales, establecerá formas creativas para hacer negocios regionales y globales, se incrementarán los reclamos sociales por mejores condiciones de vida en todos los países, pero también estará demostrando que la tecnología está siendo la mejor aliada para mantener a las economías de los Estados y también la procuración de un alivio a la salud de millones de personas en cada región del mundo.

Asimismo, el pasamiento y filosofía del quehacer en materia de seguridad nacional e internacional, estará siendo modificado por las acciones en cómo las Fuerzas Armadas han tenido que ser utilizadas para dar certidumbre al control de la pandemia, como se ha observado en Europa, EEUU y en nuestro país.

El año 2020, es el año que cambio al siglo XXI, pues se hizo evidente que en materia de seguridad nacional, se debe de establecer como normativa para el estudio de los riesgos y amenazas a las epidemias y sus estragos cuando se transforman en pandemias, que modifican abruptamente el comportamiento de sociedades y naciones, pero también la manera en la que se identifican la conflictiva internacional que está en un impasse y su inminente reapertura con todas sus implicaciones.

 

El autor es profesor de Posgrado en la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.