“La palabra virtud no significa conducta,
sino fuerza, energía vital”.

John Ruskin

 

El pasado 30 de junio se cumplieron cien días del confinamiento absoluto de la cultura presencial en esta Capital Cultural de América.

Al igual que en otras urbes del planeta, la normalidad de funciones de teatro, cine, conciertos, exposiciones o visitas a museos quedó excluida de la vida cotidiana en todo territorio infectado por la Covid-19, provocando con ello una alianza forzada con las nuevas tecnologías, que al tiempo que garantizara derechos culturales, mitigara la reclusión voluntaria forzada por una pandemia de difícil entendimiento científico y comprensión social.

Junto a otras ciudades del planeta, la Ciudad de México optó por acelerar el proceso tecnológico definido desde el Gobierno a fin de ampliar opciones de acceso a la cultura para habitantes y visitantes de la Ciudad de México, cumpliendo así con la premisa fundamental de la ley en la materia.

La experiencia tecnológica nos permitió construir la plataforma www.capitalculturalennuestracasa.cdmx.gob.mx, la cual inició el 21 de marzo con la transmisión de la grabación previa de la Noche de Primavera, popular fiesta de la música en la capital que, por motivos más que entendibles, era imposible sostenerla en las plazas del Centro Histórico. Nuestra salida fue bien recibida por un importante número de visitantes virtuales, quienes además nos alentaron con comentarios positivos, lo que nos infundió la fortaleza necesaria para consolidar este mecanismo virtual como escenario gratuito y accesible a una población que buscaba opciones para permanecer en casa.

Comprometidos a generar un espacio no oficialista, plural, abierto a todas las expresiones del arte y a todo el material virtual existente en el ámbito de la cultura, la plataforma capitalina a cien días de su arranque ha logrado un récord de casi 40 millones de interacciones en torno a una propuesta cultural conformada por más de mil temas diversos compartiendo desde el 14 de abril acciones culturales con Buenos Aires, Barcelona y Bogotá, constituyéndose así la red iberoamericana denominada Cultura-Es.

A un centenar de días de operación ininterrumpida, podemos identificar las virtudes de la cultura virtual, reconociendo como primer logro la capacidad de atender una población más amplia que en nuestras actividades presenciales: tomando como rasero la capacidad del Zócalo capitalino en 120 mil personas en mitin o concierto, el resultado que se obtiene en la plataforma es de 333 Zócalos llenos en 100 días, lo que correspondería a 3.3 plazas diarias.

Parafraseando al británico Ruskin, la virtud de la cultura virtual estriba en su fuerza y en su energía vital, más que en una conducta que, si bien es cierto resulta esencial en el confinamiento, no es menos cierto que nos descubrió un territorio cultural inconmensurable.