Las medidas de contención para evitar la propagación del Covid-19 en México han afectado el empleo y los ingresos de los hogares, y una de las consecuencias es que está agudizando la inseguridad alimentaria, concepto que hace referencia a la disponibilidad limitada o incierta de alimentos nutricionalmente adecuados, o bien, a la capacidad para adquirirlos. Algunas causas de este proceso son la ausencia de medidas sustanciales del gobierno para apoyar a la población, específicamente durante la contingencia, y el aumento de los precios de los alimentos.

En los últimos meses, el ingreso económico de la población se ha visto afectado por el aumento del desempleo, por el “descanso” sin goce de sueldo al que han sido forzados miles de empleados e incluso porque las personas no pueden salir a buscar trabajo. La situación es preocupante porque, de acuerdo a la Encuesta de Seguimiento de los Efectos del COVID-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos, 1 de cada 3 hogares ha reportado una reducción de sus ingresos del 50 por ciento. Asimismo, la situación no mejorará, pues para fin de año, habrá 12 millones de desempleados, derivado del mal manejo de la economía y la pandemia.

Bajo estas condiciones, y pese a que la oferta de alimentos permanece ya que no hay desabasto, la capacidad de compra de la población ha disminuido considerablemente pues hay menos dinero y la canasta básica se ha encarecido: legumbres, tubérculos, verduras, frutas y carnes han tenido un alza promedio de 4.8 por ciento, y el huevo un alza de 10.5 por ciento, por mencionar algunos ejemplos. En este sentido, según datos de INEGI, el consumo privado como componente del PIB registró una caída de -0.5 por ciento en el primer trimestre del año a tasa anual, lo que creará un círculo vicioso pues la fragilidad en el consumo de los hogares derivará inevitablemente en las posibilidades de recuperación de las PyMES, impactando en el cierre de éstas y, por tanto, en la pérdida de empleos e ingresos familiares.

Ante este panorama, muchas familias ya presentan hoy en día algún grado de inseguridad alimentaria, que va desde la preocupación por el abasto de alimentos y los ajustes en el presupuesto destinado a la alimentación y, en casos más severos, se ha visto comprometida la calidad y cantidad de alimentos en el hogar. Y aunque el Estado es responsable de asegurar la disponibilidad de alimentos para satisfacer las necesidades de la población, cabe recordar que nuestro país es considerado deficitario en la producción de alimentos, siendo dependiente en un 41 por ciento de la producción de alimentos de otros países para satisfacer el consumo nacional.

Esta cuestión pone en riesgo nuestro desarrollo y peor aún, el no garantizar los alimentos es una epidemia que, aunada a la pobreza y a la pandemia de salud, podría dañar a mucha gente. Por este motivo es muy importante priorizar el sector agropecuario nacional, porque son actividades fundamentales para nuestra sobrevivencia. Debe atenderse la cuestión porque se ha observado una fuerte caída en el Índice General de la Activad Económica (IGAE) que, considerando los efectos de la baja demanda en la cadena de valor, principalmente restaurantes, hoteles, realización de eventos y otros, en el primer trimestre del año el PIB de este sector cayó más de 4.5 por ciento y se derrumbará cerca de -10 por ciento a fin de año.

Así, es necesario un PROYECTO DE ESTADO INTEGRAL que permita replantear la forma en que producimos, distribuimos y consumimos alimentos en México para dejar de depender del extranjero. Nuestro país tiene condiciones muy favorables para el sector primario: contamos con sol y tierra fértil, pero está desaprovechado. El tema es fundamental para el futuro del país, se tiene que IMPULSAR EL SECTOR AGROPECUARIO para dar una oferta adecuada de productos, incrementar la producción a través de apoyos al sector, a la inversión en nuevas tecnologías, innovación en los procesos de riego o en la producción de frutas y verduras en serie, a la utilización de mejores técnicas como invernaderos para el cultivo, en hidroponía, entre muchas otras tecnologías que permiten hacer que los alimentos no solamente sean más sanos sino que sean más accesibles y económicos.

El abasto es uno de los pilares fundamentales de la economía junto con la energía y la salud, por eso es un esfuerzo nacional muy importante. Ojalá que en momentos como el actual se reflexione que la política no es solamente para mantenerse en el poder, sino una herramienta para realizar los proyectos de administración correcta que requiere el país. Es ahora cuando el gobierno debe sacar la casta y mostrar su capacidad de administrar y ajustar las medidas necesarias para evitar la inseguridad alimentaria.