El linchamiento anunciado desde la “mañanera” en contra de cinco ex presidentes de México abrió la puerta a los chacales. No a la justicia, sino a la carnicería política.

El primer chacal en apuntarse fue el diputado del PT, Gerardo Fernández Noroña. Dijo que su partido se encargará de reunir las firmas para preguntar a la población si está de acuerdo con llevar a la cárcel a Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Si a esas vamos, el diputado debería agregar también el nombre de Andrés Manuel López Obrador. En menos de dos años se ha convertido en un homicida social al dejar sin empleo a más de 16 millones de mexicanos y sin vida a más de 55 mil enfermos de Covid-19.

El tipo de justicia que está aplicando el régimen sólo existe en las dictaduras. Y no se trata de defender a ningún ex presidente, sino de advertir que López Obrador está utilizando la ley para llevar el país a un Estado totalitario.

Mientras sus tramoyistas montan la farsa jurídica en contra de Emilio Lozoya, detrás del telón, hay quienes están planeando el gran robo a la nación. Se preparan para dejar al país sin Constitución y dejar en su lugar un diamante en falso.

Buscan sustituir un texto constitucional resultado de un movimiento social que costó la vida a más de un millón y medio de mexicanos, por otro, que estaría hecho a la medida del egocentrismo y ambición de un solo hombre.

El diputado Porfirio Muñoz Ledo de Morena lo adelantó en su artículo “La Constitución Política del Futuro”. Su tesis es que “México demanda un nuevo Contrato Social” porque la Carta Magna vigente es obsoleta.

¿Para quién es obsoleta? ¿Para el país, o para un presidente al que no le gusta la división de poderes? ¿Para quién es obsoleta, para el pueblo o para un hombre que está decidido a recurrir a lo que sea con tal de convertirse en un gobernante con facultades  meta constitucionales?

Los chacales tienen la instrucción de comer toda la carne que puedan,  arrancar vísceras y cabezas para destruir a quien haya que destruir y poder ganar las elecciones 2021. A falta de logros, la 4T necesita apilar muertos políticos para montarse sobre  ellos y consolidar su proyecto autocrático.

Lozoya es el nuevo patiño de Palacio Nacional. Se le pidió acusar a Peña por delitos electorales que ya prescribieron —por los que ya no puede ser enjuiciado—, pero que dieron pie al “cilindrero mañanero” para levantar cinco horcas en medio del escenario. Para recordarle al respetable público que su gobierno llevaría a la cárcel a cinco ex presidentes sólo si así lo decide el pueblo en una consulta pública.

Con ese anuncio el jefe de la nación dio un golpe mortal, —uno más—, al Estado de derecho, pero rebeló lo más importante: que el Presidente no cree en la justicia sino en los linchamientos. Cree en el crimen, en la venganza, no en la aplicación de la ley.

Es adicto a todo tipo de linchamientos. Al linchamiento mediático para castigar, sin pruebas y sin juicio previo a sus enemigos con la intención de beneficiarse de su destrucción política.

Es proclive al  linchamiento material, a un tipo de delito, a un asesinato ocasionado por multitudes, que vulnera los derechos humanos del acusado, busca denigrar a la persona, no respeta la presunción de inocencia y, lo más importante, deja en el anonimato y en la impunidad a los criminales.

¿Quién mató al Señor Comendador? Fuente Ovejuna Señor.

La invitación a hacer justicia por propia mano en contra de cinco ex mandatarios debe haberle caído como “anillo al dedo” al crimen organizado y a ese amplio sector de la población que, como el presidente, comparte la cultura de la horca y el gatillo.

Ese es el tipo de justicia que le gusta a López Obrador, es la justicia de los chacales.