Una de las características más relevantes de la sociedad en las últimas décadas ha sido el hartazgo por un modelo económico empobrecedor para muchos y enriquecedor para muy pocos, con decisiones corporativizadas, poco interés por el bienestar social y el medio ambiente, un elemento que ha sido utilizado como bandera para la obtención de resultados electorales, sin embargo, seguir con esta división, el llamado permanente al encono y a una falaz división de clases sociales entre pobres y personas de clase media, partidarios o adversarios, resultará únicamente en el retraso de la recuperación económica que requiere nuestro país.

Pese a décadas de estudio, análisis sociológico, económico y político, el concepto de “clase media” resulta aún tan polisémico como controvertido. Aunque de manera intuitiva y hasta simplista, podría argumentarse que se trata de aquel grupo de personas o clase socioeconómica que se ubica entre la clase baja y la alta, lo cierto es que es bastante más complejo que ello.

A propósito de la clase media, “aspiracionista y difícil de convencer”, habrá que precisar que apoyar su desarrollo, estabilidad y crecimiento, se convierte en esencial para el buen desempeño de la economía nacional.

Hace algunos años, en 2019, la OCDE estableció que en México los hogares de clase media tenían ingresos anuales entre 3,757 y 10,019 dólares, es decir, a un tipo de cambio de 20 pesos por dólar, significa un ingreso mensual entre 6,262 y 16,698 pesos, considerando datos de INEGI, en 2018 correspondía a 17 millones de hogares aproximadamente, lo cual implica prácticamente la mitad del total a nivel nacional.

Ya en 2021, CONEVAL sugiere que 55 por ciento de las personas en México viven en pobreza laboral, es decir, su ingreso no alcanza para solventar una canasta alimentaria, además, más de la mitad de la población ocupada no cuenta con servicio médico ofrecido por alguna institución pública y que 25.6 millones de personas trabajan en el sector informal.

Con toda seguridad, varias de las personas identificadas por CONEVAL están dentro del rango establecido por la OCDE pero también un buen número de pequeños empresarios, emprendedores, hombres y mujeres con diferentes capacidades, preferencias, formaciones culturales, académicas y diferentes patrones de consumo.

Si el análisis se lleva hacia la búsqueda de una caracterización en términos de posición económica, preferencias políticas, patrones de consumo, posibilidades de movilidad social, el resultado es multivariado y de amplio espectro, dicho en otras palabras, en México hacer una referencia sobre la clase media, en prácticamente cualquier contexto, significa referirse a un universo heterogéneo, que no necesariamente inicia donde termina la pobreza y que tiene un límite superior aún más difuso.

En cualquier caso, lo que queda claro es que se trata de un sector de la población en donde hay un alto potencial para impulsar el crecimiento y desarrollo económico en México, más aún después de la catástrofe que supuso para la clase media la crisis de 2020, asociada a la pandemia de COVID-19, y al mismo tiempo, un estrato socioeconómico frágil, que requiere apoyo para construirse y ciertamente hacer valer y cumplir sus propias expectativas.

En cualquier momento histórico en México, una creciente y dinámica clase media, ha sido un síntoma de prosperidad y en general de perspectivas positivas sobre el futuro cercano de la economía, razón por la cual debiera ser uno de los objetivos principales de política pública asegurar su bienestar.

Hoy México y su clase media requieren de políticas públicas enfocadas a mantener un ambiente adecuado para las familias, lo que implica una tasa de inflación moderada, dentro de los límites establecidos por la autoridad monetaria, tasas de interés y condiciones adecuadas para aumentar el consumo privado, la inversión, el desarrollo de proyectos productivos, el nacimiento y la supervivencia de pequeñas, medianas, grandes empresas, y con ello una mayor recaudación tributaria.

Es menester apoyar también, mediante el gasto público a este sector que tiene un mayor efecto multiplicador y con ello derivará en mejores condiciones para la sociedad en general.

Evadir la responsabilidad con este grupo poblacional e incluso, continuar con la polarización que únicamente deviene confrontación y resentimiento, tendrá fuertes efectos para el desarrollo social.

Seguir con el llamado al encono, al resentimiento y a la división entre mexicanos no es la labor esperada de quienes lideran este país, por el contrario, es tiempo de unidad, de fortalecimiento democrático e institucional, de hacer crecer y desarrollar a la clase media mexicana, pilar de la movilidad social y el crecimiento económico.

El autor es Presidente de Consultores Internacionales, S.C.®