En la Ley reglamentaria de la consulta popular apareció la pregunta para que deben responder los ciudadanos: “¿Estás de acuerdo en que a (nombre) Presidente/a de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o que siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo”.

Con la debida oportunidad los especialistas y comentaristas hicieron notar que la pregunta era contraria a lo dispuesto por el artículo 35, fracción VIII constitucional. A pesar de lo anterior, fue aprobado por los legisladores de Morena y sus cómplices: la chiquillada o menudencia, que igual estaba con el PRI, que con el PAN y que ahora son acérrimos defensores de la 4T.

Tomando en consideración las causales de anticonstitucionalidad que se observan en la pregunta, fue impugnada a través de una acción de inconstitucionalidad. El ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo presentó al Pleno de la Corte un proyecto, por demás fundado en el que se proponía ajustar la pregunta al mandamiento constitucional. Cuatro ministros, tres de ellos propuesto al Senado por AMLO, votaron en contra de lo propuesto por el ministro ponente. Quiero suponer que lo hicieron por sí y que no para quedar bien con quien los propuso o, en el peor de los casos, siguiendo insinuaciones de él o de su equipo. Como lo he dicho anteriormente, el actual presidente de la Corte tiene su “corazoncito”; sabe que próximamente tendrá que retirarse tanto del cargo como de ser ministro. Supongo que está pensando a futuro. Él también votó en contra del proyecto.

Quien examine bien el contexto político llegará a la conclusión de que los morenos: sus legisladores, ministros y gestores pudieron no haber calculado bien las consecuencias de su actuación y puesto en riesgo o, en el mejor de los casos, en duda, el liderazgo de su jefe. Me explico:

Celebrada que sea la consulta, ¿qué sucedería si el número de votos reprobatorios, los que pidan la separación de su cargo, supera a los aprobatorios, es decir que sean partidarios de que AMLO continúe en el cargo?

Estando de por medio una sola opción, la única admitida por la Constitución, de que se revoque el mandato de AMLO, no había mayor problema. Implícitamente, de ser una sola opción, votarían únicamente los interesados en que AMLO se retire del cargo. Pero existiendo dos opciones, de ser más los que opten por la revocación que por la ratificación, implícitamente se trataría un plebiscito reprobatorio, sin importar el número de participantes.

En ese supuesto, aunque el resultado no es vinculatorio, si implicaría que la ciudadanía reprueba el desempeño de AMLO.

Existe el riesgo de que la ciudadanía, harta de las “puntadas” de AMLO decida participar en la consulta y lo haga inclinándose por la revocación del mandato. Esto puede suceder en las ciudades grandes o medianas, donde los electores están más informados e inconformes.

Es innegable que fue inoportuna para AMLO, que predica la autoridad republicana, la noticia de un Amlito, que no ha declarado mayores ingresos o recursos económicos, vivió en una etapa de su vida en una casa de lujo en Houston, Texas.

AMLO, durante más de quince días ha tratado de desviar la atención de la opinión pública de ese escándalo, que parece ser parte de la generalizada corrupción que se observa durante el actual sexenio.

En un hijo de Carlos Salinas o de Miguel de la Madrid no pasaría de ser una nota social. No lo es tratándose de un Amlito. Nadie puede aceptar ese doble discurso de un par de zapatos y nada de viajar al extranjero o educarse en universidades no mexicanas, que predica el presidente de la república.

Todos coinciden en que AMLO, por ese y otros hechos, es un hombre acorralado; algunos se atreven a afirmar que está a punto de tronar, de explotar. Ningún ser humano normal soportaría tanta presión, tener que responder tanto ataque y, de la misma manera, intentar devolver los golpes.

El afán de crearse enemigos todos los días desgasta a quien ataca. Ningún ser normal soportaría no descansar; que dedique parte de las noches y madrugadas a estar pensando ¿a quién atacaré en la mañanera? ¿a quién haré objeto de mi escarnio para llamar la atención de la opinión pública y no vea la tragedia a la que he llevado al país por mi ineptitud, soberbia e irresponsabilidad.

Es evidente que, a estas alturas del sexenio, debido a sus múltiples y graves desaciertos, AMLO ya no goza el ejercicio del poder. Lo sufre. Él y sus adversarios han hecho su presidencia insoportable.

Con lo de los lujos que un hijo de él se da, le han pegado en donde más le duele a un ser humano. Todos los ataques son llevaderos, menos los que se enderezan contra los hijos. Entiendo que está sufriendo, pero debe reconocer que lo que hizo su hijo mayor es indefendible. Eso y lo hecho por sus otros parientes y socios, necesariamente le afectó gravemente

AMLO y su facción política se han hecho tan antipáticos que no sería de dudar que, si llega a concluir su mandato, sus adversarios políticos tomarán como programa político el deshacer todo lo mal construido por la 4T. Que todos, absolutamente todos sus actos sean revisados. Que se dude de la idoneidad de sus propuestas para ministros de la Suprema Corte de Justicia y que se haga una depuración de los miembros de reciente ingreso; se revisen el nombramiento de la presidenta del Banco de México; de los de los entes autónomos y también y de inmediato, se reestructure totalmente el cuerpo diplomático.

Saliendo AMLO no habrá quién, incluyendo a su delfina, se atreva a mantener esos elefantes blancos que son el Banco Bienestar, el ferrocarril peninsular, la refinería de Dos Bocas y aeropuerto Felipe Ángeles.

La gallina que tenía para el estado de México, por aquello de los diezmos, parece que se le cayó. Tendrá que recurrir a Horacio Duarte. Sólo falta que se nos informe que ella, aparte de los diezmos, cobraba primicias, limosnas y dadivas por sacar almas del purgatorio.

Hasta a mediados de enero pasado, para los adversarios de AMLO la estrategia más aconsejable era hacer campaña a favor de abstenerse de participar en la consulta. Invitar a la ciudadanía a no prestarse a la farsa. Todo parece indicar que ahora es invitarla a que vote y pida la revocación. A como dé lugar el voto reprobatorio debe superar al aprobatorio.

En una de esas, como están las cosas políticas, dada la escasa publicidad oficial que el INE está en posibilidad de hacer a la consulta y, en cambió, la abrumadora exhibida que le están dando a AMLO en los medios y las redes, por aquello de la “casa gris”, en una de esas y sí concurren el cuarenta por cientos y participan en la consulta y le revocan el mandato.

Esa posibilidad se antoja más real si se toman en cuenta que la clase media y los habitantes de las grandes y medianas urbes, más informados y conscientes de la corrupción creciente e ineptitud manifiesta, voten por que se vaya AMLO. Que se prepare Sergio Gutiérrez Luna, presidente del Congreso de la Unión, para asumir temporalmente la presidencia de la república.

Como por ley AMLO no puede intervenir para hacer campaña a favor de que se vote ratificándolo en el cargo y sus adversarios no tienen esa limitante, va a ver la campaña desde una butaca muy lejana.

En el peor de los casos, habida cuenta el contexto de escándalos de corrupción en la familia de AMLO, existe la posibilidad de que el resultado de la consulta, de serle desfavorable, aunque no sea vinculatorio, por cuanto no se reúna el cuarenta por ciento de los electores, pudiera perjudicar a Morena y, sus candidatos en el ejercicio electoral a realizar en julio próximo. Esa es una posibilidad muy real.