Entrevista con Hugo Sánchez Gudiño, investigador universitario

Lo sucedido en el estadio Corregidora de Querétaro, en donde grupos de aficionados del equipo local agredieron hasta casi la muerte a los del Atlas de Guadalajara, refleja un fenómeno que se ha mantenido en el futbol mexicano debido al negocio que representa contar con grupo que ayuden a mantener –y en algunos casos mejorar– la asistencia a los recintos deportivos.

De acuerdo al investigador que ha llevado el seguimiento a este tema desde finales de la década de los 80 del siglo pasado, Hugo Sánchez Gudiño, se trata de una parte importante de los conjuntos que compiten en la Liga MX por lo que desaparecerlos “sería como pedir que se amputaran un brazo los equipos”, en un contexto en el que el negocio que representa el balompié nacional tiene frente a sí oportunidades como el Mundial de Qatar y el que se llevará a cabo junto a Estados Unidos y Canadá en 2026.

Hablamos de miles de millones de dólares que están en juego, por lo que terminar con el fenómeno de las barras es impensable porque afectaría las carteras de los equipos y de la Liga.

En entrevista con Siempre, Sánchez Gudiño refirió el surgimiento de las barras, la motivación que les dio origen, así como la lenta, pero continua penetración que han tenido de parte de pandillas, primero, y del crimen organizado, siempre con la mirada complaciente de las autoridades que regulan este deporte profesional en México.

Esta es la conversación.

De acuerdo a la investigación que ha realizado, ¿cómo surge el fenómeno de las barras que ha derivado en los hechos violentos que todos conocimos en Querétaro?

Estuve trabajando en una investigación sobre los grupos de choque y el porrismo en la UNAM, esos grupos de animación deportiva del futbol universitario surgieron desde la década de los 20, pero con los cambios generacionales y políticos en el país, decaen ese tipo de grupos de choque y surgen las barras, un modelo importado de Argentina a México porque el futbol mexicano atravesaba una crisis y se consideró que traer ese modelo generaría nuevas expectativas de mercadotecnia, publicidad, asistencia a los estadios, mayor festividad, entonces en el momento en que traen ese modelo, a través del Pachuca que contrata a algunos argentinos, costarricenses para manejar las barras y en un principio cumple sus objetivos, es un grupo de animación y jala más gente a los estadios, sube el raiting del equipo, hay fiesta dentro y fuera del campo y hay más ganancia económica.

Eso hizo que los demás equipos copiaran ese modelo.

Con la aparición de las barras, curiosamente, muchos de los grupos de choque de la UNAM migran de las escuelas superiores a las barras bravas, por eso es que una de las más famosas es la de los Pumas, o la del América. En la investigación hicimos un corte en el 91, finalmente publicamos el libro con los resultados de investigación al terminar el siglo pasado, y con la migración de esos grupos al futbol iniciamos la segunda parte de la investigación.

El surgimiento de las barras junto con la incorporación de los grupos de choque que venían de las universidades y del futbol americano, en un principio mantenían un perfil bajo, pero después se fueron volviendo violentas, tipo pandillas, y como tales el tipo de violencia que ejercían era pandilleril; estos grupos tomaron fuerza con los equipos porque, en efecto, lograban convocar y movilizar a miles de seguidores y eso se traducía en miles de asistentes y clientes potenciales al gran negocio que es el futbol, pero eran protagonistas en ciertas ocasiones de peleas por las rivalidades que habían.

Sin embargo, al inicio del siglo 21, en el 2004, empiezan a aparecer grupos más violentos y vinculados al crimen organizado que se empiezan a incrustar en esas barras. El caso más sonado fue en 2004 en el Estadio Azteca, en un juego del América con un equipo brasileño y por la rivalidad y ciertas circunstancias se desata una bronca con heridos y demás, entonces muchos diarios detectan en las imágenes que publican a jóvenes con tatuajes, un estereotipo que se presentaba como de las Maras Salvatrucha, por lo que se empieza a hablar de la infiltración de estos grupos en las barras y en efecto era así porque México es la ruta para ir a Estados Unidos, muchos de esos jóvenes se quedaban aquí y se incorporaban a estos grupos, les gustaba el futbol en su país y acabaron en las barras.

No era una penetración total, pero sí había miembros de esos grupos delictivos en las barras.

Cuando se dieron los hechos de violencia había evidencias fotográficas y el tema se convirtió, como ahora, en algo de atención, pasó de lo deportivo a lo político y logre poner en evidencia que había células de las Maras en esas barras, se hicieron foros y cosas así por legisladores para encontrar mecanismos antiviolencia en los estadios, pero como siempre pasa con los políticos no pasó nada, se apagó el tema y se olvidó.

A partir de ese momento empieza una penetración lenta y silenciosa de grupos del crimen organizado en las barras, hasta llegar al 2010 y el 2011 cuando vemos hechos similares en Torreón, en un juego Santos-Morelia en donde en el estadio lleno entran hombres armados de dos bandos rivales y comienzan a detonar sus armas con el público en medio; esto eran indicios, a lo mejor no verificables porque es muy difícil verificar eso y quien quiera hacerlo, pues lo matan, así ningún periódico va a querer hacerlo, pero ese hecho marcó un segundo momento de la penetración y hace un mes, converse con un par de periodistas de Proceso y ESPN que seguían el tema, me pidieron mi opinión y dije que veía un mapa con ciertos indicadores, ciertos focos rojos de acuerdo con mi trabajo que me decía que en cualquier momento algo podía estallar.

Esos indicadores son el grito homofóbico y los gritos derivados de eso, es decir, este grito ha generado una gran polémica, la FIFA ha sancionado económica y deportivamente a México, y los directivos no saben como resolver esto. Además, hay otros gritos colaterales que no tienen tanta fama, pero parecen narcocorridos.

El segundo que observé, es que los grupos barristas empiezan a utilizar tácticas intimidatorias en contra de los equipos rivales, utilizando mantas así como los cárteles, utilizan las narcomantas, me pareció que era algo nuevo y un indicador de que algo estaba pasando.

En esas mantas, los fanáticos amenazan al entrenador, jugadores o directivos.

El tercer indicador que detecté es que algunos futbolistas famosos que tienen fundaciones, públicamente agradecen la donación a algunos capos de algún cártel, el más famoso el Jalisco Nueva Generación, sin temor alguno.

Finalmente, un cuarto indicador fue que alguno de estos grupos de barristas llevaron a la sede de su equipo una hielera con cabezas de plástico o de cartón simulando a los jugadores o directivos, así como lo hacen los narcos con sus víctimas.

Esos indicadores, de acuerdo a la información que tenía, me anticiparon que podía ocurrir algo, que una chispa podía empezar algo y, en efecto, 15 días después ocurre lo de Querétaro y refuerza la hipótesis que veníamos trabajando y más aún la forma en que se dio el enfrentamiento, en donde el modus operandi con el que golpeaban a los tapatíos, tenía un símbolo particular: les quitaron la camiseta, eso es una seña identitaria de los cárteles, así se pelean los sicarios, así como unos cortan manos y otras cabezas, estos les quitan la playera y eso es como un sello del cártel que está agrediendo y, sobre todo, algunos líderes de la barra 51 del Atlas y de la Resistencia de Querétaro tienen antecedentes penales que los vinculan o con el CJNG o el Cartel de Santa Rosa de Lima.

Finalmente, en las fotos se puede apreciar que los elementos de seguridad tienen una complicidad con los grupos que golpean a los de Jalisco, esto es típico de los cárteles, de alguna manera eso vino a confirmar la hipótesis que se viene dando una cartelización en el comportamiento de estas barras en las canchas de futbol.

Muchos analistas deportivos o periodistas del ámbito político no lograban entender del todo, no podían comprender que un deporte como este puede estar vinculado al crimen organizado y los objetivos que perseguirían.

¿Qué tanto se ha convertido en cómplice de esta situación las directivas, los patrocinadores, como las cerveceras, y los equipos de futbol?

Lo que pasa es que el modelo de las barras forma parte del organigrama de los equipos, no las pueden quitar porque si lo hicieran sería como cortarse un brazo, las barras forman parte del mismo modelo de negocio, entonces ese es un primer problema que tienen los equipos, es un pequeño Frankstein que crearon y que ahora no saben como controlarlo porque no lo pueden eliminar, porque si lo hicieran afectan directamente el negocio, por los miles de aficionados que gravitan alrededor de las barras y si las desaparecen toca el corazón financiero de la empresa.

No olvidemos que es un negocio y, por ende, el alcohol es un negocio, todo lo que se pueda vender se vende y las barras son parte orgánica de ese negocio, pero la pregunta es como hacerlo ante la presión de la opinión pública, por lo que se castiga a las barras, pero no se las desaparece, simplemente le echas la culpa a terceros, no tocas la raíz del problema y esto se va a repetir.

@AReyesVigueras