Elegía por Bill Evans

En su camerino, el que fuera el contrabajista de Evans a lo largo de once años (1966-1977) debió advertir el fervor del estudiante de piano, asaltado entonces por preguntas profundas de formulación ingenua. Al menos, pude expresarle con claridad mi gratitud por haber hecho cantar a su contrabajo tantas décadas; canto que, he llegado a pensar, debe ser la voz misma de los árboles.