En un ambiente ominoso
Por Guillermo García Oropeza
Comienza el sexto año de gobierno de Felipe Calderón y la situación del país no es sólo desastrosa sino que se siente en la atmósfera nacional una sensación ominosa.
Y es que en los próximos doce meses le pueden suceder a México cosas terribles. Empecemos con lo que acaece en este mundo donde el Fondo Monetario Internacional, dirigido por la recién ungida Christine Lagarde, nos previene de que una recesión mundial es “inminente”, algo que nos resulta de lo más creíble dada la débil solución que le dio Barack Obama a la crisis de la deuda y las repetidas alarmas en países y bancos de Europa, que afectan hasta la misma Francia que tenía hasta ahora la fama de tener una sólida economía.
Y en México, el mismo Ernesto Cordero, presidenciable, admite que la situación no está tan blindada como se había declarado.
Mientras tanto, los actos de violencia no sólo continúan con “normalidad” sino que van destapando situaciones más complejas y misteriosas. Lo del casino de Monterrey, por ejemplo, que pasa de ser un conveniente (para Calderón) acto terrorista adjudicable a los eternos villanos que son los Zetas, para convertirse en un escandaloso ejemplo de la corrupción del panismo aliado al crimen organizado común y corriente y que de “boomerang” viene a golpear a un Santiago Creel que abrió para el país esa caja de Pandora de la legalización del juego, me imagino que con el beneplácito de un Vicente Fox.
Y ahora que Fox denuncia el fracaso de la guerra de Calderón y predica la tregua con los malos y la legalización de las drogas, cosas que a muchos nos parecen ser el menor de los males frente a los peligros de esa guerra absurda, como la llama López Obrador, y que está empujando al país a una catástrofe impredecible donde no es de descartar una intervención militar USA, con el beneplácito de los halcones de Los Pinos, amén de otras decenas de miles de muertos y de mayor erosión de la viabilidad de este pobre México.
Aunque lo peor que pudiera pasar es que en la cruzada (palabra que seguramente le gusta) de Calderón contra un crimen organizado definido como terrorista y para de paso evitar tener que entregar el poder a su odiado PRI, el presidente armado con una legislación de seguridad ad-hoc nos sumerja en un Estado de excepción, en una militarización dirigida por agentes yanquis contra esos elusivos, inaprensibles enemigos.
Sé que todo esto tiene resonancias paranoicas, pero lo que sucede es que este sexenio nos ha acostumbrado a esperar siempre lo peor. ¿Está en juego no sólo la habitabilidad de este país sino también esa tan decantada democracia que Fox presume de haber inaugurado en el año 2000?
Sea como sea, este año pinta mal, podría ser, dirían los latinos un annus terribilis…
