Por Marco Antonio Aguilar Cortés

Morelia, como capital de Michoacán, cuenta aproximadamente con el 25% de la población de nuestra entidad federativa.

Electoralmente es valiosa por su emisión de votos, aunque su importancia política tiene una significación de un espectro más amplio, desde ser la sede de los tres poderes de la entidad federativa, hasta incluir en sus entrañas sociales una estructura educativa que sobrepasa, por su importancia, a varios estados del país.

De ahí la trascendencia de las elecciones municipales en Morelia, en donde el presente es un fiel inestable que tiende a equilibrar un rico pasado con un futuro promisorio siempre en constante ebullición.

Esa efervescencia se ha dado, históricamente, entre los radicales extremos, según los problemas del tiempo y los actores en los escenarios generados. Los ejemplos en nuestra historia son variadísimos; empero, ahora me referiré, con ese fondo, sólo a algunos aspectos del fenómeno político electoral que se vive en esta ciudad que un día José María Morelos llamó “el Jardín de la Nueva España”.

Wilfrido Lázaro Medina es el candidato del PRI a la presidencia municipal de Morelia. De todos los pretendientes es el único nacido en esta ciudad. Maestro de profesión, y descendiente de profesores, inició su campaña con visita a su madre, para pedirle su consejo y aliento. Visitó la tumba de su padre, y fue recorriendo todas y cada una de las escuelas de las que recibió atención escolar. En este recorrido la gente se le iba sumando, hasta llegar a la Plaza Melchor Ocampo, en donde se realizó un evento para públicamente analizar problemas y señalar soluciones. Se llenó el lugar, y no hubo acarreos.

Marko Cortés Mendoza es el candidato del PAN a esa misma presidencia municipal. Él compitió con la Cocoa para la candidatura a gobernador, y perdió con poco margen frente a la hermana del presidente Felipe Calderón Hinojosa, y como premio de consolación su partido le asignó esa candidatura, sin ser de Morelia ni contar con el domicilio legal en ella. El municipio no lo conoce, ni él conoce al municipio. Para iniciar campaña requirió de un guía de turistas.

Genovevo Figueroa Zamudio es el candidato del PRD a la presidencia municipal citada. Tampoco es de Morelia, pero es el más conocido en todo Michoacán, y no para su bien. Lo más destacado de su inicio de campaña fue invitar a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano como su padrino.

Su caso nos hace reflexionar —siendo un candidato de más de 73 años de edad y con cargos de importancia en su currículum— sobre la vejez; la que llega cuando no puede uno valerse por sí mismo, en razón del paso de los años, ya que en el momento en que las facultades físicas y psicológicas comienzan a atrofiarse se pide auxilio.

En la actividad política militante, la vejez tiene muchos síntomas, más cuando el pasado del candidato está lleno de traiciones y riqueza malhabida.

Cuando el político vale, y no sólo ha acumulado años, sino también eficaz experiencia, él sirve para apadrinar, apoyar e impulsar a otros en las actividades políticas. Y en este caso debe auxiliar a los honrados, a los trabajadores, a los capaces.
Pero si el político no vale, y exclusivamente se ha llenado de años, de dinero sucio, y de mañas porriles, entonces sí que necesita, a pesar de su vejez inexperta, de padrinos.

Entonces, no encontrando padrinos locales, ya que sus paisanos lo conocen muy bien en sus vicios y defectos, y en la manera de encubrirlos con actitudes modositas, apacibles, y gesticuladoras, busca patrocinadores externos.

Lo anterior lo obliga a acarrear padrinos foráneos que le levantan la mano, que le inventen cualidades, a sabiendas de que no son ciertas; al fin y al cabo que viviendo los avales fuera de Michoacán, y no teniendo ni siquiera credencial de elector en el estado, no lo padecerán nunca como presidente municipal de Morelia, si llegara a triunfar, por mágicos chiripazos del destino, llamados fraude.

Así Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano se presta, y sólo él sabe por qué, a ser valedor del desprestigiado candidato del PRD a la presidencia municipal de la capital de Michoacán, ante la sonrisa cómplice del líder nacional perredista Jesús Zambrano.
Ambos, Cuauhtémoc y Zambrano, no tienen credencial de elector en Michoacán; al menos eso creo, pues su actual domicilio no está aquí. Son, en el mejor de los casos, turistas electorales.

Al margen de esos dos turistas, la mayoría de los michoacanos tenemos hartazgo de PRD por los malos gobiernos que han postulado en esta década perdida administrada por Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel, de quienes hasta Silvano se deslinda.

Los candidatos perredistas se encuentran, desde ahora, impulsando el turismo, como lo han prometido en diversos eventos. No únicamente trasladan turistas electorales sin credencial de elector en Michoacán (como padrinos del candidato perredista a la presidencia municipal de Morelia, quien a pesar de su avanzada y supuesta experiencia genera desconfianza popular, requiriendo todavía, como bebé, que lo apañen), sino turistas electorales que acarrean de municipios vecinos a la capital michoacana.

Fue su táctica en el mitin de apertura del domingo próximo anterior, en una Plaza Valladolid semillena de visitantes foráneos, pero pletóricas las calles aledañas de autobuses que hicieron dicho flete.

Silvano en esa reunión prometió a Genovevo: “Los candidatos perredistas que pierdan se van a ir conmigo al gobierno”. Sólo le faltó expresar la cláusula de reciprocidad indispensable para una cabal complicidad asegurada.