Orfandad de la derrota

Marco Antonio Aguilar Cortés

¿Quién es el causante de la derrota del PRD y del PAN en Michoacán? Ante esta pregunta fundamental no hay nadie que confiese públicamente su responsabilidad al respecto. Todos ocultan su propia culpa, o la minimizan, o guardan silencio por su personal confusión, o por complicidad avergonzada.

El desconcierto del fracaso en el partido amarillo los ha llevado al extremo de multiplicar y ahondar sus diferencias; unos aceptan la realidad del triunfo del PRI, otros, en cambio, anuncian impugnaciones legales sin sustento, mientras los menos invitan desde ahora a la violencia en un mal momento, cuando el propio Andrés Manuel López Obrador ha estrenado el nuevo papel de pacifista y amoroso.

Y como reacción hacia el interior del PRD proponen lo más fácil, quitarles los cargos a sus dirigencias. En lo nacional sacar a Jesús Zambrano como dirigente, y en lo estatal echar afuera a Víctor Báez de su endeble liderazgo local. Todo como una medida visceral, antigua, y epidérmica: ¡matar al brujo que falla en sus augurios!, como si algo se resolviera con esto.

En esa absurda y peligrosa dinámica, de lanzarse recriminaciones los unos a los otros, se encuentra el señalamiento de la secretaría general del CEN del PRD, Dolores Padierna Luna, en contra de Leonel Godoy Rangel, al responsabilizarlo de la derrota, a él, y solamente a él, cuando hay infinidad de causas, entre otras, la generada por su antecesor Lázaro Cárdenas Batel, quien le dejó el estado al filo de la navaja.

Los del partido azul cargan con un desasosiego pesado, fijando su mirada en los dos hermanos Calderón Hinojosa, Felipe y Luisa María; miramiento que no llega a la condena, pero que tampoco exculpa, como esperando un algo que se aproxima: la designación del candidato panista para el 2012, y la pérdida de poder del actual presidente de México.

Al menos en lo inmediato, la catarsis de los panistas tuvo dirección hacia el exterior. La falla, han dicho en voz de Luisa María Calderón irresponsablemente, fue provocada por el narcotráfico y el crimen organizado. Y ante esto, la lógica contundente de Beatriz Pagés ha sido demoledora: “¿Por qué, cuando se creyó ganadora, no se quejó… del crimen organizado?”.

Y la caricatura de ALAR-CON, en la portada de la revista Siempre! del domingo próximo anterior, es tan ilustradora como irónica: el helicóptero llamado PAN destrozado por los dos pilotos, el niño Felipe con sus ojilllos cerrados, y su hermanita mayor Luisa María llena de chipotes y mallugaduras, y con votos desparramados como testimonio de su destino, recordándonos la muerte en vuelos aéreos de dos secretarios de Gobernación de este sexenio.

Total, la derrota suele ser huérfana; nadie reclama su paternidad ni en el PAN ni en el PRD. En cambio al triunfo del PRI en esta entidad federativa le han nacido padres por todo el país. Los juicios de reconocimiento de paternidad son promovidos en declaraciones, discursos, o charlas privadas, vías mediante las que se expresan ufanos un sinnúmero de importantes personajes, y otros no tan importantes, tanto de aquí como de fuera de Michoacán. Las fotografías con los priístas triunfantes en cargos de gobernador, diputados y presidentes municipales, son exhibidas como documentales públicas, pretenciosa prueba plena de la presumida progenitura.

En la realidad, las derrotas y los triunfos tienen motivaciones más profundas, fundamentalmente sociales, en donde se genera una mezcla dialéctica con reactivos simples de naturaleza individual.

Si existe alguna paternidad en los fracasos, o en los éxitos, es la de carácter social, básicamente. Y en esto no existen las sorpresas, sólo los sorprendidos. Quienes con objetividad y certeza observan los fenómenos políticos, los efectos de éstos no les provocan extrañeza; en cambio, los que no saben leer la realidad de este fenómeno social andan con ignorancia sorprendida, entre el susto y el sobresalto.

¿Quién motivó el triunfo del PRI, y de Fausto Vallejo Figueroa, para ser gobernador en nuestra entidad federativa? Directamente la ciudadanía que salió a sufragar en su favor, y en contra de cerca de 10 años de pésimos gobiernos del PRD en el estado, y de aproximadamente 12 años de malos gobiernos panistas en el país.

Esa ciudadanía, junto con el resto de la población, estará atenta para ver la reacción de los priístas en el poder de nueva cuenta. Si aciertan, cumplen, y resuelven nuestros problemas, en los siguientes procesos electivos seguirán obteniendo triunfos, incluido el federal del 2012, y si no, tendrán fracasos.

Porque la historia, como fenómeno social que registra el paso de la realidad, nos enseña que nadie gana ni pierde para siempre. Así que no ha lugar a la arrogancia en el triunfo, sino exclusivamente a la responsabilidad.