No se reconcilian con la verdad

Marco Antonio Aguilar Cortés

Los michoacanos fuimos a votar en paz, bajo la observación de todo el país. Nuestra voluntad expresa era claramente predecible. Reprobamos al PRD, por diez años de malos gobiernos emanados de este partido, y no aceptando la política de dos sexenios panistas federales que amenazaban localmente a nuestro desarrollo futuro.

Michoacán no acepta ser feudo cardenista. Menos aún constituirse en una entidad federativa en donde la familia Calderón Hinojosa desea instaurar sus proyectados fueros familiares.

Fue clara y precisa la voluntad soberana, y debe ser respetada. El PRI, por ende, ha recibido el apoyo y el mandato, personalizando la confianza en Fausto Vallejo Figueroa, como gobernador de Michoacán.

El triunfo, en este caso, no puede ser motivo de un éxito festivo, sino de una delicada responsabilidad, ante los graves problemas que aquejan al estado.

La lucha no fue fácil. Todos los recursos federales, y los del gobierno estatal se pusieron en juego. Los primeros a favor del PAN, y los segundos para prolongar la dolorosa permanencia del PRD.

Michoacán ha ganado, y su esfuerzo merece la comprensión y el auxilio de todo México. El arma para el cambio fue la acción política, y el voto una herramienta eficaz.

La política, no debemos olvidarlo, es una ciencia en la que, al decir de Aristóteles, “se realizan reflexiones del modo en que los ideales, las leyes, las costumbres y las propiedades se interrelacionan con la vida”.

Y, obvio, en esa ciencia referida al “zoon politicon”, no sólo se reflexiona, sino se expresa, y se actúa; empero, tanto el pensar, el decir, como el hacer, deben de partir de la realidad que nos rodea.

Esa realidad del sábado 12 de noviembre del 2011, en Michoacán, es distinta a la realidad del domingo 13 próximo anterior, y diferente a la de este día en la que tú, estimado lector, observas estas líneas.

Nuestra vida previa al día de las elecciones, durante la fecha del sufragio, y la postelectoral, sigue siendo la misma vida y, sin embargo, resulta diferente.

Antes no se había emitido el voto ciudadano; ahora, emitido ya ese sufragio, la autoridad electoral ha contado los pareceres, y ha ofrecido un resultado, el que se oficializado de manera legal y debida.

Dentro de los países de mayor cultura, los adversarios políticos que no obtuvieron el triunfo reconocen de inmediato y públicamente al ganador, le desean éxitos, y le ofrecen su apoyo, ya que el interés público, para este efecto, se encuentra por encima del privado.

Donde hay cultura, los ganadores valoran públicamente el esfuerzo de sus adversarios y, en lo posible, hacen suyas las buenas propuestas que esbozaron en sus campañas sus oponentes, todo por el bien de la sociedad en su conjunto.

Los ciudadanos, y toda la población, concluida la contienda electiva, la dejan atrás, y se dedican a las responsabilidades de su vida productiva, tratando en todo momento de coadyuvar en la acción pública del grupo político elegido.

Luisa María Calderón Hinojosa, Silvano Aureoles Conejo y Fausto Vallejo Figueroa, en el ámbito estatal, tienen la responsabilidad, ahora, de construir la concordia en todo Michoacán. El pueblo debe estar al pendiente de que así sea.

En la jurisdicción municipal, como en la distrital, debe operar el mismo espíritu de reconocimiento, de madurez y reconciliación. Cada municipio, cada distrito, requiere de la unidad humana para resolver los difíciles problemas que actualmente confrontamos.

Si hubiese complicadísimas trabas postelectorales, las que no existen en este caso en nuestra entidad federativa, las inconformidades al respecto tienen cauce legal en los recursos e incidencias que nuestras normas jurídicas establecen.

Pero, antes del día de la elección todos los candidatos reconocieron, de una u otra forma, que todo el proceso estaba blindado, que los ejércitos de cada partido estaban alertas, que había sensatez para reconocer los resultados de la elección.

Es más, en la noche del día domingo 13 de noviembre del 2011, los candidatos a la gubernatura del Michoacán se proclamaron ganadores, aceptando el proceso electivo con su supuesto triunfo.

Lamentablemente, al momento de escribir estas líneas, hay voces en los partidos políticos perdedores que solicitan, sin base legal cual ninguna, la nulidad de las elecciones después de haber gastado centenares de millones de pesos en la contienda, so pretexto de la injerencia del crimen organizado, cuando la lucha en contra de éste se encuentra a cargo del gobierno federal, y del gobierno del estado de Michoacán, ambos promotores financieros, respectivamente, de los candidatos del PAN y del PRD.

Su derrota electoral es la única verdadera causa de sus ilegales y absurdas pretensiones postelectorales. Y el pueblo reprueba a quienes no han sabido ganar, más cuando observa que ahora no saben perder.

Así que están obligados jurídica, ética, y políticamente, los contendientes perdidosos, a dar cuenta de su humanismo, reconociendo los resolutivos de la autoridad electoral.