Hace unos días los medios de comunicación norcoreanos informaron que su país planea realizar a mediados del mes de abril el lanzamiento del satélite Kwangmyongsong-3 (Estrella Brillante en idioma coreano) que será dedicado al centenario del natalicio del primer presidente de Corea del Norte, Kim Il Sung, fundador de la dinastía Kim y abuelo del actual presidente Kim Yong Un quien recientemente ocupó el asiento de primer mandatario de este país asiático. Esta noticia, desde luego, provocó preocupación, en primer lugar, de los países vecinos, Corea del Sur, Rusia y Japón. Y hasta China que tradicionalmente apoya a Corea del Norte, expresó su inquietud con motivo del nuevo desafío de Pyongyang.

En 2009, luego del lanzamiento de un cohete norcoreano, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución que prohibía a Corea del Norte desarrollar y hacer ensayos con cohetes mientras este país siga insistiendo en su programa nuclear. Sin embargo, Pyongyang asegura que su programa cósmico tiene carácter puramente pacífico. Entretanto, los expertos internacionales creen que este programa puede ser utilizado con fines bélicos ya que los cohetes de varios segmentos podrían convertirse en misiles intercontinentales y llevar ojivas nucleares.

La Unión Europea preocupada por los planes de Corea del Norte exhortó a que este país renunciara al lanzamiento anunciado y reanudara el trabajo sobre el restablecimiento de la confianza mutua. La Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, subrayó que Corea del Norte viola sus obligaciones internacionales y que sus planes son extremadamente provocadores. También el ministerio de Relaciones Internacionales de Rusia exhortó a Corea del Norte a no confrontarse con la comunidad internacional, abstenerse de las actividades capaces de agravar la situación en la región y reanudar las negociaciones con los seis países -Corea del Sur, Japón, Rusia, EU, China y Corea del Norte– sobre el problema nuclear de la Península Coreana. Estas negociaciones, dice el servicio exterior ruso, son la única solución a los problemas regionales para sanar la situación en la península y, como resultado, anular las sanciones impuestas por la ONU, entre ellas la prohibición  de lanzamientos de cohetes.

El ministro de Defensa de Japón, Naoki Tanaka, fue más directo. El funcionario declaró que las fuerzas de defensa de su país examinan la posibilidad, en caso necesario, de derrumbar el satélite norcoreano. También en abril del 2009 cuando Corea del Norte lanzó un cohete con un satélite, el ministerio de defensa japonés dio órdenes de aniquilar el cohete en caso de que éste cayera en territorio japonés o en sus aguas territoriales. Afortunadamente en aquel entonces no hubo desenlace trágico  y ojalá que no suceda nada grave esta vez.