Los sistemas portátiles de defensa anti-aéreos o Manpads son misiles guiados tierra-aire ligeros que normalmente suelen ser disparados desde un mecanismo tubular ubicado en el hombro del operador. Pesan unos 15 kilogramos y caben perfectamente en una maleta de golf. La gran mayoría de los Manpads suelen emplear un rastreador de infrarrojos de manera que, una vez disparado el misil, lo guía hasta su blanco sin ningún tipo de acción por parte del operador. Estos misiles “dispara y olvídate” constituyen la gran mayoría de Manpads en los arsenales gubernamentales, así como de los stocks de organizaciones terroristas y grupos insurgentes.
La amenaza de un ataque terrorista con misiles contra aviones comerciales ha generado una campaña mundial sin precedentes contra la amenaza de los Manpads, campaña a la que también se han sumado diversos gobiernos de América Latina al existir evidencias de intentos de ataque contra aviones de funcionarios y figuras políticas, como ocurrió con el ex Presidente salvadoreño Elías Antonio “Tony” Saca en 2006.
La adquisición y uso de Manpads por actores no estatales se remonta a inicios de los años 70. Sin embargo, su proliferación se aceleró durante las décadas de los 80 y de los 90, alimentada por el desvío de misiles proveídos a Afganistán y otros contextos, y por el descontrolado almacenamiento de armas sin garantías de seguridad en los depósitos y arsenales de los países del Pacto de Varsovia y de la colapsada Unión Soviética. Este es un patrón harto conocido.
Cada vez que un régimen autoritario cae, la posibilidad de que sus arsenales sean traficados por fuerzas insurgentes u otros, es muy alta. Es lo que pasó, por ejemplo, cuando se colapsó el régimen de Saddam Hussein en Irak, y es la situación que actualmente prevalece en Libia tras la muerte de Gadafi. Según declaraciones de organizaciones como Human Rights Watch actualmente Libia es una suerte de bazar de armas, entre ellas los Manpads que pueden ser traficadas a diversos actores antes de que la comunidad internacional pueda impedirlo.
Se calcula que se han producido un millón de Manpads desde que se dio a conocer el primero de ellos en 1967. Desafortunadamente no existe un inventario global de Manpads dado que su destrucción, sea en combate, por accidente o por procesos de desarme, no es documentada adecuadamente. Cabe destacar la relación costo/beneficio de los Manpads: un Manpad traficado en Irak por 500 dólares, puede destruir un avión Hércules de 70 millones de dólares. La etapa más vulnerable para todo tipo de aviones –comerciales, militares- ante probables ataques de Manpads es el despegue y el aterrizaje, que son los momentos en que la aeronave se encuentran más cerca del suelo. Así las cosas, diversas naciones del mundo han venido decomisando y destruyendo Manpads pero hace falta un tratado internacional, que podría comenzar por la suscripción de acuerdos regionales, encaminado todo ello a proscribir estos letales sistemas de armamento de la faz de la Tierra.


