Revela The New York Times sobornos de la trasnacional en México
Con nada se ganan mejor los generales a los pueblos
que con ejemplos de honestidad.
Sun Tzu
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
El pasado 21 de abril, las páginas del prestigioso The New York Times acreditaron la corrupción transformada en política empresarial de Wal-Mart en nuestro país y sugirieron la impunidad con la que se manejan nuestras autoridades en los tres niveles de gobierno.
Tras un acucioso trabajo periodístico —que incluyen 17 horas de entrevistas con el abogado mexicano Sergio Cícero Zapata, responsable de tramitar los permisos de construcción y operación para la filial mexicana de la empresa— se revela que Wal-Mart México estableció como política de negocios la compra de permisos y autorizaciones, a fin de cumplir con sus metas de crecimiento.
La denuncia —que por cierto omite los nombres de todos los funcionarios mexicanos involucrados en las operaciones— es muestra del poder corruptor de una empresa ampliamente combatida y criticada por diversos sectores estadunidenses —fundamentalmente el laboral— debido a las nocivas prácticas de contratación bajo los ilegales esquemas de asociación, a través de las cuales evade toda responsabilidad derivada de un contrato de trabajo apegado a las leyes laborales de los países en los que opera.
A esta cabeza visible de anomalías de Wal-Mart se suma ahora la denuncia documentada de prácticas de corrupción como parte de su política empresarial, y que en el caso mexicano resucita y documenta el origen de conflictos sociales de enorme trascendencia.
Quién no recuerda la sistemática oposición popular a la edificación del Wal-Mart al pie de las pirámides de Teotihuacán o la histórica defensa del Casino de la Selva en Cuernavaca, devastado por el proyecto comercial que se impuso a la población, y qué decir de las manifestaciones en contra de la instalación de sus establecimientos mercantiles en tantas poblaciones del país.
Acciones todas ellas que generaron conflictos sociales de enorme trascendencia, los cuales tuvieron respuestas autoritarias y de represión que han quedado impunes, profundizando con ello los agravios y la indignación provocada por el trágico binomio, conformado por corrupción e impunidad que nutre las entrañas de las administraciones públicas emanadas de procesos electorales alejados de las exigencias de transparencia y honestidad, que históricamente viene reclamando el electorado.
Ni duda cabe de que el caso Wal-Mart es sólo la punta del iceberg contra el que encalló el proyecto nacional propuesto por la Revolución hace 100 años.
Es una tragedia que la cloaca destapada por The New York Times quede simplemente en anécdota, pues ante la complicidad partidocrática, es impensable que alguno de sus abanderados se atreva a tomar cartas en un asunto, del que ningún partido se salva, y que irremisiblemente demuestra los niveles de denigración a los que han llevado a la administración pública los políticos corrompibles y los empresarios corruptores, como parte de la llamada globalización de la indecencia y la ignominia, asumida por el neoliberalismo como bandera de modernidad.
Ante ello bien harían los candidatos en atreverse a reconocer que lo que la sociedad les exige es romper ese círculo vicioso generado por la corrupción e impunidad, y que ello les obliga a asumir como premisa de gobierno la ancestral consigna de Sun Tzu a fin de ganarse al pueblo, con ejemplos de honestidad, y no con tanta palabrería hueca y tanta guerra de lodo.
