Estudiante de doctorado de la UNAM, Mónica del Carmen Jaimes Palomera,  diseñó la Red de Precursores de Ozono, que busca, entre otros, caracterizar la naturaleza y alcance de ese contaminante, saber cómo se forma y proponer estrategias efectivas de control que reduzcan sus concentraciones.

El sistema, comenzará a registrar datos en los próximos meses.

Dicha red considera cuatro tipos de estaciones: la de concentración de fondo, donde el objetivo es que la estación esté “viento arriba” de las principales fuentes de emisión de precursores; la de evaluación de precursores, colocada cerca de los emisores; la de concentración máxima de ozono o “viento abajo”, y la de transporte de ozono.

Se usa el sistema de monitoreo del gobierno capitalino y su infraestructura actual, por lo cual se estableció que Acolman sea la estación “viento arriba”, alejada de las fuentes de emisión; Merced, la de evaluación de precursores; Pedregal, para el máximo de ozono, y Ajusco, para determinar transporte del contaminante.

En la conferencia “Avances en la determinación de precursores de ozono atmosférico en la zona metropolitana de la Ciudad de México”, indicó que desde 1986 se han monitoreado los óxidos de nitrógeno (NOx, llamados “noxes”) y el monóxido de carbono; sin embargo, los compuestos orgánicos volátiles (COV), que son precursores de ozono, no se han registrado de forma continua.

A principios de esa misma década, el ozono no era un problema grave, pero sí el contenido de plomo de las gasolinas, que se encontró en el cabello y sangre de niños; fue entonces que, por decreto presidencial, se ordenó eliminar el plomo, lo que provocó un incremento de las concentraciones de ozono.

Luego, se instrumentaron programas para disminuir las emisiones de precursores de ese contaminante y de óxido de azufre, y se aplicaron estrategias de control, como el actual programa “Proaire III”. A pesar de ello, su concentración no ha bajado a los niveles que debería.

En 2012, expuso la especialista, hubo 300 horas por arriba del valor que marca la norma; en 2011, se hizo un estudio sobre exposición y se halló que 6.8 millones de personas viven donde se excede la norma, en más de 100 horas por año.

Se descubrió que de la población expuesta al menos una hora, 87 por ciento vive en el DF, y el resto, en el Estado de México.

De ahí, la importancia de iniciar las mediciones, y hacer una evaluación de riesgos por compuestos tóxicos, y la caracterización espacial y temporal de los precursores, señaló la especialista.